Rica para los pogues, pero no lo suficiente para los Kooks.
En medio de esta fractura, Liv navega entre dos mundos, intentando encontrar su lugar.
Mientras las tensiones entre clases aumentan y las viejas amistades se transforman, Liv descubre que...
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↳ Liv.
Los dos últimos días los había pasado en casa, tranquila y sobretodo: lejos de los kooks. Aunque sé que no debo juzgar un libro por su primera página, creo que merecía descansar y mantenerme alejada de aquellas personas por unos días.
Sin embargo, en la mañana Blake se había empeñado en que esa misma noche debía asistir a una pequeña fiesta que harían en la playa. Según el será una breve reunión nocturna en torno a una fogata en la playa, y también sería la oportunidad de conocer al resto de sus amigos. Y aunque no quería aceptar, mi padre me obligó. Realmente me sentía como una niña pequeña a la que le obligan a salir de casa y le cierran la puerta para que no pueda entrar de vuelta.
Trato de buscarle el lado bueno, aunque me había costado bastante, pero al final necesitaba aire fresco y quizás algo de normalidad en todo ese mundo nuevo en el que había caído.
Cuando llegó la noche nos dirigimos a aquella pequeña fiesta organizada por los kooks entre los que se encontraban Topper, Ruthie, Rafe y algunos que otros más que no conocía. Blake se dispuso a presentarme ante dos personas; Kelce, un chico moreno bastante fuerte que me pareció bastante gracioso pero con un humor algo peculiar y Sofía, una chica bajita con el cabello oscuro que le caía por los hombros. Ella me transmitió algo más de confianza que el resto e incluso me pareció notablemente más amable que otras chicas que estaban junto a la hoguera, por lo que al principio permanecí charlando con ella. Además me comentó que ella trabajaba como camarera en el Club de mi padre, por lo que quizás la vería muy a menudo.
—¡Mira quién llegó! —Exclamó Rafe al verme, con una sonrisa más genuina de lo que esperaba—Ya empezaba a pensar que te habías aburrido de nosotros.
—Difícil aburrirse cuando siempre hay algo ocurriendo. —Le respondí, intentando sonar igual de relajada. La verdad es que Rafe y yo no habíamos comenzado con el pie derecho, pero estaba dispuesta a darle una segunda oportunidad.
Sofía nos miró sorprendida, quizás no sabía que nos conocíamos ya. Y tras hacer un leve gesto a Rafe al que él no respondió se marchó a hablar con otra persona.
Nos sentamos cerca de la hoguera, y aunque al principio la conversación fue superficial -hablamos del tiempo, de la música que sonaba de fondo, incluso de la última fiesta en el Club- poco a poco noté que Rafe se mostraba más abierto, más interesado en conocerme realmente. Su forma desafiante de mirarme había disminuido, y en su lugar, parecía estar probando un terreno neutral, menos cargado de tensión.
—Así que, ¿cómo llevas todo esto? —Pregunta de repente, pero en un tono más serio de lo que estaba acostumbrada a escuchar de él.
—Es difícil comenzar de cero en un lugar. —Suspiro mirando a la hoguera. —Te lo digo por experiencia porque he cambiado cuatro veces de colegio en mi ciudad anterior.
