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5 de septiembre, Hannover.

— CINCO AÑOS ATRÁS —


No era invierno, pero la costumbre de usar sudadera ya había sido una manía en él. Con la cremallera hasta la mitad y la capucha cubriendo su cabeza, se sentía seguro, como si eso le protegiera de todo lo que le rodeaba.

Respiró profundamente antes de empujar la puerta de cristal transparente para adentrarse en la cafetería del prestigioso y privado instituto al que había logrado ingresar gracias a una beca que se esforzaba por mantener con buenas calificaciones. Miró a su alrededor buscando una mesa vacía sin hacer contacto visual con nadie; sin embargo, vio a su mejor amiga y no dudó en acercarse a ella. Comía  su almuerzo, mordiendo una manzana. No se había percatado de la presencia del rubio hasta que dejó su mochila sobre la mesa y habló:

—¿Qué haces aquí sola?— fue la pregunta que hizo Bill mientras tomaba asiento en el banco frente a ella. La rubia alzó la mirada de la manzana al chico y sonrió con sus mejillas infladas por el trozo de manzana en su boca.

—¡Bi!— exclamó la chica —joder, ya comenzaba a preocuparme, ¡Pensé que no vendrías!

Bill sonrió tímido —Lo siento, es que...— ¿Cómo decirle que su retraso se había debido al encuentro que tuvo en el baño con Kai? Uno de los integrantes del grupo de populares que se había hecho "amigo" de Bill y se veían prácticamente a escondidas. Susanne odiaba a los populares y tenía buenas razones para ello.

Porque Kai era un popular y Bill era denominado "el pringado" del instituto. Y que les vieran juntos no habría sido nada bueno para la reputación de Kai. Y Bill no podía evitar ignorarle; ¡le gustaba la compañía del chico pelirrojo! Se podría decir que era su "mejor amigo" masculino.

—¿Es que "qué"?— insistió la chica de piel bronceada, pelo rubio y ojos hazel mirando fijamente a su amigo.

Bill también había sido rubio natural gracias a su madre; sus ojos eran marrones avellana y su piel blanquecina como la de su padre. Bill les amaba con todo su ser, aunque sus padres casi nunca mostraban afecto hacia él. La relación con su padre era un poco distante y con su madre había más libertad; sin embargo, había cosas que prefería no contarle.

Miró a su amiga y negó suavemente con la cabeza —No es nada, Su— dijo sonriendo levemente —estaba en el baño y me estaba quitando una mancha de ketchup de la camiseta— señaló un lado de su pecho con el pulgar por encima de la sudadera que le cubría, ocultando así la mentira que había dicho.

Susanne se encogió de hombros dando otra mordida a su fruta —Huh, ¿A que no adivinas?

—¿Qué?— preguntó Bill devolviendo el ceño confundido.

—¡Adivina!

—Su, sabes que soy "pésimo" en esto de adivinar, solo dímelo— pidió, enfatizando en "pésimo" para aclarárselo por enésima vez a su mejor amiga. Susanne arqueó una ceja, dudando —¿Por favor?— canturreó.

La chica soltó una risita —He conseguido una audición para ingresar a la academia de ballet— dijo, tratando de contener su emoción para no parecer histérica —Será el viernes de la próxima semana.

—¡Oh, eso es increíble, Su!— exclamó el chico, frunciendo el ceño al notar que su amiga solo se encogía de hombros —¿Qué pasa? ¿No te emociona?

—¿Que si no me emociona? ¡Bi, es con lo que he soñado desde que tengo uso de razón!— susurró con entusiasmo —Solo no quiero que se note mi felicidad; hay serpientes que lanzan veneno al aire.

𝗔𝘃𝗲𝗿𝘀𝗶𝗼́𝗻 || ᵀᴼᴸᴸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora