Capítulo 10: Finales de julio

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Reigen jura que en la oficina hace más calor que fuera. El aire acondicionado de la ventana funciona a toda máquina, haciendo que las luces de arriba parpadeen mientras se esfuerza, pero apenas marca la diferencia. Serizawa y Reigen hace tiempo que se han despojado de sus abrigos y corbatas y se han arremangado, y ambos lucen unas impresionantes manchas en la piel.

Los días calurosos no son buenos para el negocio; no han tenido ningún cliente y los pocos que tenían han cancelado. De todos modos, Reigen tiene el cerebro demasiado confuso para trabajar. Lleva una hora mirando las facturas pendientes sin avanzar mucho. Serizawa está sentado en su mesa y parece estar en el mismo aprieto. Su libro de texto lleva abierto en la misma página al menos media hora mientras se abanica con un cuaderno.

El pelo de Serizawa se está desgreñando; los ricitos de las orejas y la nuca están cargados de sudor. Se pasa una mano por el pelo y se lo deja peinado hacia atrás, no se le cae. "Reigen".

"¿Mm?"

"¿Me cortarías el pelo?", pregunta. "Siempre has hecho un buen trabajo con él. Y es gratis".

Reigen levanta la vista de su portátil y sonríe. "¿Quién dice que es gratis?"

"¿Y ahora qué cobras?".

"Invítame a una copa y estamos en paz". Reigen está tentando a la suerte. No han bebido juntos desde la última vez. Pero Serizawa acepta y vuelven a su vieja rutina, dejando el cuaderno e instalándose en el baño-cocina. Serizawa se desabrocha la camisa, se quita la camiseta sin mangas y se pone una toalla sobre los hombros. Reigen coge la maquinilla eléctrica y las tijeras.

Se coloca detrás de él y le pasa los dedos por el pelo para hacerse una idea de la longitud. Deja correr el agua del lavabo, en frío, y moja el pelo de Serizawa con las manos. Serizawa respira entrecortadamente al notar la diferencia de temperatura mientras el agua le resbala por el cuello y la frente.

"Dios, qué bien se siente", murmura al exhalar.

Reigen tararea en concordancia; se siente refrescado en las manos, como si bajara la temperatura de todo su cuerpo unos cuantos grados. Presiona hacia delante la nuca de Serizawa y éste se deja llevar con facilidad, inclinando la barbilla hacia abajo. Reigen empieza a recortar y afeitar el pelo de la nuca, pero a medida que lo hace, la cabeza de Serizawa vuelve a erguirse poco a poco.

"Serizawa", dice Reigen, volviendo a empujarle la cabeza con los dedos. "Baja la barbilla".

Él obedece y mantiene la cabeza baja hasta que Reigen termina. Reigen se acerca al frente para tratar el flequillo de su frente. Serizawa tiene los ojos cerrados, el rostro relajado, una leve sonrisa. Un par de mechones oscuros descansan en su mejilla; Reigen los aparta con el pulgar, y la sonrisa de Serizawa crece al contacto.

De repente, Reigen siente un nudo en la garganta y le tiemblan las manos. Se queda mirando la cara de Serizawa, sintiendo que el estómago se le hunde de miedo y se le revuelve de alegría a la vez.

Evidentemente, hace una pausa sospechosamente larga, porque Serizawa abre los ojos y le lanza una mirada interrogativa. "¿Qué ocurre?"

"Nada, sólo... evaluando".

"¿Evaluando? ¿La has cagado?"

"No lo hice", dice Reigen, riendo. "Sólo me estoy tomando mi tiempo, pensándolo bien". Le lleva las tijeras a la frente. "Cierra los ojos".

Serizawa le mira durante un largo rato, hasta que finalmente obedece y cierra los ojos. Su rostro vuelve a adoptar esa expresión relajada y de total confianza.

Reigen vuelve a centrar su atención en su pelo, y sólo en su pelo; inclina la cabeza de Serizawa de un lado a otro, igualándola por ambos lados. Tras unos minutos más, da un paso atrás para evaluar su trabajo. Serizawa tiene buen aspecto, pero Reigen extraña los suaves rizos.

El Espacio Entre Nosotros - SerireiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora