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Eric's POV

Todo apestaba. Mi casa, mi madre, la escuela, incluso mis amigos apestaban. Yo apestaba. No sé en qué momento mi percepción de mí mismo cambió tan drásticamente, antes me sentía indestructible, como si fuera el mejor, pero durantes los últimos meses ni siquiera era capaz de verme al espejo. ¿Por qué mierda me estaba pasando esto a mí?

— Eric, cariño, ¿ya vas a la escuela? Es muy temprano.

Ignoré a mi madre, sin muchas ganas de lidiar con ella, y salí. Últimamente salía más temprano de casa, odiaba estar ahí, prefería estar en la escuela que en ese lugar. 

Butters siempre me recibía y, aunque siempre trataba de alejarlo, él era como un cachorro que me seguía a todos lados. Probablemente él sólo quería estar cerca de Kenny, era tan marica. Y Kenny, ese pobre de mierda, siempre estaba ligando con alguna chica, o chico, así que casi no lo veíamos. Sinceramente, yo podría estar completamente solo y sería absolutamente lo mismo. 

O eso me gustaba pensar. Habían momentos buenos como cuando Butters me pasaba su tarea, o cuando Kenny y yo jugábamos videojuegos, o cuando ambos se quedaban junto a mí cada vez que tenía un ataque de ansiedad hasta que me calmara. Ese tipo de momentos me sentía agradecido por no estar solo, y eso apestaba aún más. 

— Hey, Cartman —la voz de Kenny me hizo salir de mis pensamientos, parecía feliz—. Juguemos hoy. 

Fruncí el ceño. — ¿No dijiste que ibas a salir con una chica hoy?

— Nah, me arrepentí —lo miré con confusión, Kenny jamás cancelaba una cita. Al ver mi reacción, él rió—. Habló mal de Butters.

Mi confusión creció, ¿realmente le importaba tanto ese enano?

— ¿Eres su angel guardián o algo así?

Soltó una carcajada y pasó su brazo por mis hombros mientras caminábamos por el pasillo. — Sí, puede ser —me dedicó una sonrisa—. Pero no saldría con alguien que habla mal de mis amigos, sin importar lo buena que esté. 

Y ahí estaba, la maldita decencia de Kenny que me hacía imposible querer odiarlo. Después de todo, éramos muy cercanos desde la primaria. 

Las clases fueron muy aburridas y lentas. Realmente estuve mirando por la ventana casi todo el día, ya casi era invierno y eso se notaba en los árboles y el cielo. 

Las clases fueron un verdadero dolor. Entre el ruido del aula y la voz monótona del profesor, mi mente divagaba. La idea de que había tantas cosas en la vida que no podía controlar me frustraba. Miré por la ventana una vez más, observando cómo las hojas caían lentamente al suelo, como si el mundo estuviera cambiando sin mí.

Y ese era el principal problema todo el tiempo. Todo avanzaba, excepto yo.

Finalmente, sonó el timbre y, con un suspiro de alivio, me levanté. Sin embargo, el profesor me detuvo antes de salir. No había hecho nada, así que estaba tranquilo.

— Eric —su sonrisa me incomodó, ningún profesor me había sonreído antes—. Parece que tienes una mente brillante.

Me extendió mi prueba de matemáticas, era un 87, lo cual no era mucho a comparación de otros alumnos. 

— ¿Es una broma? —pregunté con el ceño fruncido, no estaba del mejor humor. 

Él río, ¿qué daba tanta risa? — Claro que no, Eric. De verdad que es una gran nota considerando que jamás me pones atención. 

Simplemente lo miré, esperando que terminara de hablar. Al notar que no iba a decir nada yo, él prosiguió. 

— Te recomendé para la clase de matemáticas avanzadas, así que comenzarás a tomar las clases con ellos. 

Sala de espera | Kyman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora