Charlotte, una joven universitaria dulce, risueña, refinada y llena de sueños.
Matthew, un atractivo hombre, mujeriego, mimado, un poco machista y algo patán.
Ambos muy diferentes, pero que tienen un destino en común.
Cumplir un... Contrato de Matr...
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Supe desde el principio que este matrimonio cambiaria completamente mi vida, no solo por las razones obvias sino también por las decisiones que tendría que tomar de aquí en adelante, por ejemplo a que universidad ir. Si bien mis padres me permitieron descansar unos meses siempre tuve claro que retomaría mis estudios en el segundo semestre del año, y teniendo en cuenta que pronto sería una mujer casada, hace unos meses tuve que replantearme completamente todos mis planes y adaptarlos a Nueva York.
No necesito de mucho coeficiente intelectual para darme cuenta de que tendré que mudarme a la costa este del país, Matthew estudia y trabaja allí así que muchas opciones no tenemos, al menos yo.
Siempre pensé en ir a Berkeley, Victoria y yo siempre hablamos de Berkeley, alquilar un apartamento en San Francisco y vivir esta loca etapa de nuestras vidas juntas, Katherine por otra parte está enamorada de Nueva York desde que la visito por primera vez, desde entonces siempre pensó en Columbia y ya tiene una plaza segura ahí; y claramente ahora es ella la más entusiasmada con la idea de ir a la universidad juntas mientras que Victoria se molestó un poco y no puedo culparla, para ellas esto es algo que vengo pensando con antelación –aunque nada este mas lejos de la verdad– y el que no se lo haya dicho antes claramente provocaría el disgusto de la morena.
Y aunque sin duda replantearme completamente mi vida es un cambio importante, Nueva York en general también lo es. Despedirme de mi familia y de las chicas ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer hasta el momento, compartir un apartamento en Manhattan con alguien con el que apenas hablo tampoco ha sido fácil y el sentir cosas por un chico que parece querer evitarme es una completa mierda.
Han pasado dos semanas desde la boda y llevamos el mismo tiempo en Nueva York, a pesar de lo que sucedió en nuestra noche de bodas Matthew se comporta de manera extraña, indiferente, puedo decir que incluso en algunas ocasiones se comporta de forma grosera y aunque me cueste admitirlo aquello hace que mi corazón duela un poco. Me recrimino a mí misma el haberme entregado a él, el haberle permitido convertirme en una más en su lista, pero si me soy sincera no me arrepiento, al menos no lo haría si su actitud fuese diferente y no me estuviese evitando como claramente lo hace desde que llegamos aquí.
Cuando no es el gimnasio es el bar pero siempre tiene una excusa para no estar en el apartamento, sin embargo, tengo suficiente dignidad para no comentarle o recriminarle nada al respecto. Tampoco es que tenga mucho derecho a decirle algo.
El sonido de la puerta me distrae un poco de mi labor en la cocina.
7:30am.
Desde que llegue aquí nunca he visto que Matt reciba visitas y mucho menos a esta hora. Un poco extrañada abro la puerta del apartamento encontrándome con Nick en el pasillo.
-Hola Charlotte, perdona si te levante, quede con Matt en ir a hacer unos trámites del bar.
-Tranquilo, ya estaba despierta, pasa – camino de nuevo hacia la cocina con el castaño detrás de mí, sin embargo, me parece raro, hace poco más de media hora desde que me levante y todavía no he escuchado ningún movimiento de la habitación de Matthew.