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Capítulo Treintaiuno, Acto Dos | 7 LUNAS

Marie respiró profundo, inhalando la fría y húmeda brisa que traía consigo un suave aroma a lavanda, reconociendo perfectamente el inconfundible aroma de dicha habitación que habia en su mayormente calido hogar. El aire acariciaba su piel mientras observaba a la menor de las Inazumako salir finalmente de su santuario, después de días de aislamiento. Sus pasos rítmicos resonaban en el ambiente silencioso, un contraste con la calma tensa que parecía envolverlas.

—Hola, Marie —saludó Rika con una voz suave, sus ojos mostrando una paz inusitada, como si los días de encierro la hubiesen serenado de alguna manera.

Marie, cruzando los brazos con sus manos ásperas y llenas de cicatrices, frunció el ceño en un gesto maternal, como si estuviera a punto de regañar a una hija rebelde.

—Por fin sales. Pensé que habrías muerto dentro de esa habitación —replicó Marie con un tono severo, aunque debajo de su dureza había una clara preocupación. Le preocupaba lo que Rika había estado enfrentando sola todo ese tiempo, aislada, sumida en pensamientos peligrosos. Y con el ceño aún fruncido, añadió—: ¿Oíste lo de Sasuke...?

Rika, siempre enigmática, asintió suavemente, sin la mínima perturbación en su rostro. —¿Que mato a Orochimaru? Sí, mi hermana me lo contó.

Esa calma desconcertaba a Marie. Antes, solo mencionar el nombre de Sasuke Uchiha habría desatado un torrente de emociones en Rika. Ahora, su voz apenas denotaba interés, como si el tema no fuera más que una mera formalidad.

—Ah, así que lo sabes... Bueno, menos mal que Yae hizo el trabajo por mí —Marie suspiró aliviada, dejando caer su tono a uno más relajado—. Oye, no me han llegado misiones para ti de parte de Danzo, ¿a ti sí? —preguntó, arqueando una ceja con curiosidad. Siempre era un mal presagio cuando Danzo guardaba silencio por demasiado tiempo.

Rika se cruzó de brazos, bajando la voz en un gesto de preocupación apenas perceptible. —No, nada. A mí también me preocupa.

Marie observó a la joven con una mezcla de cariño y cautela. Sabía que Rika estaba envuelta en una red de emociones y lealtades, y la falta de noticias de Danzo nunca era una buena señal. Pero, por ahora, lo más importante era mantenerla bien alimentada y enfocada.

—Bueno, qué importa. Mejor que no moleste. Ven, hice algo de comer. No has comido en tres días, niña, te vas a enfermar —dijo Marie mientras servía un plato de comida caliente frente a Rika, quien lo aceptó con una sonrisa agradecida.

Rika dejó escapar un suspiro pesado, sin apartar la mirada del pequeño pájaro que revoloteaba antes de posarse en su hombro. El viento jugaba suavemente con su cabello, desordenando algunos mechones, mientras sus pensamientos vagaban entre la inquietud por el silencio de Danzō y la incomodidad de sus últimas palabras con su hermana, Yae.

Sentía el peso de esas conversaciones no resueltas, una distancia que, aunque no era nueva, había crecido de manera imperceptible entre ellas. La molestaba, especialmente ahora, cuando tenía tanto tiempo libre. Era extraño no estar en una misión, con la mente ocupada en otras cosas, y esa pausa solo hacía que sus pensamientos se intensificaran.

El paisaje alrededor de Rika era tranquilo. La brisa acariciaba los árboles y un cálido sol iluminaba todo a su alrededor, creando una atmósfera pacífica, pero el nombre de Danzō, susurrado en su mente, siempre traía consigo una sombra. Cuanto menos aparece Danzō, más me preocupa, pensó, recordando el tono frío y calculador con el que solía dirigirse a sus subordinados.

El pequeño pajarito en su hombro dejó caer un papel arrugado en sus manos, y Rika, frunciendo el ceño con curiosidad, lo desdobló con cuidado. El mensaje estaba escrito de manera descuidada, pero era inconfundible.

𝐃𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑𝐎𝐔𝐒; uchiha sasuke.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora