Epilogo

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Jimin llevó una caja de suministros a la oficina de Seven; papel, bolígrafos, carpetas, una grapadora. Si Seven se ponía muy ocupado, Jungkook iba a tener que contratar a una recepcionista ahora que él era el dueño.

Frank había estado diciendo la verdad. El testamento de Joe había nombrado a Jungkook como único beneficiario del club y de las propiedades que lo acompañaban. Jungkook todavía no estaba seguro, pero el club era suyo y los cambios que había hecho habían mantenido ocupados a ambos.

Sólo había un problema. Si Jungkook necesitaba empleados, debía ofrecerles los trabajos a los muchachos de Legión. Y si los miembros restantes de Legión querían un trabajo, tenían que renunciar a sus chaquetas. Sólo había una docena después de todos los arrestos.

No hacía falta decir que había un montón de parches viejos en el fondo del cubo de la basura. Ahora estaba cubierto de cartón, envuelto en plástico y unas cuantas cajas de hardware vacías que amenazaban con derramarse por encima. Jimin frunció el ceño. Realmente necesitaba vaciar eso. ¿Qué había estado haciendo Jungkook para necesitar tornillos de doce centímetros, tuercas y tornillos con argollas de cinco centímetros?

Al otro lado de la habitación, cadenas colgaban del techo y sostenían una telaraña de cuero negro. ¿Y por qué eso le resultaba familiar? Jimin se acercó.

Correas, más correas, poleas.

No, él no lo hizo. No, Jungkook, no...

—¿Te gusta eso?

Jimin se dio la vuelta.

Jungkook se apoyaba contra la jamba de la puerta.

—¿Pusiste un columpio sexual en la oficina?

—No me dejaste colgarlo en el dormitorio. ¿Dónde más iba a ponerlo?

—¿En la oficina, Jungkook? La gente viene a la oficina.

Jungkook señaló la puerta.

—Es por eso que instalé un nuevo y bonito cerrojo. —Cerró la puerta y giró el pestillo—. Bueno, mira esto, funciona. —Jungkook se acercó.

Jimin retrocedió hasta que la pared lo detuvo.

—¿Por qué estás huyendo?

—Porque me gustaría mantener mi ropa puesta. Se supone que abrimos en tres horas.

Jungkook plantó ambas manos a cada lado de la cabeza de Jimin.

—Mucho tiempo.

—Jungkook...

—Jimin... —Jungkook se acercó y exhaló contra la oreja de Jimin.

Un escalofrío le recorrió la espalda y Jimin se puso duro al instante.

—Mmm... —Jungkook frotó la polla de Jimin a través de sus caquis—. Alguien está teniendo pensamientos felices. —Jungkook rozó sus labios en los de Jimin—. ¿Estás pensando en todas las cosas que voy a hacerte en ese columpio?

Jimin no lo había estado, pero lo hacía ahora.

Jungkook deslizó su mano por la parte delantera de la camisa de Jimin.

Jimin trató de escapar, pero una vez que Jungkook lo tocó, toda su voluntad despareció.

—Se supone que Namjoon vendrá.

—Bien, puede usar los indicadores. —Jungkook pellizcó los pezones de Jimin.

—Y Sana, estará aquí antes que él. —Se suponía que ella iba a traer amigos. Un par de críticos musicales para que oyeran a Stigma tocar un montón de canciones nuevas.

LEGENDARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora