»Pánico en las calles de Londres, pánico en las calles de Birmingham«
La misma frase carente de sentido, una y otra vez, llenando sus oídos con el dulce sonido de la voz temblorosa del cantante, sonaba despreocupaba, e inexpresiva, pero eso es lo que lo hacía un artista tan bueno.
La canción se estaba repitiendo, pero Gerard no hacía más que mirar hacia un punto en específico en la acera frente a su casa, aunque en realidad no registraba lo que veía, sus ojos estaban cansados, al igual que el resto de su cuerpo, y se habían quedado plasmados en ése punto, sin intenciones de moverse.Su mente estaba en blanco, su dedo se movía hacia arriba y abajo en un tic nervioso, queriendo cambiar de canción, pero sin tener las fuerzas suficientes para hacerlo. Estaba cansado, agobiado. Moribundo.
La caja con las cosas que había recolectado de su oficina en cuanto lo despidieron yacía junto a él, estaba casi vacía. Sólo contenía un cactus, un muñeco de spiderman, sus carpetas y un cuaderno, nunca tenía energías para cargar con más cosas, y siempre olvidaba cargar con su termo de café.
"Su ánimo no ha sido el mejor estos días, señor Way." Dijo el jefe Simmons. "Mucho menos su apariencia."
"¡No puede despedirme por cómo me veo!" Resongó Gerard, un nudo en la garganta y pesas en el corazón.
Simmons lo miró de arriba a abajo. Eso en sus ojos no era empatía, mucho menos pena, era lástima y completa frialdad.
"Lo siento." Y con ello, acabó todo. Bajó la mirada de vuelta a sus papeles, firmando desganado con su pluma de tinta azul, de seguro era muy cara.
La canción volvió a empezar, y empezó a llover.
»Pánico en las calles de Londres...«
En otra ocasión, el chico se habría parado, y habría comenzado a correr, a bailar como mínimo. Ése día, sin embargo, sentía que todo se acababa, tenía unas ganas tremendas de dormir, y unas aún más grandes de desaparecer.
Su caja comenzó a humedecerse, junto con su cabello, adhiriéndose más a su rostro con cada gota que caía, cada vez más rápidas y más continuas. No pudo inportarle menos.
Las hormigas huían a los arbustos, mientras las nubes avanzaban a su paso lento sobre la cabeza del vecindario-- eran nubes curiosas, esponjosas y demasiado grises. No había mucho viento. Las copas de los árboles se limitaban a mecerse suavemente, sin ninguna preocupación, a diferencia de Gerard, sentado frente a su puerta, cabeza apoyada en sus manos, cabello remojado y ojos abiertos de par en par, sólo parpadeando cuando era necesario.
Oscurecería por completo pronto, se lo decía el color del cielo, y la luna aún no aparecía, probablemente porque las nubes la cubrían.
»Quema la discoteca, ahorca al DJ«
Ésa era su parte favorita, por alguna extraña razón que nadie conocía. Era tan repetitiva, tan pegajosa y maravillosamente insensata, a primera vista.
Sentado, recordó a su abuela paterna. La que vivía en lugar cálido, tan cálido que una vez tuvo que dormir en el techo. Tan cálido que ella guardaba la leche en su habitación.
Siempre le pareció una persona extraña, amargada pero dulce. Amaba bailar, y odiaba el desorden, pero al intentar resolverlo, sólo creaba un desorden menos caótico. Así funcionaba ella, y nadie nunca pareció entenderlo. Recordaba dormir en su sillón gastado, mientras ella cantaba una canción acerca de Londres, lo que podía explicar su obsesión hacia la otra canción.Si los relámpagos no hubieran comenzado, habría seguido. Pensando en su abuela, probablemente, buscando la razón entre sus argumentos en cuanto a por qué guardaba la leche en su habitación, detrás de la puerta, para ser precisos.
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Insomnio -Frerard-
FanfictionACTUALIZACIONES LENTAS Gerard no podía dormir, y Frank no quería hacerlo. El miedo a que sus pesadillas se hicieran realidad, otra vez, era demasiado. - -Contenido homosexual, sacado de mi cabeza, mis ideas, cualquier parecido con la realidad o otra...