Harry y Draco habían citado a sus amigos a la sala de menesteres, un lugar privado y neutro para poder conversar tranquilamente, pero en el que hoy había una atmósfera particular de expectación.
Harry, se sintió más fuerte que nunca. Tenían un gran anuncio que hacer, y su mano estaba entrelazada con la de Draco Malfoy, su prometido y el padre de su futuro bebé. Esperaba que se lo tomaran bien y que esta situación pudiera unir tanto a sus amigos como a los de Draco a una mejor relación.
Tras haber compartido la noticia con sus tutores, Sirius Black y Narcisa Malfoy, así como con Remus Lupin, sabían que era el momento de revelarlo a sus amigos más cercanos.
Harry se levantó del sillón, sintiendo todas las miradas fijas en ella. Con un profundo suspiro, se dirigió a Hermione (que ya estaba enterada del asunto y solo le daba ánimos a su amiga), Ron, Ginny y Luna, quienes la observaban con curiosidad. También, esperando a un lado de ellos, estaban Theo, Blaise, Lorenzo y Astoria que se preparaban para escuchar.
—Chicos, tenemos algo importante que contarles —comenzó Harry, el corazón latiéndole con fuerza.
Draco la miró, asintiendo con confianza.
—Estamos esperando un bebé —anunció, con una sonrisa que desbordaba felicidad.
La sala se quedó en silencio, seguido por un estallido de incredulidad.
—¡¿Qué?! —exclamó Ron, casi derramándose en su silla.
Hermione fue la primera en reaccionar, levantándose rápidamente y abrazando a Harry.
—¡Esto es maravilloso! Te dije que todo saldría bien, Harry—gritó, su voz llena de alegría - Aunque aún no me caigas del todo bien Malfoy, llegas a hacer llorar a mi casi hermana y te corto las bolas para dárselas de comer a Fluffy - los ojos amenazantes de Hermione tienen un brillo siniestro que envía un escalofríos a la columna del pelirrubio - pero felicitaciones igualmente - le sonríe como si lo anterior nunca hubiera sucedido y le da un abrazo que el chico no sabe recibir bien, pero lo acepta.
Saliendo los demás de su estupor, comenzaron a felicitar a la feliz pareja sobre su pronto bebé, recibiendo abrazos y buenos deseos. Puede que hayan tenido diferencias antes de la guerra, pero ahora todos están más relajados y demostrando sus verdaderas personalidades, las cuales son bastante agradables y congenian bien entre todos.
Luna, con su habitual tono soñador, comentó:
—¿Ya saben qué nombre le pondrán? Tal vez algo relacionado con las estrellas, siguiendo la tradición Black, ya que Sirius es como legalmente tu tutor/padre y también está tu madre, Draco y tú mismo.
-No lo hemos pensado aún, deberemos de conversarlo - comenta Harry pensando en algunos nombre en su mente
Theo sonrió y miró a Blaise, quien ya sabían a quién molestar.
—¿Crees que sea un futuro Slytherin o Gryffindor?
—Definitivamente Slytherin, con esa genética, solo espero que no ande diciendo siempre "Mi padre sabrá de esto"—bromeó Blaise, imitando burlonamente al Malfoy, quien solo lo miró mal, provocando risas en la mesa.
-yo no hablo de esa manera - le recrimina el mencionado
-ay cariño, por supuesto que sí - sigue el juego Harry, recibiendo una mirada de indignación de su novio y más risas de los demás.
—Y ¿saben quiénes serán los padrinos? —preguntó Astoria, moviendo la cabeza de un lado a otro en tono juguetón.
Ante aquella pregunta, hubo un pequeño silencio, que fue precedido de una divertida discusión de todos, diciendo que obviamente ellos serán los padrinos/madrinas favoritos/as.
-eso lo revelaremos más adelante - corta Draco juguetonamente, recibiendo abucheos de los demás
La conversación se llenó de entusiasmo, cada uno sugiriendo nombres, posibles padrinos y madrinas, y haciendo bromas sobre las travesuras que el bebé Malfoy-Potter podría hacer.
Mientras tanto, en la sala de profesores, a estos ya se les había informado la situación y estaban discutiendo cómo ayudar a su alumna a llevar mejor sus clases en caso de que se sintiera mal en algunos días y Snape, sorprendentemente, se mostró más comprensivo. Aunque su rostro seguía siendo el de un hombre severo, había un destello de suavidad en sus ojos oscuros. Decidió que Harry debería recibir cuidados especiales y comenzó a preparar pociones para ayudarla a mantenerse saludable, lo cual fue un alivio para Harry.
Con las semanas transcurriendo, Harry se enfrentó a nuevos desafíos. Las náuseas matutinas se volvieron su nuevo compañero, y los antojos aparecieron de la nada. En una de esas noches, cuando un antojo intenso de frutillas con chocolate la despertó, así que sin pensarlo tomó su capa de invisibilidad y se encaminó a la única persona que sí o sí le daría su gusto.
Draco, en su habitación, se levantó intrépidamente de su cama al sentir como alguien lo movía con fuerza.
-Harry? ¿Qué haces aquí? ¿cómo entraste? - con el rostro aún confundido de verla en su habitación, dentro de Slytherin
-Draacoooo... - gime con los ojos aguados - tu bebé quiere frutilla con chocolate, por favor ve a buscarme unas - le pide, subiendo a su cama - toma ve, usa mi capa y yo te espero aquí.
El chico, entendiendo los famosos antojos que le comentó su madre, tomó la capa y fue de inmediato a las cocinas para pedirles a los elfos lo que su chica quería comer a mitad de la madrugada.
—No puedo creer que me hayas hecho salir a esta hora solo por frutillas —murmuró Draco, pero su tono era juguetón. - ¡casi me atrapa Filch!
—Lo siento, pero... ¡son tan ricas! es culpa de tu hijo por darme estos antojos a las 4 de la mañana—respondió Harry, mientras sonreía, sabiendo que tenía a su lado a alguien que siempre la apoyaría - además, te presté mi capa de invisibilidad para que no te vieran, no te quejes.
-si si, lo sé, lo que sea por mis dos personas favoritas - ríe suavemente el rubio platino, besando los labios de su novia que en ese momento tenía chocolate - mmmhh deliciosa
-aprovechado - le dice, metiéndole un frutilla con chocolate y de paso devolviendo el beso - tienes razón, mucho más delicioso - ambos se ríen con complicidad y, dejando a un lado las frutillas, decidieron degustar la dulzura del otro de una manera más íntima. No porque ella estuviera embarazada significaba que tenía prohibido los actos premaritales, solo estaban practicando para cuando sería su luna de miel.
Harry se encontraba en la semana 17 de su embarazo, y la emoción en el aire era palpable. Había pasado un tiempo desde la visita al médico en la mansión Malfoy, donde había escuchado los latidos del corazón de su bebé y descubrió que esperaban una niña. La noticia había llenado de alegría a la familia Malfoy; Draco estaba particularmente extasiado, sabiendo que su hija sería la primera mujer en nacer en su linaje en dos siglos. Sirius había prometido consentir a su pequeña princesa y de la emoción se tiró a los brazos de su prima, quien también estaba feliz por la noticia aunque lo demostrara con más tranquilidad.
En Hogwarts, la anticipación por la graduación se sentía en cada rincón. Los exámenes ya habían terminado, y Harry y Hermione se sintieron tranquilas, seguros de que habían hecho un buen trabajo. Sin embargo, la preocupación de Ron por su nota en pociones era evidente.
—Si Snape no me aprueba, estoy condenado —se quejaba Ron, mientras todos se reunían en el común de Gryffindor.
-vamos Ron, ten más confianza, Snape ha estado más blando últimamente y te hará pasar - le anima Harry
-Querás decir más blando contigo, ¿debería embarazarme también? - señala Ron con un comentario fuera de lugar
-No seas baboso, Ron - le recrimina Hermione con un golpe en la nuca.
-ya mujer, no era necesario ese golpe
El famoso trío de oro siguió conversando tranquilamente, disfrutando de sus últimos días en Hogwarts y sobre lo que sucedería en el futuro. Justo en ese momento, llega Malfoy, quien buscaba a Harry para poder salir juntos un rato.
Ya en el borde del lago Negro, el sol de la tarde brillaba con una calidez suave, mientras las aguas oscuras reflejaban los destellos dorados que atravesaban las nubes. Harry Potter, con una mano apoyada sobre su vientre de 17 semanas, descansaba junto a Draco Malfoy bajo la sombra de un árbol frondoso. Los dos habían encontrado un lugar de paz en ese rincón de Hogwarts, lejos de las miradas curiosas y los rumores que corrían por los pasillos del castillo.
Draco se acomodó un poco más cerca, su mano acariciando suavemente la curva del vientre de Harry. Habían terminado los exámenes la semana anterior, y ahora solo quedaba esperar las notas y la esperada ceremonia de graduación. Sin embargo, en ese momento, su preocupación principal era otra: encontrar el nombre perfecto para su hija
—¿Y qué tal "Estella"? —sugirió Draco, mirándolo con una sonrisa ligera—. Es clásico, y significa estrella.
Harry cerró los ojos, sintiendo el calor de la mano de Draco y el movimiento sutil en su vientre. Había algo hermoso en imaginar a su hija creciendo, con un nombre que le recordaría siempre las estrellas, esos puntos de luz que los habían acompañado tantas noches en el cielo sobre Hogwarts.
—Es bonito pero... no lo sé, no siento que sea para ella —respondió Harry, abriendo los ojos y encontrándose con la mirada gris de Draco—. Quiero algo que sea especial y... que pueda hacerle honor a una de las personas que más amo.
Draco asintió, reflexionando mientras observaba cómo la mirada esmeralda de su novia brillaba expectante.
-de acuerdo ¿te refieres al tío Sirius? - pregunta Draco, llamándolo "tío", ya que desde que se supo del embarazo, el actual Lord Black, ha decidido arreglar las cosas con su prima Narcissa, además de traer de vuelta a Andrómeda junto a su familia al linaje Black. - si ese es el caso, tengo el nombre perfecto para nuestra hija
-¿cuál?
-Adhara - responde el chico, después de unos segundos - es la flor de la pureza y también la segunda estrella más brillante de la constelación Can Mayor, la cual su estrella principal es...
-Sirius... Sirio es su estrella más brillante - termina Harry con una sonrisa emocionada y feliz al haber encontrado un hermoso nombre
-exactamente - Le encantaba esa parte de Draco, la manera en que siempre había algo que tenía un significado especial
-Adhara Narcissa Malfoy Potter - probó en voz alta, dejando que las palabras se deslizaran en el aire y a Draco con sorpresa por escuchar el segundo nombre—. Suena perfecta.
—Suena perfecta porque lo es —contestó Draco, inclinándose para besar la frente de Harry, su voz un susurro lleno de cariño—. Nuestra nueva estrella estará llegando a nuestra vida.
-Lo revelaremos cuando ella nazca, quiero que sea una gran sorpresa.
-lo que usted desee, futura señora Malfoy - sonríe con emoción el chico, imaginando el día de su boda con la chica frente a él.
El día de la graduación en Hogwarts llegó con un sol brillante que iluminaba cada rincón del castillo. Los jardines estaban decorados con los colores de las 4 casas.
Todos sus amigos estaban eufóricos. Hermione había recibido una oferta para trabajar en el ministerio en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, y Ron había decidido unirse a su hermano George en Sortilegios Weasley, ayudándolo a expandir el negocio. Harry, por su parte, aunque compartía la felicidad de sus amigos, se encontraba perdida en sus pensamientos. Todo este tiempo había estado luchando por sobrevivir, por salvar al mundo mágico, y nunca se había detenido a preguntarse: ¿qué quería hacer ella realmente?
Había considerado varias opciones. Ser aurora siempre le había llamado la atención; Después de todo, era algo para lo que estaba más que calificada. Pero con su embarazo, sabía que no podría asistir a la academia de formación por ahora. Las criaturas mágicas le parecían fascinantes, pero ser magizoóloga no era su vocación. En algún momento pensó en la posibilidad de ser medimaga; Después de todo, no se le daban mal los encantamientos de curación, y era una profesión que podría ejercer sin peligro para su bebé. Sin embargo, otra idea más audaz le rondaba la mente: ser rompe-maldiciones. Bill Weasley le había contado tantas historias emocionantes sobre su trabajo en Egipto, desentrañando maldiciones antiguas y explorando tumbas llenas de misterios. Claro que era peligroso, pero la emoción y el reto intelectual que eso implicaba la atraían.
"Podría intentarlo después del embarazo", pensó mientras sus ojos se posaban en el podio, donde la profesora McGonagall pronunciaba un discurso conmovedor sobre valentía, perseverancia y futuro. Sabía que tenía las notas y las clases necesarias para postular a ese puesto, y solo el tiempo diría si esa sería su elección final.
Después de la ceremonia, Harry se encontró con Draco en los jardines, ambos aún emocionados por el logro. Cuando le comentó sus ideas, él la miró con una mezcla de orgullo y preocupación.
—Harry, no necesitas trabajar —le dijo Draco, con un tono firme pero dulce—. Tengo suficiente dinero para mantenerte a ti y a nuestra hija por muchas generaciones. No quiero que sientas presión.
Pero Harry lo miró a los ojos, su determinación clara.
—No se trata de eso, Draco. Quiero hacer algo por mí misma, demostrarme que puedo lograrlo. Sé que nos apoyas, y eso me hace feliz, pero necesito esto.
Draco, al ver la convicción en su mirada, suspiró y asintió, acariciando su mejilla con ternura.
—Entonces, te apoyaré en lo que decidas. Solo quiero que seas feliz. - le regala un tierno beso en su frente - pero sólo después del embarazo, por ahora solo investiga la profesión y ya cuando tengamos a Adhara verás que hacer.
Después de la ceremonia, los estudiantes y sus familias se dispersaron. Harry y Draco se despidieron para irse a sus respectivas casas, pero la realidad de lo que se venía pronto cayó sobre ellos y esta los obligaba a no verse hasta el día esperado: la boda, que se celebraría en solo dos semanas. Narcisa, como era de esperarse, se había volcado de lleno en los preparativos, llevando a Harry de un lado a otro para pruebas de vestido, selección de anillos y decisiones sobre la decoración. También, ella ya había decidido quien sería su dama de honor, obviamente Hermione, Ginny y Luna, sus mejores amigas, las cuales encantadas aceptaron.
Aunque todo esto la dejaba agotada, Harry no podía evitar sentirse emocionada. Era un cansancio dulce, lleno de expectativas y sueños por cumplir.
Sirius, su padrino, estaba siempre a su lado, cuidándola como su perro guardian. Se aseguraba de que no se sobrecargara y, en más de una ocasión, discutió con Narcisa sobre quién pagaría tal o cual cosa. Estas discusiones fueron una constante, hasta que Andrómeda, la madre de Tonks y la prima de Sirius y hermana de Narcisa, intervinieron para calmar las aguas. Con su sensatez y sabiduría, conseguía mediar entre ellos y lograr acuerdos que dejaran a todos satisfechos.
Harry, a pesar de lo abrumador que era todo, no podía evitar sonreír. Era agotador, sí, pero también era el comienzo de algo maravilloso. Y, por primera vez en mucho tiempo, sentía que su vida iba por buen camino.
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Cambio mágico (HarryFem x Draco)
FanfictionLa mala suerte Potter siempre será una maldición dentro del linaje de Harry Potter, y vaya que la maldición se ha encariñado él. Su curiosidad pudo más que su instinto de precaución, lo que llevó a que su vida tomara un gran giro de acciones. ¿Podrá...