Capítulo 5

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Quackity subía los escalones con las piernas temblando y el corazón en la boca, haciendo que recuerde que tiene que volver a comenzar el gimnasio, dejando eso aun lado

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Quackity subía los escalones con las piernas temblando y el corazón en la boca, haciendo que recuerde que tiene que volver a comenzar el gimnasio, dejando eso aun lado. Iba hacia la casa de Spreen.

¡Había recibido una llamada de él!

Pensó que iba a morir de la emoción. Aún sigue vivo, pero no por mucho, o eso cree.

Era domingo, el sol brillaba en lo más alto, resplandeciente. Se suponía que era su día libre y la guardería ese día cerraba temprano. Spreen le había pedido que fuera a su hogar y cuidara de su hijo.

Se suponía también, que Spreen pasaba los domingos con su pequeño, pero había recibido una llamada para algo importante en la empresa donde trabajaba, por eso tenía que salir y no podía dejar a su cachorro solo.

Estaba halagado, pues que fuera la primera persona en ser llamada por el alfa para cuidar de su pequeño mostraba que confiaba en él. Spreen le había dicho que lo recompensaría después.

Decir que no estaba algo ansioso por eso sería mentira.

Ahora estaba frente a la casa. Tragó saliva fuertemente y, con su mano temblorosa, tocó el timbre. Esperó unos segundos antes de que la puerta se abriera; era Spreen y tenía su traje a medio arreglar.

—¡Quackity, me alegra que llegaras tan rápido! —el alfa se hizo a un lado para que pudiera entrar.

Cuando lo hizo, el aroma a bosque lluvioso con un sutil olor a café, lo golpeó en la cara fuertemente, todo el sitio olía a él, era su territorio, y entendía que lo hiciera. También había un ligero aroma a cachorro en el aire. El lugar era espacioso y ordenado.

Spreen era un padre responsable, y lo sabía. Miró cómo el de gafas de sol se acomodaba su corbata y se ponía su chaqueta. De verdad esa junta debía ser importante, pues ese traje de marca negro no era para solo una reunión con amigos.

—Ramón está durmiendo su siesta en el segundo cuarto por el pasillo, también es mi cuarto, pero eso no importa. Hay papilla en la nevera y unos biberones ya preparados, cualquier cosa me llamas —Spreen terminó de arreglar su traje mientras hablaba, recogió sus llaves y salió por el pasillo hacia la puerta. Quackity miró un maletín sobre una silla, lo tomó y fue tras él.

—¿Esto no es importante? —Spreen se estaba arreglando los zapatos en la entrada, volteó para verlo y le sonrió.

—Sí. Gracias —Quackity esperó a que estuviera de pie para poder darle el maletín. Spreen lo tomó, pero también pasó una mano atrás de su cuello y lo atrajo hacia él para darle un beso en la frente—. Vuelvo a las nueve, lo prometo.

El híbrido de oso salió, dejándolo allí en el pasillo con su rostro rojo y su corazón latiendo fuerte en su pecho. La misma sensación cálida de antes se instaló en su estómago.

Volvió despacio por el pasillo, caminó hasta donde estaba el pequeño Ramón. Abrió la puerta despacio y casi cae al suelo; el aroma del alfa era mucho más fuerte allí.

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