Abrí los ojos de golpe; la oscuridad en la habitación no me dejó ver más allá de mi nariz, pero no necesitaba la vista para saber que debajo de mí las sábanas estaban tibias y húmedas.
"No puede ser, mamá se enojará".
Apresurada me levanté de la cama para quitar las sábanas, mientras en el fondo me enojaba con Julián, mi hermano mayor y el responsable de la pesadilla que me despertó.
Él era tres años mayor que yo y, a pesar de que solo tenía trece, se creía con la suficiente autoridad para decirme que hacer y no hacer. Tal vez fue eso, mis ganas de demostrarle que él no era mamá o papá que insistí hasta que me dejaron permanecer despierta hasta tarde, eso hace dos noches. Yo también era grande, tanto, que podía soportar quedarme pasada la media noche acompañando a Julián a ver la película de zombis que él vería, aunque las sábanas que ahora sostenía desmintiera aquello.
Caminé hacia la puerta, pronto la frialdad del piso fue remplazada por un agudo dolor clavándose en la planta de mi pie, e inevitablemente caí, golpeándome las rodillas. La responsable, una pequeña caja de música que mis padres me regalaron cuando cumplí nueve.
"Esa niña, otra vez la tomó sin mi permiso".
Me enojé aún más al recordar el rostro de Luci, mi pequeña hermana de apenas seis años. Había ya perdido la cuenta de cuantas veces la encontraba infraganti jugando con ella, y aunque muchas veces la colocaba donde no pudiera alcanzarla, siempre buscaba la forma para hacerlo. No podía culparla, la caja de música era una réplica de aquella que salía en una de nuestras películas favoritas; la llave que la acompañaba y que tenía la misma frase "juntas en París" estaba guardada en el joyero de mamá para no perderse, aunque por las noches, aquellas donde estaba de buen humor, la sacaba para echar andar la melodía que me hacía quedar dormida.
Todavía adolorida me levanté y coloqué la caja de música sobre la cómoda; después me aseguraría de esconderla aún mejor para que Luci no la agarrara. Recogí las sábanas del suelo y caminé hacia la puerta intentando no hacer ruido cuando la abrí y cerré detrás de mí.
Bajé las escaleras lo más silenciosa que pude, la oscuridad y el silencio eran tan iguales a la escena de la película que más me aterrorizó y que fue la responsable de mi despertar tan abrupto. Quería echar a correr antes de que la mano con pedazos de carne colgando apareciera y jalara mis piernas para posteriormente terminar siendo devorada por uno de esos espeluznantes zombis.
"Fue solo una película, fue solo una película"
Pero aunque me repitiera aquello, no lo creía del todo. Estaba segura de que en cualquier momento una horda de zombis entraría a la casa para comernos y eso era lo que más miedo me daba. De repente el silencio se rompió cuando un fuerte golpe se escuchó desde la cocina.
"¡Los zombis ya están dentro!"
Estaba a punto de orinarme encima una vez más por el miedo que se intensificó por ese pensamiento, y lo hubiera hecho si bullo, el gato del vecino no hubiera salido corriendo de la cocina despavorido.
"Estúpido gato", le gritaría mamá.
A ese gato le encantaba meterse en problemas, siempre encontrando la forma de entrar a la casa y regar la basura de la cocina o haciendo sus necesidades en los rosales que mi mamá cuidaba con esmero. Gracias a eso, mamá le había declarado la guerra, intentando por uno u otro medio envenenarlo, pero ese gato era tan inteligente que nunca caía.
Respiré con profundidad al mismo tiempo que apretaba las sábanas sucias sobre mi pecho, y miré a mi derecha. La oscuridad se hacía aún más penetrante al fondo, justo a donde tenía que ir. Me debatí si regresar o no, pero ya no quería que mamá se enojara conmigo, siempre que lo hacía daba miedo, mucho más que esa tonta película de zombis. Caminé hacia la oscuridad, mi corazón latía con fuerza y la sensación de echar a correr se intensificaba todavía más. No reprimí el impulso, y para cuando me di cuenta, ya estaba en el cuarto de lavado.
La luz que encendí deshizo las feas sombras que me recibieron; manos que parecían querer agarrarme terminaron convirtiéndose en las botellas de suavizante y detergente sobre la lavadora, y aun lado de ella estaba el cesto de ropa sucia. Caminé hacia él y coloqué las sábanas que llevaba hasta el fondo.
"Con esto, mamá no se dará cuenta".
Regresé a la puerta sin querer apagar la luz. Tenía la esperanza que esa pequeña luz me iluminara hasta mi habitación, pero si la dejaba encendida mamá se daría cuenta. Muy a mi pesar apagué la luz y salí corriendo, me detuve, solo hasta llegar a los escalones; no podía subir corriendo, no porque mis papás lo tuvieran estrictamente prohibido, sino porque hacían un ruido feo cuando los pisábamos con fuerza. Comencé a subirlos tan despacio que ni siquiera respiraba por el miedo de que, si lo hacía, el escalón crujiera. Pero cuando ya me encontraba a mitad del camino otro ruido fuerte provino de la cocina. Me detuve y volteé, pero enseguida deseé no haberlo hecho. De la cocina salía una sombra escalofriante jalando una enorme bolsa de basura.
—¡Mamá! —grité horrorizada antes de echarme a correr a la habitación de mis padres. Ni siquiera toqué la puerta como ellos siempre pedían; entré llorando y temblando, pero en la habitación no había nadie, solo una cama desecha.
Me asusté aún más y giré para ir con Julián. Su habitación estaba como si él no hubiera dormido ahí, y en el suelo, adornando la suave alfombra, había una enorme mancha de sangre. El miedo se hizo aún más grande y con lentitud regresé sobre mis pasos hasta que mi espalda topó con la puerta abierta. Esto no podía estar pasando, Julián no podía estar herido.
Un fuerte golpe proveniente de la habitación de Luci me regresó a la realidad, corrí a su habitación, y ahí estaba mi madre con un bat en la mano y el cuerpo sangrante de la pequeña Luci en el suelo.
Ella volteó a verme con una sonrisa y una mirada que no parecían la de ella.
—Ahí estas mi niña, la última que falta.
Y antes de que pudiera comprender esas palabras, un fuerte golpe en la cabeza terminó con mi vida. Lo último que vi, mi padre acercándose a mi madre.
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Bajo la luz de la luna
FantasyDiversos relatos que te conducirán a un viaje lleno de emociones. Desde historias de amor y romance, hasta narraciones de fantasía, suspenso y terror. Espero lo disfrutes.