capítulo 3/ el compromiso

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La noticia del compromiso entre Colin y Penélope se esparció por toda la alta sociedad de Londres como un reguero de pólvora, y pronto cada rincón del barrio se llenó de murmullos y susurros. Sucedió en uno de esos momentos en que la vida parece simplificarse, cristalizándose en una decisión que, aunque no llevaba el peso deseado, parecía inevitable. Cuando Colin se puso de pie en la sala de baile de la mansión Featherington, rodeado por brillantes candelabros y el aroma de flores frescas, la mirada de todos lo atravesaba con la misma fuerza con la que su corazón palpitaba, lleno de dudas y nervios.

Con una sonrisa tímida, Penélope observó desde la distancia, sintiendo el estruendo de la emoción agitándose en su interior. Años de amistad y aventuras compartidas se entrelazaban con la preocupación de que aquel compromiso no era solo un paso hacia la salvación de sus reputaciones, sino también una carga, un fardo que ambos llevaban en sus espaldas. Ella había esperado este momento desde que su corazón se había enamorado, silenciosamente, de Colin, pero la desesperanza se instalaba en su pecho. ¿Era justo crear una vida a partir de expectativas sociales, en lugar de reales promesas de amor?

Colin respiró hondo, el eco de la sala de baile resonando en su mente. No podía quitarse la imagen de Penélope, su amiga más cercana, la persona que había estado a su lado a lo largo de sus años de formación, a quien había compartido tantas risas y conversaciones, y que ahora presentaba este nuevo rol: su prometida. Una parte de él sentía que este era el camino correcto, que había tomado la decisión adecuada, pero otra parte lo asaltaba con cuestionamientos. ¿Cómo podía comprometerse a una vida que ni siquiera sabía si realmente deseaba?

"Colin Bridgerton y Penélope Featherington se han comprometido", proclamó su madre, Violet, con una mezcla de orgullo y emoción. Las palabras parecían flotar en el aire, llevando consigo las esperanzas de matrimonios arreglados y un futuro brillante.

Penélope iba a sonreír, o al menos eso intentó hacer, pero sus labios solo lograron formar una línea tensa. Aplaudió con las demás damas, pero en su corazón, una tormenta se desataba. Miró a Colin, de pie frente a ella, y vio que sus ojos eran un océano de dudas. ¿Cómo podría ser feliz con un compromiso que se sentía más como una obligación que como una elección?

"Quiero que hagamos esto bien", le dijo Colin en un susurro cuando los aplausos comenzaron a desvanecerse y los invitados se dispersaron. Había un brillo de sinceridad en sus ojos que hizo que el corazón de Penélope se acelerara, pero pronto la ansiedad comenzó a arruinar el momento. "¿Cómo te sientes sobre todo esto?"

Su voz tembló levemente, y ella sintió que le costaba encontrar el aire. "Siento que es... lo que se espera de nosotros", respondió, con un tono que no era tan seguro como habría querido que fuera. "A veces, creo que esto es solo lo que la sociedad quiere que hagamos."

Colin frunció el ceño, su expresión endureciéndose mientras intentaba interpretar el mensaje oculto detrás de sus palabras. "Entonces, ¿eso es lo que piensas? ¿Que estamos haciendo esto solo porque se espera de nosotros? Porque si es así, entonces... no sé cómo sentirme. No quiero que seamos solo una historia de compromiso vacía."

"Colin, yo...", comenzó Penélope, pero las palabras se le atragantaron en la garganta. Su corazón latía con intensidad, y de pronto, la sala parecía cerrarse al rededor de ellos. "Nunca te he dicho esto, pero estoy... estoy aterrorizada. A veces pienso que podrías no estar listo para esto, que te estoy forzando a ser algo que no deseas."

Colin se dio cuenta en ese instante de que ella también sufría, que había pasado noches enteras dándole vueltas a esta situación, sintiendo el peso de la verdad no dicha en su corazón. "No, no estoy listo para un compromiso así. Ni tú tampoco. Pero estamos aquí, y algo en esto debe tener sentido, ¿no? Deseo que esto funcione, Penélope. Te respeto y valoro tu amistad, y haré todo lo posible para que esto no se convierta en un error."

Sus palabras fueron un bálsamo, pero la sombra de la duda seguía presente. "¿Y qué hay de lo que sentimos? No quiero ser una carga para ti, Colin. No estoy aquí solo para cumplir con el deber social", dijo ella, con los ojos vidriosos y la voz quebrada.

El silencio que se estableció entre ellos fue pesado, la sala aún resonando con el eco de la música de baile. Colin tomó un paso hacia delante, la decisión brillando en sus ojos. "Tal vez, solo tal vez, podamos redefinir este compromiso. No tengo todas las respuestas, pero creo que debemos ser honestos el uno con el otro. Lo que debería ser un matrimonio no tiene por qué basarse únicamente en expectativas. Quizá podamos buscar un camino que funcione para ambos."

Penélope se quedó perpleja. ¿Era posible construir algo deliberado a partir de tan frágil inicio? ¿Podrían ser más que un matrimonio motivado por la presión social? Y, al mismo tiempo, ¿podría Colin llegar a amarla, o seguiría siendo solo su amigo? La gratitud y el amor que había sentido por él eran profundos, y la idea de que este compromiso podría convertirse en algo real la aturdía, la llenaba de esperanza y miedo al mismo tiempo.

"¿Cómo lo haríamos?", preguntó al fin, su voz más suave, sus ojos buscando la sinceridad en los de él.

"Tomemos tiempo para conocernos de nuevo", sugirió Colin. "No me malinterpretes; no hay nada más importante que el respeto que siento por ti, pero creo que trabajar en una amistad más profunda nos permitirá establecer las bases de algo más significativo. Tal vez podamos divertimos con esto, incluso si es solo para descubrir lo que podemos ser."

Las palabras sonaron como una melodía en el aún tumultuoso corazón de Penélope. "Eso suena... diferente. Me gustaría eso, Colin. Me gustaría mucho."

Con una mirada renovada de determinación mutua, ambos comprendieron que el camino hacia el altar podría ser más complicado de lo que habían imaginado, pero a la vez, también podían elegir cómo caminarlo.

La sala de baile volvió a llenarse de risas, de música y movimientos. Colin y Penélope intercambiaron miradas cómplices, un nuevo entendimiento nublando un poco sus mentes. A partir de ese instante, sabían que el compromiso sería una travesía que valdría la pena. Uno que buscaría no solo cumplir con un deber, sino encontrar la esencia de lo que uno sería junto al otro.

Así comenzaba el viaje de Colin y Penélope, atrapados entre la presión social y el deseo sincero de conocerse. Cada paso sería una prueba, cada momento una oportunidad. Una danza en la que ambos aprenderían a encontrar su propio ritmo, mientras buscaban dar sentido a un compromiso que, quizás, en sus corazones, solo era el comienzo de una historia aún por escribir.

Por un beso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora