Epílogo.

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Una llamada al intercomunicador de su oficina la hizo quitar la mirada de los expedientes que estaba revisando. 

—¿Sí...?ㅡinquirió sin tanta atención. 

—Señora Manobal, es su hija menorㅡsu secretaria, Annie, comunicó con voz preocupada. 

—Pásamela rápidoㅡsu loba interior comenzando a inquietarse por su bebé. 

—Enseguida. 

El intercomunicador hizo un sonido extraño, como de interferencia, y pronto la dulce voz de Lexie se hizo presente. Un jadeo constante podía apreciarse desde el otro lado y junto a él varios gruñidos. 

Lisa frunció el ceño antes de acomodarse en su silla y agudizar un poco sus sentidos.

—Amor, ¿mi vida? ¿qué sucede?ㅡLisa llamó lo más suave posible.

—Duele, mamá... muchoㅡLexie dijo como pudo.

—¿Dónde duele? 

—Mi abdomen y mis encías... ¡duele, mamá! ¡ayúdame! 

Lisa sintió rasgar a su loba y aullar por socorrer a su hija. Siendo médico sabía exactamente que era lo que estaba sucediendo. Su bebé estaba experimentando su primer celo. 

Tarde o temprano ese proceso natural sucedería, Lexie ya tenía 15 años y faltaba poco para que se presentara pero la idea de que eso se materializara la aterraba. 

—Mi amor, estás presentando tu celo, ¿recuerdas que hablamos de esto?ㅡescuchó un murmullo del otro lado y lo tomó como una respuesta afirmativa— bien... ahora, ¿dónde estás? 

—En... la escuela... en el baño.

El corazón de Lisa se aceleró ante eso, definitivamente era peligroso que su niña estuviera en pleno celo y en la escuela. Ni siquiera sabía la casta de Lexie y de verdad temió al imaginarse que podría ser una omega. 

—Voy por ti, no te muevas de ahí. 

Lexie jadeó en respuesta y luego de un par de indicaciones más colgó el teléfono. Tomó rápidamente sus pertenencias personales, avisó a su secretaria para que cancelara todas sus citas y sin importarle nada más se montó en su coche. 

Condujo lo más rápido que las leyes le permitían. Incluso tuvo tiempo de enviarle un mensaje de voz a Jennie para avisarle de lo sucedido y comenzara a acondicionar las habitaciones del sótano. Su omega se aceleró más que ella, más que nada porque todavía estaba en el bufete y no sabía cuando podría salir de la reunión importante que la mantenía atrapada desde temprano.

Lisa estacionó el vehículo en doble fila, importándole poco si alguien lo retiraba. Ingresó con velocidad a la institución mientras agudizaba su olfato. Hizo caso omiso a los llamados de lo que creía era personal o guardias de seguridad y poco a poco pudo rastrear a Lexie. Olía fuerte y picante, una mezcla sumamente atrayente pero modificada levemente por el temor. Limón con almendras, pensó con una media sonrisa. Definitivamente una alfa. 

Se adentró al baño de la segunda planta del lugar y un gruñido alertó sus sentidos.

Lexie jadeaba, gruñía y se retorcía en el suelo. Su piel normalmente pálida ahora estaba de un tono rojizo y grandes gotas de sudor bajaban por sus sienes. 

La chica le gruñó apenas la divisó y exhibió sus colmillos nacientes. Lisa hubiese reído de su intento de amenaza si no estuviera lo suficientemente preocupada. Liberó un poco de sus feromonas para que Lexie lo reconociera y pronto la niña comenzó a sollozar. Las propias de su hija la atacaron con fuerza y las ganas inconscientes de gruñir se le formaron en el pecho.                               

¿Se agranda la familia? | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora