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𝕯𝖊𝖆𝖗 𝕷𝖚𝖈𝖊𝖗𝖞𝖘 𝙷𝚘𝚞𝚜𝚎 𝚘𝚏 𝚝𝚑𝚎 𝚍𝚛𝚊𝚐𝚘𝚗
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La platinada soltó un jadeo quejoso en el momento que el corset azul se ajustó a su cuerpo. Su dama abrió los ojos asustada al escuchar el sonido adolorido salir de los labios de la princesa y al instante pidió disculpas.
- Ya puedes irte, Jane - Murmuró con molestia Daenys - Y para la próxima se más delicada -
Le pidió mientras la muchacha asentía repetidamente entre chillidos y saliendo de los aposentos de la platinada.
- Deberías usar más el verde, se te vería mejor - Comentó Aemond examinando con su ojo todo el cuerpo de su hermana.
Todo ese tiempo el tuerto la había estado observando desde la cama con atención.
Daenys lucía muy bonita, pero siempre se había negado a utilizar aquel color. Simplemente no era de su agrado y le daban ganas de vomitar.
- No gracias, no me combina - Sonrió mirándose frente al espejo y pasando sus manos delicadamente por el vestido - El azul es más bonito como las olas del mar -
- Y el color de los Velaryon - Rodó los ojos con burla - Y eso que todavía no te casas con ese bastardo -
La chica se giró al instante con el ceño fruncido - Vuelve a llamarle bastardo y te quitó el otro ojo - Reclamó en alto valyrio.
Aemond rió divertido ante el pequeño temperamento de su hermana y se levantó de la cama para caminar hacía ella como un enorme depredador
- ¿Oh si, princesa? - La miró desde arriba con burla - Eres tan adorable cuando se trata del bastardo -
Ella se cruzó de brazos y lo miró con molestia manteniendo su ceño fruncido, achinando los ojos peligrosamente como un dragón cuando estaba furioso a punto de echar fuego.
