Por fin terminaron las clases, y mientras guardaba mis cosas en la mochila, Camille se me acercó, preguntándome sobre el ensayo que teníamos que hacer para la clase de Mitología Sobrenatural —una materia dedicada a estudiar seres místicos como vampiros, licántropos, y otros entes.
—Entonces, ¿quieres ser mi pareja? —preguntó con una sonrisa despreocupada.
La miré algo espantada cuando ella hizo su propuesta y ella debió notarlo, porque inmediatamente se rió y añadió:
—No, no, no, ¡jaja! Quiero decir, ¿quieres trabajar conmigo en el ensayo?
—Claro, tenemos una semana para entregarlo. ¿Te parece si empezamos mañana? —respondí, aliviada.Pero Camille frunció el ceño levemente, como si no le convenciera la idea.
—Yo sugeriría que lo comenzáramos hoy, para tener los últimos días libres, ¿podríamos ir a tu casa?—dijo con seguridad.Asentí, aunque me pareció raro que se interesara tanto en trabajar conmigo. En el instituto, era conocida que nadie se acercaba a mí, y muchos ni siquiera sabían dónde vivía. Aún así, la oferta de Camille me intrigaba. Siempre había sido amable, pero su insistencia me dejó pensando.
Noté una chispa en los ojos de Camille, un brillo que no había visto antes.
—Perfecto —respondió sin dudar
—¿Vienes en coche? —pregunté, con cierta curiosidad.
—En realidad, vine caminando —respondió ella, con una sonrisa que intentaba ocultar su nerviosismo y me pareció linda.
—Si quieres, vamos juntas en mi camioneta y en la tarde te llevo a tu casa— Camille me miró, sorprendida por mi propuesta.
—¿En serio? —dijo ella arqueando una ceja, dudando por un segundo antes de asentir—Sí, me vendría genial. Gracias.
—Genial, está en el estacionamiento. Vamos —dije, intentando sonar despreocupada, aunque por dentro sentí cómo mi corazón latía con fuerza. ¿Debería decir algo más? ¿O solo dejar que el silencio entre nosotras hablara?Mientras caminábamos hacia mi camioneta, me sentía extraña, como si la conversación hubiera abierto una puerta que había permanecido cerrada mucho tiempo.
Nos acercamos a mi camioneta y por instinto le abrí la puerta de copiloto a Camille, lo que ella agradeció con una sonrisa. Apenas la conocía, pero había algo en ella que me ponía extraña. Sin embargo, accedí. Supongo que, en el fondo, quería entender por qué su presencia me descolocaba tanto.
Subimos a la camioneta, y el aire dentro estaba algo cargado, aunque ninguna de las dos habló al principio. Me coloqué en el asiento de piloto, algo rígida, mientras encendía el motor y arrancaba en dirección a mi casa. La música de fondo era suave, pero no lograba relajarme. Miré el camino, observando cómo los coches del lado contrario pasaban rápido, sintiendo un nudo en el estómago.
—¿Estás bien? —preguntó Camille de repente, su voz serena, como si supiera exactamente lo que estaba pasando por mi cabeza.
—Sí, claro —respondí demasiado rápido, un claro signo de que no lo estaba.La verdad es que no sabía cómo sentirme. Camille era una chica que había conocido hacía poco, pero parecía haberse pegado a mí de una forma extraña. No era invasiva, pero su cercanía me hacía sentir que estaba siendo observada todo el tiempo, como si ella supiera más de mí de lo que yo misma entendía. Eso me ponía en guardia.
—No tienes que sentirte incómoda conmigo —dijo sin apartar la vista de la ventana, como si hubiera leído mis pensamientos.
La miré de reojo, algo sorprendida. ¿Cómo lo sabía? Sus palabras me hicieron sentir expuesta, y aunque me debatía entre hablar o mantener el silencio, opté por la segunda opción. No quería darle más detalles de lo que ya estaba captando. Pero el silencio entre nosotras se volvió más denso.
—Lo sé, es raro —continuó Camille, rompiendo otra vez el silencio—. Apenas nos conocemos, pero... siento que conectamos de alguna manera.
Esa palabra, "conectamos", me hizo sentir un escalofrío. ¿Conexión? No estaba segura de qué significaba para ella, pero en mi cabeza resonaba de forma inquietante. Le di un vistazo rápido antes de volver a mirar la carretera. Su rostro seguía calmado, sin rastro de duda o inseguridad. Eso me hacía sentir aún más nerviosa.
—No sé si lo llamaría conexión —respondí al fin, casi en un susurro—. Es solo... extraño.
—Extraño no tiene por qué ser malo —replicó, su tono amable, pero firme. Algo en su voz me hacía pensar que estaba acostumbrada a manejar situaciones tensas con facilidad.
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La Prueba de Los Elegidos
FantasyEn un mundo donde los jóvenes descubren sus habilidades, ser uno de los elegidos significa participar en los Torneos, una competencia extrema para demostrar su dominio sobre tierra, aire, agua o fuego. Estos torneos no son solo pruebas de destreza...