8.- Compras domesticas

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Ser naciones no les permitía vivir totalmente juntos, tienen responsabilidades, y ambos sabían que dejar solos sus hogares tanto tiempo los haría empezar a preocuparse por su gente. Es entonces que ambos decidieron vivir juntos por periodos de tiempo, regresaban a sus casas, arreglaban cualquier asunto y volvían a su casita compartida.

En este momento se encontraban ambos juntos, en el sofá viendo un programa estadounidense.

—No estoy entendiendo nada.

—No se trata de entender, Austria, se trata de apagar el cerebro un rato y disfrutar de colores bonitos.

En ese momento el reloj sonó marcando las dos de la tarde, el mexicano se levantó y dirigió a la cocina, el austriaco le preguntó a qué iba.

—Oh, iba a hacer de comer.

El austriaco volvió a ver el reloj y notó que en efecto ya eran las dos.

—Está bien, te ayudo, solo que creo que no hay nada en el refrigerador.

El mexicano abrió el aparato, notando que en efecto no había nada. Solían no dejar comida para evitar que esta se echara a perder en el periodo en que no estaban en esa casa.

México busco sus llaves, dinero, y un suéter.

—¿Me acompañas?

La pregunta ofendía, Austria tomó rápidamente su suéter y se apresuro a lado del mexicano.

[...]

El supermercado era grande, y había bastante gente.

—¿Qué quieres que preparemos? —Preguntó el austriaco

—Estaba pensando en que ambos podríamos buscar cosas variadas y luego intentar juntarlas, tal vez haya un platillo que contenga lo que ambos queremos.

El austriaco asintió y acto seguido empezó a buscar por los pasillos llegando al de vegetales.

"A México le gusta el tomate"

Pensó, entonces empezó a buscar algunos, junto con el ajo, la cebolla y el chile. Claro, eso no se le podía olvidar.

Quien sabe que podrían preparar con eso, pero algo se le ocurriría a Juan Carlos, siempre es así.

Cuando regresó al punto de reunión pudo ver a México vaciando ingredientes para repostería en el carrito.

—Perdón, creí que íbamos a preparar la comida.

—Me adelante al postre, perdón. Pero si quieres tu busca ahora algo para completar el postre y yo busco algo para la comida.

El austriaco asintió, y empezó a buscar nuevamente por los pasillos. Postres, ¿que le podía agregar a un postre? Tal vez cerezas, se dirige a buscarlas, al encontrarlas regresa al punto donde dejaron el carrito, pero no puede ver al mexicano por ninguna parte, en realidad, al ver el carro parece ser que no es el suyo.

Si bien tiene comida e ingredientes, contiene pasta con figuritas de personajes de Disney, sopas de letras, nuggets con forma de dinosaurio, entre otros alimentos un poco infantiles. Desconcertado empezó a buscar al mexicano, al encontrarlo empieza a interrogarlo por el carrito, a lo que él responde que lo dejó exactamente en el mismo lugar.

—Pero ahí solo hay un carrito con comida como para un niño de nueve años.

Escuchó un jadeo indignado, cuando vio al mexicano este tenia la cara sorprendida y algo indignada, con una mano en el pecho y los ojos ligeramente llorosos.

—¡¿Eran tus compras?!

Lo demás que ambos supieron del viaje fue que el mexicano se encontraba sumamente ofendido, el austriaco entre un montón de disculpas decidió redimirse preparando la comida de ese día: Sopa de figuritas de Disney acompañada de unos nuggets de dinosaurio con ensalada.

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⏰ Last updated: Oct 14 ⏰

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