Amelie Alonso, una chica con una infancia complicada, viviendo sus primeros años oculta del mundo, se revela la existencia de la hija del gran piloto español, Fernándo Alonso, haciendo que apartir de los 7 años se involucrara en el ámbito del automo...
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Esa misma pesadilla de siempre, Esteban sobre mi, besando mi cuello y pechos, yo forcejeando contra el, gritos desgarradores saliendo de mi garganta, pidiendo ayuda. Cosa que nunca pasó, ni porque estábamos en un hotel...
Me levanté de golpe, con la respiración agitada y gotas de sudor cayendo por mi frente.
Rápidamente unos brazos rodearon mis hombros, cosa que me sacó un leve respingo, al ver de quien eran los brazos me asusté aún más.
— Charles!!!
— Shhhh... sigue durmiendo, preciosa, solo fue una pesadilla.
— Q-qué haces aquí? — le pregunté, incorporandome en mi lugar.
—No se que pensó tu retorcida mente, pero anoche nos pasamos de copas, y tu padre nos dejó quedarnos aquí.
— Bien... pero por qué estas en MI cama.
— No me reclames, porque tu me pediste que me quedará contigo.
— Y si saltó de un puente, tu vas y lo haces?
— Depende, que me darías a cambio.
Rodé los ojos y me levante, me observé en el espejo y tenía todo el rimel corrido, al igual que el labial.
— A dónde vas? — me preguntó al verme salir de la habitación.
— Por un vaso de agua.
Asintió y se volvió a dormir, hombres.
Baje las escaleras, y vaya sorpresa la que me llevé al ver media parrilla de Formula 1 en mi sala.
George y Daniel dormían abrazados en un sillón, Lewis en uno individual, Checo y Max en otro, y Oscar, Yuki, Daniel, Pierre y Arthur en la alfombra.
Tomé una foto y me dirigí a la cocina, donde pegue un grito qué quizá hizo que medio mundo se despertará.
Lando estaba durmiendo sobre la barra de la cocina, muy cómodamente, y con una manzana que tenía una solo mordida en la mano.
¿Qué mierda?
Escuché que alguien bajaba las escaleras pero no le di importancia, me acerqué al refrigerador y tomé una botella de agua, me dispuse a tomarla, hasta que alguien la arrebato de mis manos, era Charles.
Quien sin pensarlo tomó de ella.
— Dame mi agua Leclerc.
— No.
— Leclerc...
— Como se dice?
Solte un suspiro y reí.
— Me das mi agua, por favor.
Sonrió y me la entregó, claro como ya se tomó más de la mitad.