Quiebre

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Sanji se presentó en la puerta del dormitorio de Zoro ese mismo día más tarde, había pensado en volver a casa y luego buscar una excusa, pero no quería estar solo después de todo lo que había pasado, así que se encontró a sí mismo en la entrada del peliverde unos minutos antes del toque de queda.

Zoro le sonrió en cuanto lo vio, Sanji jamás dejaría que esa sonrisa se borrara. Antes de que pudiera formular dos frases, el musgo ya lo había arrastrado dentro de la habitación y cerrado la puerta con seguro.

—¿Vas a dormir conmigo hoy?

Zoro parecía entusiasmado. Sanji no pudo más que asentir con la cabeza. De inmediato, el rubio fue guiado por el peliverde hasta la cama, y comenzó a besarle cariñosamente, afecto que fue devuelto de inmediato por el otro. Lo quería tanto, que incluso era capaz de olvidar que se encontraba mal, para hacerle feliz a él.

Y así fue, esa noche entre los besos y las caricias, Sanji se vio a sí mismo entregando su cuerpo al peliverde, dejando que tocara cada zona de su cuerpo, explorando cualquier lugar que el otro no recordara.

Lo sentía presionar dentro de él y no podía evitar que se le escaparan los gemidos, él mismo trataba de controlar el volumen de su voz. Se avergonzaba de lo que podía salir de su boca solo con un toque de las manos del otro, incluso una mirada era suficiente para hacer que se derritiera.

—De verdad te amo...—repitió Sanji de pronto.

—Yo también te amo.

—Pero en serio—insistió el rubio.

Zoro soltó una pequeña risita y asintió: —En serio yo también.

—Ojalá nunca dejes de quererme.

Zoro se preguntó a sí mismo porque Sanji había dicho eso, como si realmente existiera esa posibilidad, ni siquiera el peliverde se había cuestionado una sola vez la posibilidad de amar a otra persona, el cocinero había llenado cada lugar de su corazón, estaba aferrado a él, jamás podrían quitarle eso.

Tendrían que arrancarle el corazón primero.

~∆~

Sanji se sentó en la banca del campus frente a la escuela de artes, el sitio donde Zoro lo vio la primera vez sin que él fuera capaz de darse cuenta, sacó un cigarrillo con la intención de encenderlo, pero pronto se dio cuenta que no tenía tantas energías como para seguir todo el proceso, así que solo lo mantuvo en sus manos mientras mantenía la vista fija en el piso.

Habían pasado muchos días pero ¿cuántos? ¿Una semana? ¿ dos semanas? el recuerdo de la visita al médico se había hecho lejano para él y las palabras de Chopper le sonaban lejanas ahora, somo si en realidad nunca las hubieran dicho. Como si su discusión con Ace no hubiera sucedido, como si todo estuviera "bien".

— Sanji- ya...

El rubio se sobresaltó, ver a Law era como un fuerte golpe de realidad. De inmediato sus ojos se abrieron grandes mientras el ojeroso chico lo miraba con seriedad, llevaba a la espalda su equipo de Kendo y recordó que esta primavera Zoro defendería su título y luego entraría en el campeonato internacional.

No pudo evitar preguntarse si viviría para ver todo eso.

—No deberías fumar...— dijo Law indicando el cigarrillo apagado.

—Ah, esto... no pretendí encenderlo.

Law asintió y se sentó junto a él. Tomó el cigarrillo de sus dedos y lo guardó en el bolsillo de su abrigo. Luego apoyó su equipo en el suelo y comentó.

Love is in the rainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora