4. Por Segunda Vez

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—¿Cómo fui tan idiota para no haberme dado cuenta? —exclamó Lux aún llorando.

—Dicen que el amor es ciego, no en vano nunca me cayó bien, aunque jamás me imaginé que tuviera esos... gustos.

—Eso es lo que más me duele, si me hubiera engañado con una mujer creo que hasta lo hubiera perdonado, pero un hombre... ¿Por qué me mintió así?

—Ya no llores, por favor, no vale la pena que estés así, no por él.

—Es que no sabes el shock tan grande. Además, ve los papeles, es un estafador profesional.

—Pero sus días de vividor han terminado.

—Eran todos mis ahorros, Faye. Tengo muchísimas deudas.

—No te preocupes por eso, yo te ayudaré a cubrirlas.

—No, de ningún modo lo voy a permitir. Te lo agradezco, pero no es justo que tú pagues por mis errores.

—Para eso estamos las amigas y yo estoy en deuda contigo.

—Ni lo menciones. Sabes que eres una hermana para mí.

La seguí abrazando y cuando se quedó dormida la llevé a su habitación. Yo también estaba en shock, nunca me hubiera pasado por la mente que Kong no fuera heterosexual, lo había visto infinidad de veces con chicas en la universidad. Mi radar gay jamás me hizo sentir nada, y eso que no suele fallar nunca, ¿Sería reciente su cambio? ¿O simplemente era bisexual? Hablaría con él, esto no se podía quedar así.

Estaba acostada al lado de Lux viéndola dormir cuando de pronto una imagen vino a mi mente, el rostro de la chica de la noche anterior. Me pregunté qué estaría haciendo, si también ya estaría dormida. ¿Volvería a verla?

Pero, ¿Por qué pensaba en ella? Eso no estaba bien.

¿Acaso rompería las reglas esta vez? Cerré los ojos tratando de dormir.

—----

Cuando desperté, Lux ya se había ido a trabajar, me dejó una nota en la mesa de noche diciéndome que me sintiera en casa y desayunara lo que quisiera, me levanté y me dirigí a la cocina, abrí el refrigerador y saqué un bote de leche, me serví en un vaso y después tomé las galletas del anaquel de arriba, me senté frente a la mesa y al terminar le marqué a Kong y lo cité a las seis en el restaurante del Lingling Imperial.

Después fui a mi departamento, me bañé, me arreglé y luego fui a la oficina a ver qué pendientes tenía. A las dos almorcé con Lux, me dio gusto verla más tranquila, eso siempre se lo había admirado, no se clavaba mucho tiempo en las emociones, las vivía al máximo y en poco tiempo las hacía a un lado.

Más tarde me dirigí al Lingling Imperial, pasé a saludar a Lizzie y me quedé poco más de una hora platicando con ella y su mamá, estaban tan felices y agradecidas las dos, me alegraba poder contribuir con esos momentos. Iba saliendo de su habitación cuando el celular sonó, era un poco temprano para esas llamadas. Sin embargo, lo saqué y miré sorprendida el número, una sonrisa se dibujó en mis labios al ver de quien se trataba.

—Hola.

—¿Estás libre esta noche? —me sorprendió escuchar su tono sensual y me gustó.

—Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿Te parece?

—¿No podría ser más temprano? ¿A las 6:30? —¿Por qué querría verme más temprano? ¿Tendría algo que hacer más tarde?

—Lo siento, me es imposible a esa hora —Otra razón más para querer golpear a Kong.

—Está bien, entonces a las ocho —respondió un tanto desilusionada.

Libre hasta que apareciste en vida | FayeYokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora