Era un martes cualquiera, al menos eso creía yo en ese momento. Salí de una junta casi interminable, tenía el tiempo justo para ir a dejar mi auto al departamento, tomar mi maleta y dirigirme al aeropuerto. El tráfico estaba imposible, había habido un accidente de tres coches y bloqueaban dos carriles de la avenida, yo miraba desesperada el reloj, cuando finalmente llegamos, le pagué al taxista y le dije que guardara el cambio. Corrí por los pasillos del aeropuerto y al llegar al mostrador me dijeron que el avión estaba por despegar y que ya no podía abordar. Suspiré frustrada, no me quedaba más que comprar un boleto para otro día, en eso estaba cuando mi celular sonó.
—Hola, papá —Respondí al reconocer su número.
—Hola, hija. ¿Cómo estás?
—Bien, ¿Y tú?
—También. Hija, te llamo para pedirte un favor, ¿Sigues en Seattle?
—Sí, perdí el avión y creo que no hay vuelos para mañana. ¿Qué necesitas?
—¿Recuerdas a Lizzie? Una de las chicas que ayudamos en la fundación que tiene cáncer de estómago en fase terminal.
—Sí, es una chica de veinte años, ¿No?
—La misma, ¿Sabes? Nunca ha viajado y tiene la ilusión de estar hospedada en un hotel de lujo, en una habitación con jacuzzi y pensé que podríamos hacerle realidad ese sueño y ese es el favor que quiero pedirte, que le consigas una habitación en el Lingling Imperial por unos días para ella, su mamá y su enfermera.
—Por supuesto, Papá. Pásame su dirección y yo mismo paso por ellas para llevarlas.
—Gracias, Faye. Ahora te la envío por mensaje.
—No tienes nada que agradecer, sabes que me gusta apoyar en lo que se pueda. Ahora mismo llamo para reservar una suite.
—Okay, y entonces, ¿Cuándo vienes?
—Yo creo que hasta el fin de semana, quería tomarme unos días libres, pero ya que perdí el avión aprovecharé para visitar a Lizzie y hacer otras cosas.
—Bueno. Cuídate mucho, hija y de nuevo gracias.
—Ni lo menciones. Salúdame a mi mamá y dile que los veo el viernes.
—Hasta el viernes, entonces.
Salí del aeropuerto, tomé un taxi y le di la dirección de mi departamento. Llamé al hotel y pedí que reservaran una de las suites presidenciales a nombre de Park Lizzie y les dije que yo cubriría los gastos. Recibí el mensaje de mi madre Engfa con la dirección de ella y después de pasar por mi auto me dirigí hacia allá.
Su mamá me abrió la puerta, me recibió con un gran abrazo, mi madre Engfa ya le había llamado por teléfono para darle la noticia, me dijo que éramos unos ángeles y yo le sonreí. Mi madre Engfa sí lo era y, en dado caso que yo lo fuera, tenía las alas quemadas. Terminé por entrar a la casa y saludé a Lizzie que estaba sentada en el sofá, con una sonrisa en su pálida cara y la cabeza cubierta por un turbante para cubrir la calvicie a causa de las quimioterapias, le di un abrazo y la ayudé a levantarse. La encaminé al auto y después de que subió, me regresé por las dos maletas y las metí a la cajuela, en tanto su mamá y su enfermera subían también.
Me puse en marcha y manejé a una velocidad bastante lenta para mi gusto, normal para la mayoría de la gente y minutos después me encontraba estacionándome frente al Lingling Imperial, de inmediato nos abrieron las puertas del auto para bajar, saqué las maletas y el botones las metió al lobby. Yo misma me dirigí a la recepción por la tarjeta de la habitación y las acompañé hasta ahí, volvieron a agradecerme el gesto y les prometí que regresaría a verlas los días que estuvieran ahí.
ESTÁS LEYENDO
Libre hasta que apareciste en vida | FayeYoko
Fiksi PenggemarSegunda temporada de "¿Estás libre esta noche?". Yoko y Faye se conocieron de una forma poco común, una desconocida le dio a Yoko el número del celular de Faye. La noche de su cumpleaños la llamó debido a su soledad. Faye le impuso tres reglas a seg...