Ep. 5: Nunca me dejaras ir, ¿verdad?

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Los parpados le pesaban, sus pestañas parecían estar hechas de piedra, porque cada vez que trataba de abrir los ojos, su cuerpo la obligaba a cerrarlos.

Por fin, Riley logro abrir los ojos, descubriendo que no estaba en su apartamento, que era lo que esperaba, ya que el colchón que la sostenía y las sábanas que la cubrían eran mucho más cómodos que las suyas.

Trato de levantarse, vaya que lo intento. Pero volvió a caer cuando un dolor punzante en sus caderas, piernas y núcleo atravesó todo su cuerpo. Cerró los ojos y gimió bajo.

Entonces, las bochornosas imágenes de la noche anterior se volvieron a repetir en su mente. Una y otra vez. Parecían que querían torturarla con eso. Todavía puede oír en sus oídos sus gritos, los gemidos de Valentina contra su piel, sus desgarradores llantos y los enfermizos chapoteos de su sangre cada que entraba y salía de ella y la piel de aquella pelicastaña contra la suya en un choque constante y enfermizo.

Quería gritar de la agonía, rasgar cada parte de su piel donde las asquerosas manos de su violadora tocaron sus pómulos. Sentía la necesidad de rasgar todo su cuerpo y unos insaciables deseos de ver a esa asquerosa castaña en el suelo.

Lo primero que visualizo en el cuarto cuando su vista se enfoco fue un hueco a su lado derecho con sábanas y almohadas. Su corazón se apretó en su pecho al pensar haber dormido con ella en la misma cama. Quién sabe si le hizo otras cosas estando desmayada y en un estado completo de shock.

Se tapó los oídos, queriendo que los gemidos de Valentina y los gritos por parte de ella se detengan. Siente rabia en su interior y al mismo tiempo impotencia, y un asqueroso líquido seco manchaba sus muslos, no tenía que adivinar para saber que era su propia sangre manchando su entrepierna.

Estaba a punto de gritar de la agonía, mientras sus más dolorosas lágrimas quemaban sus amoreteadas mejillas. Peor alguien entrando a la habitación la detuvo en seco, porque quien vio al frente de ella la hizo callar casi de inmediato.

Valentina estaba frente a ella, con una bandeja de comida, y su gran sonrisa de mierda decorando su rostro. Parecía estar agitada y sudada, de seguro hizo ejercicio, porque vestía un top de ejercicio al igual que unos leggins grises.

V:-Buenos días, bebé-. (Dijo ella, claramente emocionada, como si todo lo que le hizo la noche anterior jamás haya sucedido del todo).

Dejó la bandeja de comida en una de las mesitas de noche, y con pasos lentos y tranquilos, se acercó a ella. Estaba a punto de acariciar si mejilla, pero Riley se apartó de inmediato de ella por miedo, pero no pudo hacer muchos movimientos por el punzante dolor en casi todo su cuerpo. Valentina en cambio chasqueo la lengua mientras se sentaba a su lado en la cama, y sin que pudiera negarse, terminó acariciando su mejilla muy suavemente, ignorando por completo algunos de los golpes que había en su piel.

V:-Te ves bastante agitada. ¿Por eso no me saludaste?-. (Dijo, trazando patrones invisibles por lo largo de la piel de su brazo, sintiendo como es que el cuerpo ajeno temblaba por sus toques).-Salúdame, eso es lo que hacen las personas todas las mañanas, ¿no?-.

¿En serio se atreve a decir eso, cuando anoche la trato y la insulto como una puta sin alma?

V:-Bien, no me saludes, después de todo, no lo necesito de todos modos-. (Su voz salió en un tono dolido y fingido, uno que sabía que era nada más que una manipulación, pero no pudo evitar sentir miedo por su mirada).

R:-B...Buenos gh...Días-. (Logró articular Riley con un hilo de voz, sintiendo alivio cuando su contraria volvió a formar una sonrisa cómoda).

V:-Te hice el desayuno. De seguro debes de tener hambre después de lo de anoche-.

Say You Are Mine- (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora