Ep. 10: Alguien ayúdeme...

182 15 10
                                    

Riley ya no podía estar ni un minuto más aquí, ni uno. Su mente y cuerpo no pueden con más torturas. Está a punto de explotar, ya no puede aguantar. Y todo se fue a la mierda cuando Valentina la cito en su oficina a media noche y le ordeno que se sentara frente su escritorio, con ella paseándose a su alrededor y viendo cómo se arrodilla frente a ella obediente, cuanto ama eso.

Primero, también se arrodillo frente a ella, tomo un puñado de su cabello para que levantara la cara, y presiono sus labios contra los suyos, moviéndolos rápidamente, los chasquidos entre ellos era lo único que se escuchaba entre las paredes de esa habitación. Mientras comía su boca de una manera desenfrenada, con su otra mano guio la ajena hacía su entrepierna, dando a entender una orden que Riley acato, ahogo un gruñido contra sus labios al sentir como frotaba su erección a través de la fina tela de su licra, ignoraba el hecho de que la rubia luchaba para no llorar o separarse.

Se levantó del suelo, Riley sintió un frio extraño recorrer sus labios al sentir los ajenos tomar distancia de ella. La castaña señalo la mesa.

V:-Levántate y ponte sobre la mesa, espero que no traigas ropa interior-. (Jadeo, lamiéndose sus labios que todavía tenían un poco del sabor de los de su contraria, ¿era fresa o cereza?...No, definitivamente fresa, lo sabe porque en la mañana le regalo una cesta de fresas frescas y dulces como una pequeña y sana merienda para una mujer tan hermosa como ella que debe cuidar su cuerpo de chucherías.

La rubia acato, con la cabeza gacha siempre hasta llegar a la mesa, Ortiz hizo a un lado todo para que se recostara boca abajo en ella, y mientras desabrochaba su pantalón, la hizo separar levemente las piernas.

V:-Relajate, solo será sexo nocturno; rápido y simple-. (Susurro con una pequeña risita, antes de dejar un beso en la oreja de su contraria, esta se estremeció al contacto y jadeo en sorpresa cuando tomo sus caderas y la penetraba, antes de moverse de una forma eficaz y dura).

Riley presiono su frente contra la mesa de madera, e hizo una mueca al sentirla moverse dentro y fuera. En un intento fallido por no intentar pensar en el ardor, repaso en su mente cada ventana y puerta de la mansión, buscando algún lugar para escapar o un hueco por donde huir, detallo con cuidado cada detalle, pero todo era inservible con la gargantilla en su cuello como rastreador y alarma por si traspasa el límite para ella.

A veces siente tanta impotencia que una parte de ella sabe que no tiene salvación, y que jamás podrá salir de ahí ni liberarse de las cadenas alrededor de sus muñecas y tobillos. Pero, otra parte le dice que no se rinda todavía, que aún quedan esperanzas para ella y su alma.

Mientras, Valentina gruño de placer cuando ya termino y caía sobre el cuerpo de la rubia. Esta sentía su respiración agitada en su nuca, y con un par de besos más salió de ella, dejándola libre.

V:-Buena niña, mi muy buena niña-. (Musito con dulzura, antes de separarse de ella para ponerse de nuevo sus pantalones).

...

Entonces, sus ojos brillaron y se agrandaron al ver el pequeño bote que se escondía al fondo de la alacena, era pequeño, pero traía pequeñas y peligrosa pastillas rojas denominadas "veneno para ratas".

Un foco se encendió en su oscura cabeza, revelando varias ideas, pero entre todas ellas destacaba solo una:

Envenenar a la mujer viendo televisión en la sala; Valentina Ortiz.

V:-Riley, ¿la cena esta lista? Ya tardaste mucho-. (Pregunto la castaña en la sala con cansancio y frustración).

R:-S...Si, ya casi-. (Tartamudeo ella, terminando los toques finales a la comida después de unos minutos, claro, sin dejar de lado la maravillosa idea en su cabeza).

Say You Are Mine- (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora