Capítulo 1:Blair Jenebive.

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Hoy es 5 de mayo de 2016. Han pasado poco más de dos años desde que Graciela sé casó con Lukas y desde que soñé con Sam.

Como él dijo, Ust había desaparecido. En todo este tiempo no he soñado con él y es agobiante. Con él me desahogaba, me hacía reir...

Sam y él me abandonan al mismo tiempo.

Ahora me encuentro trabajando en otro lugar de reponedora, colocando cartones de leche ordenadamente en su estante.
Me pagaban bastante bien pero el servicio era pésimo.
Y no hablemos de mi jefe.

Coloco algo malamente y ya se está quejando, dejo un momento de limpiar para beber agua y ya me está llamando la atención y gritando groserías.

Se cree el rey, y todos los que trabajamos aquí lo sabemos de sobra.
No podemos denunciarlo porque es algo poderoso y solamente significaría menos sueldo.
Aunque eso para mí no era un problema. Ya me he enfrentado varias veces a él cuando me toca la moral, pero tengo claro que si se vuelve a pasar de listo dejo el trabajo.

Si supiera quien soy de verdad me dejaría tranquila.

La mayoría éramos dentro del trabajo éramos mujeres, pero los hombres tampoco se escapan de sus gritos. Federico era uno de los pocos que se hacía respetar.

Mi jefe tiene alrededor de 25 años, el que decide quien se va y quien se queda.

Últimamente empezó a contratar gente por la apariencia física.

-Mierda. - musité cuando sentí que el cartón de leche que sujetaba se resbalaba estrellandose en el suelo y dejándolo todo perdido.

-¿¡Pero qué mierdas has hecho!?- me gritó el rey de Roma, Ian, acercándose a paso ligero y con los ojos ardientes de ira.

"Hazte la sumisa " me dije.

- Yo...mmm...ha sido sin querer. Es que estaba pensando en...-comencé pero fui cortada.

-¡¡Pues a ver si dejas de pensar en mi y te centras de una vez en el puto trabajo!!-gritó alzándo la voz, consiguiéndome intimidar.

-En eso no estaba pensando. -le dije bajando la mirada pero con voz lo más fría posible.

-¿A no?¿¡Y entonces porque bajas la mirada, tuerta?!¿Acaso te estas escondiendo de mi?-me gritó.

-De ti no se escondería ni un vagabundo moribundo, pero tu puta horrible cara me molesta a la vista.- hablé firmemente.

Acto seguido sentí el impacto de su mano abierta con mi mejilla, haciéndome caer al suelo del supermercado frente a él.

El ardor fue instantáneo.

-¡¡No me vuelvas a hablarme de esa manera, puta!!-me gritó. Se arregló su cabello negro y se relajó un poco.- Y ahora recoge todo lo que has liado.- me ordenó.

-Una mierda.- susurré en el suelo. Me levanté con lentitud, algo mareada.

-Perdón, no te he escuchado bien...¿Qué decías?-me dijo con demasiada ironía.

-¡Una mierda!¡Eso eres tú!¡Ves y limpialo tu con la lengua por que yo DIMITO!-le grité al mismo tiempo que le lanzaba a la cara el gorro del uniforme y me largaba de allí. Vi como Federico me preguntaba con la mirada si estaba bien pero yo no le contesté.

Salí y llegué lo más rápido que pude a mi casa subida en la moto.

Subí las escaleras y me dirigí al cuarto de baño para contemplar en el espejo el golpe.

La mano de Ian se marcaba a la perfección en mi rostro. Me ocupaba desde el ojo ciego, que es por donde se plasmaba el dedo anular, hasta un poco más abajo de la mandíbula.

Alma de dragón: Oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora