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Cuando Max y Sergio llegaron a Mónaco después de la carrera de Miami, no fueron recibidos por pancartas y abrazos, sino por cajas con decoraciones y pokemones por toda la casa, Patricio se veía en una conversación seria con su abuelo Jos mientras le enseñaba dos afiches de dos pokemones y Oscar estaba ocupado eligiendo lo que parecía ser el sabor de una torta con su abuela Marilú. Desde que los mellizos nacieron, sus abuelos se tomaron la gran responsabilidad de organizar sus fiestas de cumpleaños.

Todos estaban tan concentrados organizando los detalles de las decoraciones que no se dieron cuenta cuando ambos llegaron. Ya un poco acostumbrados a la escena, Max se encargó de cerrar la puerta y Sergio de subir sus maletas a la habitación. Aunque ambos se sentían cansados por el largo viaje en avión, no podían esperar para ayudar en la organización de la fiesta de sus pequeños.

—Oh, Max, querido, ¿Cuándo llegaron?

—Hola, mamá.—Max le dió un beso en la mejilla para luego abrazar a Sophie. Acabamos de llegar, Sergio está subiendo las maletas.

—Ni siquiera escuché que la puerta se abrió, pero ya sabes—Sophie hizo un pequeño gesto con la mano para señalar las pokebolas de papel que estaban arriba de la mesa—.—Estamos un poco ocupados.

Antes que Max pudiera decir algo, sintió cuando dos pequeños cuerpos se lanzaron contra el suyo, haciendo que casi perdiera el equilibrio. Miró al pequeño par que lo abrazaban con cariño y fuerza. Patricio y Oscar lo miraban con sus pequeños ojos cafés brillando y con enormes sonrisas en sus rostros. Max podía sentir cómo su corazón se derretía de amor cada vez que veía a sus pequeños.

—¡Papi, volviste!

—¿Y papá?—Preguntó Patito mientras miraba a su alrededor.—Lo quiero felicitar por su victoria

Cuando Max iba a responder noto a su esposo detrás de los niños, el mexicano puso un dedo en sus labios para indicarle que guardarla silencio, y se fue acercando poco a poco a los niños cuando estuvo lo suficientemente cerca de estos los agarro de los costados mientras les decía bu, los pequeños Pérez gritaron asustados al mismo tiempo que volvían a ver quién era la persona que los asustó, cuando notaron que era Sergio ambos se tiraron sobre él de la misma forma que había hecho con Max, solo que Sergio no pudo la suerte de mantener el equilibrio y se cayó con los niños sobre él.

—¡Papá, ganaste!

—Tuviste una gran carrera, papá, incluso con el principio que tuviste.

Los niños rodeaban a Sergio mientras le había mil y una preguntas sobre la carrera. Siempre que ganaba Sergio, estos se emocionaban más que cuando Max ganaba. Una vez les preguntó y ellos simplemente le respondieron: “Papi siempre gana”.

Aunque los niños los amaban a los dos por igual, tanto Sergio como Max sabía que si existía siempre preferencia hacia alguno de ellos, Patricio siempre buscaba el cariño de Sergio y siempre buscaba integrarse a los gustos de su papá aunque no los entendiera de todo, y Oscar siempre buscaba el cariño de Max y solo este podía calmarlo cuando tenía una pesadilla o algún dolor, Max y Sergio siempre decían que la razón de eso era que uno tenía más sangre mexicana y que el otro tenía más sangre neerlandesa.

—Sergio, hijo, no te había visto—El señor Antonio se acercó a su hijo para darle un abrazo.—Felicitaciones por tu primera victoria del año.

—Ya la cena está lista.—Les dijo Marilú mientras salía de la comida.—Vamos a comer mientras nos ponemos al día con todo lo que ha pasado esta semana.

El resto del día paso entre risas por las ocurrencias de los niños, Max y Checo hablaron sobre el fin de semana en Miami, y los mayores hablaron sobre los preparativos para la fiesta de los niños, ya estaba todo listo para que llegara el día de la fiesta, lo único que faltaba era el sabor del pastel de cumpleaños, aunque ya Oscar se había encargado de elegir el sabor del pastel, siendo el red velvet el elegido.

¿Quien es el padre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora