*Andy Pov.*
Mudarse no es sencillo y traer mis cosas de Nacional City a Seattle tampoco, requiere ayuda.
Además, no era la única que se estaba mudando a Seattle.
- Ya casi llevo la ultima caja, Andy. - Me dijo Maya y le asentí.
- Esta bien.- Acomode unas cajas para organizarlas y en eso llegó su mamá para tomar unas cosas mas.
-¿Por qué te la llevas, Andy?- Me preguntó su mamá.
Suspiré y me aseguré que no estuviera cerca para hablarle rápido.
—Sabes que no puede quedarse en Nacional City. —Le dije en un susurro y tomé una caja—. Tranquila, estará con Jack. Ya hablé con él, la cuidará.
—No me gusta esto. —Dijo su mamá negando—. Ella no debió elegir esa profesión.
Suspiré y la miré con intensidad para que me prestara atención.
—Sabes que lleva la vocación en las venas, igual que papá. —Le recordé—. No puedes frenar a que sea lo que nació para ser. Es una bombera, acéptalo.
Tras decir eso, nos miramos unos segundos y decidí terminar de llevar las cosas. En eso entró Maya y nos miró con sospecha.
—¿Todo bien? —Preguntó y le asentí.
—Sí, todo bien. Terminemos de llevar esto así entrego las llaves del apartamento.
Me enfoqué en eso, en terminar de llevar las cajas que irían a Seattle junto con las de Maya. Nos quedaríamos en un hotel al llegar a Seattle y su mamá se regresaba a Midvale. Luego de que todo quedó en el camión, lo envié y fuimos a entregar las llaves para correr al aeropuerto. Estábamos ahí y mamá nos miró antes de irse a su avión.
—Iré a verlas la semana que viene luego de que se instalen.
—Te estaré esperando. —Le dijo Maya y fue la primera en acercarse a darle un abrazo.
Miré a su mamá y la reté con la mirada. Suspiró y cuando se alejó del abrazo, miró a Maya con una leve sonrisa.
—Mucha suerte en tu primer día. —Le dijo y le dio una caricia—. Ten cuidado, por favor.
—Lo tendré, lo prometo.
Cortaron el abrazo y me dejé abrazar por su mamá.
—Buena suerte para ti también. —Me dijo y se alejó para sacar algo de su bolsillo—. Quiero darte esto, Andy... era del padre del padre de Maya, hablé con ella y deberías tenerlo tú.
No entendí a qué se refería hasta que me entregó la sortija de oro. La miré emocionada y sonreí.
—Es la alianza de matrimonio de su padre... —Dije y luego la miré casi llorando—. Gracias...
—Debí dártelo hace años... —Me dijo y nos miró a las dos—. Las amo. Cuídense. Y apóyense, no sean solo amigas, sean hermanas, cómplices.
—Tranquila, mamá. Nos cuidaremos. —Le dijo Maya y su mamá me miró, señalándola.
—Asegúrate de que coma bien, sabes cómo es con los batidos vitamínicos.
—Ya, tía. —Me quejé con una risa—. Vas a perder tu vuelo.
Se acercó una vez más y nos dio un abrazo, luego acomodó su bolso y se fue. Saqué nuestros pasajes y tomé nuestros bolsos. Fuimos a la zona de nuestro vuelo e hicimos todo lo que teníamos que hacer. Una vez dentro del avión, miré por la ventana.
ESTÁS LEYENDO
El corazón de un héroe
RomanceMaya Bishop es una bombera que se trasladado a la estación 19 de la ciudad de Seattle y que trae un doloroso pasado. Carina DeLuca es una doctora del Grey-Sloan Memorial con una situación personal algo complicada. Ambas, dedicadas a salvar vidas, no...