Capítulo Dos

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Fluke lo miró fijamente.

–¿A tomar algo como si...?

Fue a preguntarle si era como una cita, pero se calló a tiempo. Era una idea peregrina, absurda. Ohm Thitiwat tenía remordimientos y nada más.

–Sí, a tomar algo –contestó él–. Como si quisiera disculparme por haberte maltratado dos veces.

Efectivamente, no era una cita. Notó que algo se le hundía por dentro. Estaba siendo amable, nada más.

–Gracias, pero no hace falta. Es verdad que me colé en el desfile de París y tenía derecho a expulsarme.

Y a confiscarle la cámara...

Notó una punzada de dolor cuando se acordó.

–No es solo para disculparme. Me gustaría tomar algo contigo porque me gustaría conocerte mejor, me... intrigas.

¿Él, Fluke Natouch?

–Yo...

No terminó la frase cuando vio los destellos de unos flashes detrás de él.

Una famosa estaba marchándose y Fluke le hizo un gesto a él.

–¿No deberías volver?

–Ya he hecho acto de presencia –contestó Thitiwat sin darse la vuelta siquiera–.Ya he visto a quienes quería ver.

Fluke sacudió la cabeza. Él lo intrigaba...

–Señor Thitiwat, ese es su mundo y este, el mío – señaló una parada de autobús–. Gracias por la oferta, pero no creo que sea una buena idea.

–Me llamo Ohm –replicó él antes de que pudiera marcharse–. Señor Thitiwat me recuerda a mi padre... y no me gusta.

Fluke quiso preguntarle por qué, pero no podía.

–¿Te está esperando un novio? –siguió él con el ceño fruncido.

–No, vivo solo. Estoy... solo.
A medida que lo decía, sintió esa sensación de vacío que conocía tan bien. Un vacío que ya había intentado llenar con intimidad y que había sido un error inmenso.

Había eludido la intimidad desde entonces, pero la idea de alejarse de Ohm Thitiwat en ese momento estaba produciéndole una resistencia casi física por dentro. Además, solo era tomar algo, ¿qué peligro podía tener eso? Sin embargo, aunque tenía la sensación de que podía confiar en él en el terreno físico, el emocional podría será algo muy distinto y algo en lo que no había pensado.

–¿Entonces? ¿Qué te lo impide? –insistió él.

Solo era tomar algo. Se sintió ridículo. Estaba dándole demasiada importancia a lo que solo era una cortesía por su parte, aunque había dicho que lo intrigaba...

–De acuerdo, me parece muy bien.

A Ohm le sorprendió el alivio que sintió. La mayoría de las personas estaban deseosas de que las invitara a salir. Sin embargo, le había parecido que Fluke se lo había pensado. No estaba acostumbrado.

–Conozco un sitio que no está lejos. Iremos en mi coche.

Ohm mandó un mensaje para anunciar su llegada, se pusieron en marcha y se fijó en que Fluke agarraba con fuerza la mochila que llevaba en el regazo.

–¿Te pone nervioso ir de acompañante?

–Algo así –contestó mirándolo un instante.

–¿No conduces?

–No –Fluke sacudió la cabeza–. Además, no me hace falta viviendo en Londres.

A él le pareció que había algo más.

02-. Amor tras el escándalo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora