Capítulo Seis

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Pierre Gardin le dio su tarjeta.

–Si alguna vez quieres trabajar o ganar experiencia, llama a mi
oficina.

Fluke tuvo que contenerse las ganas de decirle que no, gracias.

–De acuerdo, y gracias por darme una oportunidad.

–Sabes lo que haces. ¿Me dijiste que eres autodidacta?

–Sí, pero mi padre era fotógrafo.

–¿Cómo se llamaba? Es posible que lo haya conocido.

Fluke notó que había alguien detrás de él antes de que pudiera eludir la respuesta. Era Ohm y había notado su presencia en un segundo plano todo el día.

–Si ya has terminado con Fluke...

Pierre miró a Ohm con un brillo en los ojos. Era impresionante cómo había pasado de la furia al sosiego. Efectivamente, era un artista temperamental.

–Claro, es todo tuyo, Ohm.

Ohm le tomó la mano y se lo llevó. Fluke se despidió con la mano de todo el equipo y de las modelos, que habían sido encantadores con él.

En el coche se sentó en el asiento de atrás.

–Muchas gracias por haberme dado esta oportunidad. Ha sido aterrador y maravilloso a la vez.

–Es la primera sesión en la que Pierre no descarga toda su ira contra su ayudante al menos una vez. No ha podido encontrarte ni una pega.

–Es posible que también tuviera algo que ver con tu presencia – replicó Fluke haciendo una mueca.

–No. Eres natural y estás mucho más preparado de lo que te crees. ¿Sigues queriendo hacerlo después de la experiencia de hoy?

–Sí –Fluke asintió con la cabeza–. Más que nunca, pero...

–¿Pero? –le preguntó él.

–La verdad es que no me interesa reflejar la perfección superficial. Me encantaría trabajar con modelos que fueran únicas y distintas y reflejar un ideal más auténtico, no solo una talla. Colores de piel, cicatrices, imperfecciones... Admiro a la modelo Kat Winters.

–¿Es la supermodelo que tuvo un accidente y perdió una pierna? –le preguntó Ohm.

–Sí, por debajo de la rodilla. Es todo un ejemplo.

–Creo que el sector podría aprender mucho con alguien como tú – comentó Ohm con una sonrisa–. La perfección es aburrida.

Fluke se sentía cohibido y quería desviar la atención otra vez hacia Ohm.

–¿Siempre quisiste trabajar en la empresa familiar? ¿No tenías otras ambiciones?

Ohm lo miró. No estaba acostumbrado a que le hicieran preguntas tan directas. Fluke se sonrojó al darse cuenta de que podría haberse pasado de la raya.

–No pasa nada, no es asunto mío...

Sin embargo, Ohm le tomó la mano para que no siguiera y él lo miró con esos ojos enormes todavía rebosantes de emoción.

–No quise tener nada que ver con la empresa durante mucho tiempo. Hasta ese punto odiaba a mi padre. Sin embargo, gasté tanta energía odiando a mi padre y protegiendo a mi hermana que no me quedó mucho sitio para decidir lo que quería. Cuando murió nuestro padre, mi hermano Mean convocó una reunión con Off y conmigo. Hizo que me diera cuenta de que la empresa ya era nuestra y de que teníamos el deber de devolverle el respeto y la dignidad, algo que mi padre había dejado por los suelos por la codicia y el desenfreno –Ohm torció la boca–. Aunque no nos criamos juntos y no se puede decir que estamos muy unidos, Mean hizo sus averiguaciones y nos dio los puestos para los que somos más aptos. Off se ocupa de las relaciones públicas y de la parte de hostelería y a mí me dio la parte de la moda y de las marcas. Creo que el que quisiera trabajar con nosotros, confiara en nosotros, tuvo más efecto del que nos habíamos esperado Off y yo. Mean podría haberse hecho con la empresa él solo, pero no lo hizo. Además, me gusta lo que hago... Me gusta la tarea de meter a la empresa en el siglo veintiuno. Ya no se trata solo de una imagen, las cosas están cambiando y la gente como tú estará en la vanguardia de ese cambio.

02-. Amor tras el escándalo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora