Capitulo Uno

807 58 1
                                    




París

Era uno de los hombres más guapos que Fluke Natouch había visto en su vida, y se daba cuenta cuando estaba rodeado de algunos de los hombres y mujeres más perfectos, físicamente, en uno de los desfiles más esperados de la Semana de la Moda de París.

Además, estaba en primera fila, y eso indicaba que tenía que ser alguien importante.

Estaba mirándolo fijamente y desvió la mirada alrededor del inmenso salón de baile que se había convertido en un bosque de cuento de hadas con árboles en la pasarela. El aire olía a los exclusivos perfumes de los cientos de invitados que iban de un lado a otro mientras esperaban a que empezara el desfile.

Todavía tenía el corazón acelerado por lo que acababa de hacer.

Había estado fuera del Grand Palais sacando fotos de los influencers que iban entrando cuando vio por casualidad que uno de los empleados del catering había salido a fumar un cigarrillo. Luego, cuando volvió adentro, se dejó entreabierta la puerta y aprovechó.

Sabía que si conseguía meterse en el foso de los fotógrafos oficiales, podría intentar convencerles de que era uno de ellos. Aunque no lo fuera, era un fotógrafo autodidacto y no podía conseguir una acreditación. De hecho, ya había algunos fotógrafos que estaban mirándolo con recelo.

Se inclinó un poco hacia delante para que el pelo le tapara la cara y esperó que no se dieran cuenta de que no tenía la tarjeta de identificación colgando. Le hervía la sangre de emoción. No había estado nunca en un desfile de moda y siempre había sido un sueño poder verlo desde tan cerca, como había sido un sueño llegar a convertirse en un fotógrafo de moda de verdad. Se había evadido con las revistas desde que tenía uso de razón había analizado durante horas el trabajo que hacían los mejores fotógrafos, redactores y estilistas.

Sin embargo, entrar en un sector tan cerrado como ese era como ascender al Everest sin oxígeno, era prácticamente imposible si no se tenían contactos o experiencia.

Sabía que no podía llamar la atención, pero tampoco pudo evitar mirar otra vez a ese hombre. Se le aceleró el pulso en cuanto lo vio.

Se dio cuenta de que no solo era guapo. Tenía algo impenetrable. No estaba hablando con nadie y tampoco miraba a nadie, solo miraba su teléfono de vez en cuando. Parecía relajado y alerta a la vez. Interesado sin mostrar interés, distante.

Supuso que era alto a juzgar por cómo dominaba el espacio que lo rodeaba. Tenía unas espaldas muy anchas, la cintura estrecha y el pelo muy corto y oscuro.

Sus rasgos hicieron que levantara la cámara y lo enfocara casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Se le paró el corazón por lo que vio por el visor. De cerca era impresionante. Tenía los pómulos prominentes y los ojos un poco hundidos. La boca era insinuante y tentadora, bien definida y sensual. La mandíbula era implacable y con una barba incipiente que la resaltaba.

La piel era ligeramente morena...

Entonces, giró la cabeza y sus ojos se encontraron directamente con los suyos a través de la cámara. Se quedó helado. Tenía unos ojos hipnóticos. Eran grises, fríos, escépticos, reservados...

Instintivamente, pulsó del disparador e inmortalizó su rostro para siempre.

Hubo un revuelo antes de que pudiera apartarse la cámara de la cara, lo agarraron del chaquetón y lo sacaron del foso de los fotógrafos.

–¿Quién eres y por qué estás sacándome fotos?

Fluke, aturdido, se dio cuenta de que su voz era como todo él: profunda, autoritaria y con cierto acento extranjero.

02-. Amor tras el escándalo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora