♚𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕♚

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Es interesante como las perspectivas cambian, como es que solías ver algo tan normal, como un simple pájaro, como para después querer ser uno de ellos, suena descabellado, de hecho, puede que no tenga sentido, pero no necesita tener sentido, no necesito que otro lo entienda, basta con que yo sepa que es lo que siento. He estado encerrada en un mundo en el que quizás no pertenezca, en un lugar donde las paredes no son de piedra, sino de leyes, de críticas y, sobre todo, de estatus; rodeada de guerras y de peligro...

De injusticia.

— Alteza — La suave voz de la Thea, quien estaba arreglando mi ropa en esos momentos hizo que supiera de quien se trataba. Me volteo hacia mi hermano, quien está parado con una sonrisa y una caja en manos.

La mirada de Avel recorre el magnífico vestido que la costurera había confeccionado a toda prisa, pero con dedicación y mucho detalle, acatando cada instrucción que mi madre le había dado, el corsé se ajusta perfectamente a mi cintura, de una forma en la que cuesta respirar, el escote resalta mis pechos y desde el corsé se forma un camino de pequeñas flores que recorre hasta el final de la larga y pomposa falda.

Thea se aparta de mí, dando espacio para que mi hermano se acercara, sin embargo, ella no sale de la habitación, lo cual agradezco, no tengo muchos ánimos de quedarme sola con mi hermano, no tengo ánimos de sonreír o tratar de ser cortés, quizás fuera por la falta de comida, quizás por el miedo de que en unos momentos tendré que partir a la boca del dragón como ofrenda.

— He de decir que es un hermoso vestido para una horrible ocasión — No pronuncio una sola palabra, solo lo observo, mis ojos repasan lo bien arreglado que está para presentarse ante el pueblo y para despedirse, su cabello castaño claro está bien peinado esta mañana hacia atrás.

— Ni una sola palabra, ¿eh? — Avel, camina hacia mí con la caja en manos, su mirada sin apartarla de mí, parece estar de buen humor, pues no me ve con ojos de asco o insignificancia.

Hasta estar cerca de mí, me ofrece la caja, una caja de madera, con un corazón tallado en la tapa y con mi nombre en el centro, la tomo curiosa, dentro de la caja hay diferentes tipos de jabones y de perfumes, también cremas. En una situación diferente, habría quedado conmovida.

— Son los mejores cosméticos del reino de Neona, creado con las mejores plantas llenas de nutrientes.

— Gracias...— Aunque la verdad hubiera preferido no recibir nada.

— Hay algo más— Avel saca un collar de su bolsillo. La correa era de plata; la piedra era transparente de un tono verde opaco, como si estuviera difuminado, rodeando a la piedra había pequeños diamantes.

— No era necesario tanto — doy un paso hacia atrás, recordando que si daba otro paso caería por la ventana.

— No digas eso. Este collar esta hecho especialmente para ti, la piedra y los diamantes fueron extraídos del río de las montañas majdmad, el llanto de los dioses. Date la vuelta.

La danza de dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora