† ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ 6 †

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(Inumaki Toge)

De cierta manera, jamás imaginé que podría sentir tanto por una mujer. Era un deseo tan profundo que anhelaba apretarla contra mi cuerpo y nunca dejarla ir. La idea de tenerla como mi mayor tesoro me llenaba de una mezcla de emoción y posesión. Quería protegerla, pelear por lo que consideraba mío, encerrarla en una caja de cristal, un lugar solo para mí, donde pudiera apreciar su belleza, como si fuera una obra de arte, una pintura que da sentido a mi existencia en este momento.

Deseaba decirle que la quería a mi lado, que quería hacerle el amor una y otra vez, explorar cada rincón de su ser. Imaginaba perderme en su cuerpo hasta quedarme sin aliento, dejar en su piel marcas de mis besos, chupetones que contarían la historia de nuestra conexión.

Min Yenlie había despertado en mí un deseo que no sabía que existía. No estoy enamorado en el sentido tradicional, pero hay algo en ella que me atrapa; es un amor extraño, uno que mezcla el deseo de hacerla sufrir, pero de una manera deliciosa y delicada.

Quiero que me quiera solo a mí, que yo sea su único deseo, su única visión.

He estado desquiciándome por ella durante dos años, dos malditos años en los que logré guardar mi secreto hasta que Sukuna, sin querer, abrió la boca y arruinó mis planes. Pero si esta es la única manera en la que puedo estar junto a ella, disfrutar de su compañía y de su esencia, lo acepto. Estoy dispuesto a enfrentar las consecuencias, incluso si eso significa arder en el infierno por mis pecados. Porque cada momento con ella vale la pena, y estoy dispuesto a luchar por lo que siento, sin importar el costo...


Duerme... — Le ordené a Yen haciendo que cayera más dormida de lo que estaba. Me acerqué a ella a tomarle su pulso, ví su sangre salir por su frente y como su piel se ponía más pálida con el pasar de los segundos.

— ¿Dónde vas, Sukuna? — Escuché a Megumi hablar.

— Saldré un rato, si quieren denle atención a la herida de su frente, no me importa —. Mi mirada se dirigió a él que se acomodaba su ropa y salía de ahí desapareciendo de mi visión.

— ¿Necesitas ayuda? —.

— Salmón...

— Entonces la llevaré al cuarto en el que estaba antes para que atiendas sus heridas.

— Salmón —. Me alejé un poco de ella para que Itadori la cargara y la llevara a la habitación mientras lo seguía.

...

Después de que Itadori me dejara a solas con ella, me dirigí a la puerta y aseguré el cerrojo, sabiendo que nadie podría interrumpirnos. Aunque era consciente de que nadie intentaría detenerme, me gustaba tener la certeza de que todo estaba bajo control. Luego, me acerqué a Yen y, con delicadeza, le quité el pañuelo que le cubría la boca y desaté sus brazos, liberándola de las ataduras que la mantenían prisionera.

† 𝙲𝙰𝚄𝚃𝙸𝚅𝙰 † | Jujutsu Kaisen |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora