Mientras tú sigues haciendo lo que haces todos los días. Hay sombras que te siguen, ojos que te observan, manos que desean tocarte, mente que crea escenarios contigo y una mente macabra esperando el momento exacto para atacar.
|Libro turbio +18|
|N...
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...★.
— ¡Señor Ijichi! —. En ese momento sentí un alivio en mi pecho, de seguro sólo fue mi imaginación, estaba tan asustada de que Sukuna me encontrara que imaginé su voz. Ijichi estaba frente a mí con cara de confundido y a la vez sorprendido de verme por aquí, se supone que mi casa está en este bosque y él se encargó de que todos mis muebles y seguridad estén ahí. ¿Qué hago yo fuera de mi casa y más a estas bajas temperaturas del frío?
Me sentí un poco perdida, como si la realidad se desvaneciera entre el miedo y la confusión. La presencia de Ijichi me brindaba un poco de calma, pero la inquietud de haber salido de mi refugio me llenaba de preguntas. ¿Debía explicarle lo que había sucedido? ¿O era mejor mantenerlo en secreto para protegerlo también? El frío me calaba los huesos, y el viento parecía susurrar advertencias sobre lo que podía acechar en la oscuridad.
— Señorita Min, parece que vió a un muerto. ¿Qué hace usted por aquí? levántense, usted se ve en muy mal estado—. Tomó mi botella y la destapó, se la quité de la mano y me tomé la mitad.
— Muchas gracias —. Él me ofreció su mano y la tomé inmediatamente levantándome, tomé mi mochila y él me dió su gorro para el frío.
— Tome, usted no debería estar pasando este tipo de fríos.
— Ay no, muchas gracias.
— Usted lo necesita — después de tantas insistencias por unos segundos más, finalmente agarré el gorro y me lo puse en la cabeza. Empezamos a caminar y la curiosidad me invadió.
— ¿Qué hace por aquí?
— Mi mujer y yo nos estamos quedando por aquí, y en cuanto a tu pregunta, una de mis mascotas se escapó y la ví entrar por aquí pero no la encontré. Volveré mañana temprano.
Caminamos en silencio, los lobos aún se escuchaban por nuestro alrededor y tenía miedo, veía las siluetas de los enormes árboles moverse de una manera aterradora, como si ellos supieran la tensión o lo que se escondía debajo de ellos. Frotaba mis manos levemente por el frío, hasta que Ijichi decidió hablar de nuevo:
— Señorita Min, no respondió mi pregunta.
— Disculpe, ¿Qué pregunta?
— ¿Qué hace usted por aquí? — dudé en responderle, después de unos segundos más caminando en silencio decidí hablar pero me interrumpió.
— Eso no es de tu incumbencia —. Habló una tercera voz que lamentablemente sí reconocí y que no fué mi imaginación.
Era Sukuna, apareció delante de nosotros con una pistola en mano y con un lobo negro y uno blanco a su lado izquierdo y derecho, me quedé helada, mi corazón dejó de latir en ese mismo instante.
