Fiddleford pasaba por una tienda de mascotas. Le gustaba ver a cada animalito que había, hasta que se topo con un ajolote en su pecera. Normalmente McGucket solo entraba a las tiendas, recorría todos los animales rápidamente y se iba sin más, pero esta vez fue diferente ya que se paro en frente de la pecera del pequeño ser acuático.
Luego de quedárselo viendo por varios minutos se dio cuenta que este le recordaba a su amigo Ford, nunca había visto al castaño con una mascota. Todos a los que el otro llamaba sus mascotas eran seres que casi los llegan a matar, Fidds quiso comprar al ajolote y llevarlo a casa para al fin ver a su compañero con una mascota normal.
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Obviamente Fiddleford tardo más de lo esperado en llegar a la cabaña ya que aparte de las compras llevaba una gran pecera debajo de su brazo, aún así no pudo evitar sonreír todo el camino eh incluso al llegar al laboratorio seguía teniendo esa sonrisa.—¡Ford!, anda ven. Ve a este pequeñito.— Dijo refiriéndose a la pecera.
Stanford respondió a la insistencia de Fidds y miró dentro encontrándose con un animalito rosa el cual no reconocía su nombre. Rápidamente al ver eso, Fiddleford le empezó a explicar que era un ajolote y que le recordaba a él por sus patillas.
A Ford le pareció gracioso el pequeño animalito y al mismo tiempo su curiosidad empezó a hacerse evidente por lo que se puso a investigar sobre los ajolotes.
Aparentemente este pequeñín era un anfibio raro que en la mitología azteca significaba renacimiento ya que al parecer si le cortabas uno de sus brazos podían volverlos hacer crecer algo que para la perspectiva de Stanford era algo muy asombroso.
—Pensé que te gustaría y aparte te puede hacer compañía cuando yo salga.— Ford al escuchar esto se puso a pensar si realmente se sentía solo cuando Fidds no estaba con el, la verdad no gracias a que su musa lo visitaba cuando el "campesino" se iba, el castaño se mordió la lengua. Si su compañero supiera del ser que le da conocimiento en lugar de recibir una mascota de regalo, recibiría un viaje directo a él manicomio.
—¡Gracias!, es muy bonito.— Dejaron la pecera en el escritorio de Stanford y luego de un rato decidió llamarlo Frilliam.
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Había pasado ya algunos días que Stanford le había dado cuidados a Frilliam, le parecía curioso como sus pequeños brazos se movían en el agua junto con esas ¿aletas? Que tenia en la cabeza y el como parecía que todo el tiempo sonreía calidamente.—Oye, saldré un rato para visitar el pueblo y comprar una que otra cosa para la cabaña.— Ford solo asintió mientras escribía su diario y escucho la puerta principal cerrarse.
El silencio de la habitación fue interrumpido por una risa frenética.
—¡Oh!, ¿qué es esta cosa horrenda de aquí?— Dijo el triángulo de un solo ojo mirando con asco la pecera posada en el escritorio con una luz encima.
—Hola, primero que nada. El es Frilliam, un regalo de mi asistente.— Ford al fin volteo a ver hacia arriba encontrándose con su musa, Bill Cipher.
—Ugh... es tan fea, ¿por qué la aceptaste cerebrito? Esto no es nada tu estilo.— Ford se sintió avergonzado ya que el solo lo acepto porque le pareció curioso y algo bonito, al mismo tiempo por modales.
—Solamente no quería hacer sentir mal a Fidds...— Al decir esto intento no mirar directamente desviando su mirada a cualquier otra cosa en la habitación.
—Deberías de dejarlo por ahí, no me parece nada agradable. Solo mira su horrorosa cara... mi recomendación es que te deshagas de él, seis dedos— Ford se sintió mal por el pequeño animalito, no podía dejarlo por ahí tirado como basura, el invierno se acercaba y no quería que Frilliam se congelará en alguna parte de él bosque.
—N-No te preocupes, musa, la próxima vez que aparezcas... no lo volverás a ver
— Stanford se sentía mal, pero aún así no podía desobedecer a su musa.
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—¿Ford?, eh regresado.— Fiddleford cerró la puerta detrás de él y al no escuchar respuesta fue a ver donde había visto por última vez a Stanford percatandoce rápidamente de que la pecera en el escritorio ya no estaba y Ford seguía escribiendo como un loco en el diario.—¿Qué le pasó a Frilliam?, ¿dónde lo pusiste?— Empezó a preguntar intentando disimular su tono triste, aún así se notaba mucho su tristeza.
—Umh... pensé que con el invierno no soportaría estar aquí, aparte de que no se darle los cuidados necesarios. Decidí dejarlo en una tienda de mascotas...— Fiddleford comprendió la situación pero al final de todo se seguía sintiendo triste ya que se había encariñado con la pequeña mascota rosita.
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-Nos encontramos de nuevo con este capítulo de él fanfic.
La verdad tenía muchas ganas de escribir sobre esta mascota que tuvo Ford pero al mismo tiempo no había mucha información de la misma, por lo tanto el capítulo es un poco corto.
Espero este nuevo capítulo les haya gustado y les escribo en el próximo, ¡bye, bye!
856 palabras.
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♡°•Mente traicionera•°♡ [Fiddlestan-Fiddauthor]
FanfictionFiddleford viaja hasta la cabaña de Stanford a crear un portal pero debido a sus interacciones empieza a tener pensamientos sobre como sería todo si fueran más que compañeros de trabajo. Luego Fiddleford se encuentra con el gemelo de Stanford, Stanl...