♡°•Mente traicionera•°♡ [Fiddlestan-Fiddauthor]

Capítulo 6. "Tijuana".

El sol empezaba a asomarse en la cabaña y Fiddleford seguía dormido en esa cama solitaria. Empezó a despertarse lentamente, al ver bajo las sábanas y enterarse que se encontraba desnudo, su cabeza dio vueltas. Le dolía la cadera, tenía una gran resaca y su cuerpo estaba lleno de chupetones. Aún no procesaba bien la información cuando un líquido caliente se deslizó por su entrepierna. Decidió ir a bañarse inmediatamente.
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Al salir decidio platicar con Stanford de lo que había sucedido. Por lo que fue a buscarlo.

Ford se encontraba haciendo unos cálculos en el sótano, pensó en su musa. Hace tiempo que no la veía ni en sus sueños, tal vez más al rato trataría de comunicarse con el. Mientras pensaba su amigo entró a la habitación.

-¿Stanford?... umh, quiero hablar muy seriamente de lo de anoche- Fiddleford iba a empezar a decir todo lo que lo atormentaba desde que despertó cuando Ford lo interrumpió.

-Mira, Fiddleford, la verdad no tenemos mucho que hablar de eso. Los dos estábamos en estado de ebriedad...- McGucket al escuchar que lo que para el había sido una buena noche para el otro solo era un "accidente" y empezó una pequeña discusión entre los dos.
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Mientras tanto, en Tijuana.

Stanley se estaba empezando a quedar sin dinero, en su bolsillo solo quedaba un billete de un dólar junto con basura.

No sabía cómo iba a hacer para comprar algo de comer, un buen establecimiento o... un poco de droga, simplemente para su satisfacción. Hace tiempo había empezado a vender droga y como buen vendedor, tenía que probar su producto. Esto obviamente lo llevó a una pequeña adicción.

Lo único que le quedaba era su auto rojo que nunca se le pasaría por la mente vender, pero, este también se había quedado sin gasolina. Tuvo que ir a pie para buscar algún trabajo donde le pagaran bien por trabajar poco, también le funcionaria una nueva idea para estafar a la gente aún que ya no quería regresar a la cárcel por estafador... Al mismo tiempo le quedaba la opción de robar, pero no quería llegar a esos extremos.

Se hacía algo tarde, la noche empezaba a caer y Stanley no tenía ni un solo centavo, se la había pasado todo el día buscando algo pero no encontró nada. Sus piernas estaban cansadas por lo que se freno en un callejón algo oscuro a tomar un respiro cuando vio a un tipo acercarse a él.

- ¿Qué tal?, hace rato que estas dando vueltas por aquí... parece que necesitas dinero, y quizás si haces algunas cositas por mi te daré el dinero más un extra- el tipo sacó una bolsa con un polvo blanco, si, era droga, aparte de eso traía unos billetes de 100 dólares.