Capítulo 7: Un Refugio de Amor

1 0 0
                                    

La semana siguiente a su conversación sobre el viaje a la cabaña, Felix y Hyunjin se sintieron como si estuvieran en una burbuja de felicidad. La ansiedad que habían sentido antes de abrirse a sus compañeros se había desvanecido, y el apoyo que recibieron los llenó de una nueva energía. Cada encuentro, cada mirada cómplice y cada susurro se convirtieron en una celebración de su amor.

Finalmente llegó el día de su escapada. Con una mochila llena de provisiones y una emoción palpable, se encontraban en el auto, conduciendo hacia la cabaña en la montaña. El paisaje se volvía cada vez más hermoso a medida que avanzaban; los árboles se alzaban imponentes, y el aire fresco y limpio llenaba sus pulmones.

—No puedo creer que finalmente estemos haciendo esto —dijo Felix, mirando por la ventana con una sonrisa. —Este lugar se ve increíble.

—Sí, es perfecto —respondió Hyunjin, sus ojos brillando de emoción—. Solo nosotros, lejos de todo. No quiero pensar en nada más que en disfrutar de nuestro tiempo juntos.

Cuando llegaron, la cabaña era todo lo que habían imaginado. Rodeada de árboles, con un pequeño porche y una vista impresionante de las montañas, parecía un refugio hecho a medida para ellos. Una vez dentro, la calidez del lugar y el aroma a madera les dieron la bienvenida, y Felix sintió que la tensión de la ciudad desaparecía por completo.

—Vamos a hacer algo de comer primero —sugirió Felix, buscando en la nevera mientras Hyunjin revisaba el espacio.

—Yo puedo ayudar —respondió Hyunjin, acercándose. —Siempre quise cocinar contigo.

Felix sonrió ante la idea. Juntos comenzaron a preparar una sencilla pasta. Mientras picaban los ingredientes, la cocina se llenó de risas y momentos de complicidad. Hyunjin lo miraba con ternura, disfrutando de cada instante que compartían.

—Esto es lo que realmente quería —murmuró Hyunjin, mientras revolvía la salsa en la olla. —Momentos simples contigo.

—Yo también —dijo Felix, sintiendo que su corazón se expandía con felicidad—. No necesito más que esto: estar contigo y hacer cosas cotidianas.

Después de una cena deliciosa y reconfortante, decidieron salir al porche para disfrutar del atardecer. Se acomodaron en un par de sillas de madera, mirando cómo el sol se ocultaba tras las montañas, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados.

—Es hermoso —susurró Felix, sintiendo que el momento era perfecto.

—Sí, y es aún mejor porque estoy contigo —respondió Hyunjin, tomando la mano de Felix y entrelazando sus dedos. La calidez de su toque envió una oleada de placer a través de Felix, y supo que estaba donde debía estar.

A medida que la noche caía, encendieron una pequeña fogata en el patio trasero. El crepitar de las llamas llenó el aire, y se sentaron juntos, disfrutando de la atmósfera tranquila. La luna brillaba intensamente, creando un ambiente mágico que invitaba a la intimidad.

Hyunjin se giró hacia Felix, su expresión se tornó seria. —Quiero que este fin de semana sea especial. Quiero que exploremos lo que somos, sin límites.

Felix sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Te refieres a…?

—Sí —interrumpió Hyunjin, acercándose más—. Quiero estar contigo, sin reservas. Sé que hemos estado esperando el momento adecuado, y creo que este es.

Felix sintió cómo su corazón latía más rápido. —Estoy listo. Pero solo si tú lo estás también.

Hyunjin sonrió, y en sus ojos había una mezcla de deseo y amor. —Estoy más que listo.

La chispa entre ellos creció, y poco a poco se acercaron, sus labios finalmente encontrándose en un beso que parecía haber estado esperando toda la vida. La conexión era intensa, y el deseo comenzó a encenderse. Las manos de Hyunjin recorrieron la espalda de Felix, mientras este respondía con caricias en el rostro de Hyunjin, profundizando el beso con pasión.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban entrecortadamente.

—No puedo creer lo afortunado que soy de estar contigo —dijo Felix, sintiendo una mezcla de emoción y vulnerabilidad.

—Y yo de estar contigo —respondió Hyunjin, su voz suave y sincera—. Quiero hacer de esto algo inolvidable.

Con el ambiente de la noche como telón de fondo, se dejaron llevar por el momento. La fogata proyectaba sombras danzantes a su alrededor, y cada caricia se sentía como un regalo. Hyunjin tomó la mano de Felix y lo condujo hacia el interior de la cabaña.

Una vez adentro, la calidez del espacio envolvió sus cuerpos. La luz tenue del lugar creaba una atmósfera íntima, perfecta para lo que estaba a punto de suceder. Hyunjin tomó la iniciativa, guiando a Felix hacia el sofá, donde se sentaron juntos, aún tomados de la mano.

—Quiero que sepas que esto significa mucho para mí —dijo Hyunjin, mirándolo a los ojos—. No quiero apresurarnos, pero quiero que sea especial.

Felix asintió, sintiendo la sinceridad en sus palabras. —Lo sé. Estoy aquí contigo, y solo quiero disfrutar de este momento.

Hyunjin se acercó lentamente, sus labios rozando los de Felix, en un toque suave pero cargado de electricidad. A medida que sus besos se intensificaban, Hyunjin deslizó su mano por la cintura de Felix, atrayéndolo más cerca.

La piel de Felix ardía de deseo. Se entregó a la pasión, dejando que sus cuerpos se acercaran. Los besos se volvieron más profundos, y la necesidad de estar juntos era casi abrumadora.

—Eres todo lo que he querido —murmuró Hyunjin entre besos, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.

Felix, envuelto en la calidez de su amor, le respondió con un leve gemido. —Y tú eres todo para mí.

Con una determinación renovada, Hyunjin comenzó a explorar el cuerpo de Felix, sus manos acariciando suavemente su espalda y sus costados. Cada toque encendía una llama en Felix, quien se dejó llevar por el momento, sintiendo que su amor se manifestaba de una manera nueva y emocionante.

Mientras las caricias se intensificaban, Hyunjin comenzó a desabrochar la camisa de Felix, exponiendo su piel al aire. Felix se estremeció al sentir el contacto, y la anticipación llenó el espacio entre ellos.

—Quiero conocerte por completo —susurró Hyunjin, sus ojos oscuros llenos de deseo.

La conexión entre ellos era palpable. Con cada caricia y cada beso, se adentraban más en la profundidad de su amor. En un instante, todos sus temores y dudas se desvanecieron, dejándolos vulnerables, pero completamente seguros el uno del otro.

El tiempo se detuvo mientras exploraban cada rincón de su relación, sintiendo que cada encuentro se convertía en un ladrillo más en la construcción de su amor. Habían esperado este momento, y no había vuelta atrás.

Bajo la superficieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora