Lo que me debes

21 7 0
                                        

-¿Y cómo te va con esa chica?- preguntó Sunghoon pasándome una lata de Cocacola. Sí, Cocacola. Ya no bebía tanto como antes, solo si había alguna fiesta.
-¿Tn?
-Sí, ¿cómo es?- muy difícil de describir. ¿Qué palabras podía utilizar? Ninguna que estuviese en el diccionario.
-Es... es...
-Nunc te había visto quedarte en blanco. Debe de ser genial- y mucho más que eso. ¿Desde cuándo me había vuelto tan cursi? Desde que la conocí.
-Lo es- asentí con la cabeza y bebí un poco más de la lata de refresco- ¿Qué tal tú?
-Más o menos, tengo un problema- fruncí el ceño, Sunghoon no era mucho de tomarse las cosas en serio.
-¿Qué pasa?
-¿Recuerdas a ese hombre que te habló cuando me acompañaste a...?-no terminó la frase por si acaso alguien nos escuchaba.
-Sí- respondí secamente. No me gustaba lo que Sunghoon hacía allí.
-Le debo dinero- mierda. Mierda.
-Mierda Sunghoon- no podía meterse en problemas. Deberle dinero a un tipo como ese no era nada bueno.
-Lo sé, y no tengo la pasta- joder Sunghoon.
Vine aquí para alegrarme el día, no para malas noticias.
-¿Sunghoon pero qué dices?-la conversación se había tornado oscura, esos no me molaba.
-Sé que no debería preguntarte pero ¿podrías...?
-No tengo dinero, sabes de mi situación- mi familia no tiene mucho dinero, que se diga.
-Solo necesito un poco, sino podría...-el timbre sonó interrumpiendo nuestra conversación.
Giramos la cabeza a la vez hacia la puerta. Se levantó para abrirla.
-Heesung, joder. Qué susto- suspiré de alivio, pensaba ue iba a ser...
-Hay un coche aparcado en la entrada de tu casa- se me heló la sangre por un momento- Hay un tío muy raro- cerró la puerta principal y se acomodó en el salón.
-Déjame ver- me levanté y puse el ojo en la mirilla. Solo vi un coche negro... y a un hombre bajar de él.
Mierda, joder.
-Poned el cerrojo y cerrad las ventanas- no sabía si me estaba pasando. Tampoco quería quedarme para averiguarlo- ¡Ya!
-¿Crees que nos va a hacer algo?- Sunghoon temblaba de pies a cabeza mientras que Heesung movía los dedos involuntariamente.
-No lo sé pero se está acercando y nadie está haciendo nada. ¡Rápido!- me encaminé hacía la ventana del salón pero un chasquido me detuvo. Se me paró el corazón.
Habían abierto la puerta.
-Sunghoon- la voz era grave, seguro que fumaba. Me di la vuelta, era un hombre unos centímetros más bajo que yo, con más masa muscular.
-To-todavía no tengo e-el din-nero p-pero...- tartamudeó Sunghoon. Se puso las manos en la cara tapándola y sus hombros se sacudían sin control.
-Me importan una mierda tus excusas- le agarró de la camiseta para obligarle a mirarlo. En ese instante se percató de nuestra presencia- Y dile a tus amiguitos que mejor no se metan.
-Suéltale- ordené. Al tío pareció divertirle.
-¿Qué acabo de decir? No os metáis en donde no os llaman- volvió la mirada a mi amigo- ¿Dónde está mi dinero?
-Ha dicho que le sueltes- Heesung intervino más valiente de lo que pensaba.
Podía ser un cagón, pero si se le subía el ego estaba dispuesto a todo.
-¿Pero quién os creéis que sois?
-Creo que puedes decir las cosas sin la violencia- estoy en contra de ella hasta que me tocan lo huevos, y ahora no me importaba utilizarla.
-No vuelvas a hablarme. Sunghoon, si cuento tres y no me dices dónde está mi dinero vas a salir muy mal parado- contó en orden del uno al tres. En el último número le atizó un puñetazo en el estómago al que tenía sujeto.
Ya está, ya me ha tocado los huevos. Mi cerebro mandó el puño a su cara. Él se echó para atrás sujetándose el lado de la cara en el que le había golpeado.
-No, no puedo no usar la violencia- tras ese comentario, casi me rompe la nariz con otro puñetazo. El dolor ascendió a mi cabeza y la sangre hizo un camino hasta mis labios.
Probablemente tendría la nariz rota, pero me dió igual. Le di otro puñetazo. A todo esto Heesung intentaba levantar a Sunghoon del suelo, cuando el tío que me golpeaba se dió cuenta, le dió una patada al que intentaba ayudar.
Se retorció y cayó al suelo.
-Quiero mi dinero este domingo- se limpió un poco de sangre de la cara y se marchó de la casa no sin antes escupir en el suelo del salón.
No creía lo que había pasado, no podía ser verdad.
-Sunghoon tienes que irte- él me miró sollozando y temblando.
-Lo siento- consiguió decir. Me agaché junto a él y le moví la cara para que me mirase.
-Tienes que irte de aquí, ¿lo entiendes?
-No quiero irme- se sorbió la nariz.
-¿Tienes el dinero?- la respuesta fue negativa- Pues entonces tienes que marcharte.
-¿Cuánto necesitas?- habló Heesung.
-Cien mil wones- esa cantidad de dinero no la tendría ni aunque trabajase esta semana.
-¡¿Cien mil wones?!- se alertó Heesung.
Me pasé la mano por las heridas, dolían. Dolían mucho.
-¿Tienes familia en algún otro sitio?
-Tengo un primo en Busán.
-Perfecto, irás allí- le levanté del suelo y me puse bien el pantalón.
-¿Cuándo?¿Ahora?
-Sí, llámale y vete en cuanto puedas.
-¿Y cuánto tiempo voy a quedarme allí?- una pregunta sin respuesta me temo.
-No lo sé.
-¿No hay forma de conseguir el dinero?- Heesung se rascó la nuca.
Tenía que pensar algo, no quería que Sunghoon se fuese. Pero no había otra manera.
-¿Cuánto dinero tenemos entre todos?
-Ahorrados...900 wones- cada uno contó su dinero. No había suficiente.
-¿Y si vamos a la policía?
-Y le decimos que un tío nos ha pegado una paliza porque le debemos el dinero de las drogas de Sunghoon- él nunca las tomaba. Solo las vendía a personas muy cercanas, se ve que algunos no le pagó...Tengo una idea.
-Alguien te debe dinero a ti ¿cierto?- señalé a Sunghoon- No te pagó lo que te debía y no pudiste pagar al tío ese.
-No, le compré con tener dinero suficiente y dije que ya se lo daría, pero cancelaron el pedido- mierda. Tenía que pensar otra cosa. Vamos Ni-ki, vamos.
-¿Todavía te queda mercancía?- podría vendérsela a alguien y así conseguir más dinero.
-Un poco, sí. ¿Pero quién la va a comprar? Hace mucho que nadie me pide nada...
-Buscaros a alguien que lo quiera. Es nuestro único plan, no podemos cagarla- el plan estaba perdido sino.
Asentimos todos de acuerdo con el plan. Mañana iríamos a casa de Sunghoon otra vez para buscar a gente que quiera comprarle.
Tenía que volver a casa y limpiarme las heridas, ya era muy tarde.
Cogí la moto procurando que nadie me siguiese. Espero que no sea así siempre.
Circulé por la carretera que daba a mí casa y aparqué en la puerta.
Pero ¿qué hacía si le preguntaban por las heridas?¿O por qué había tardado tanto en venir? Vale, no tenían que verme. Abrí la puerta intentando no hacer ruido y me colé en la entrada.
Revisé el pasillo, no había nadie. Fui a la cocina para comer algo, no lo había hecho desde que fui a la casa de Sunghoon.
-Hola, individuo- Tn me saludó. ¿Qué hacía Tn aquí? Maldita sea, no debería haberme visto- ¿Pero qué te ha pasado?¿Estás bien?- recorrí involuntariamente las heridas de mi cara.
-¿Qué haces aquí?- se levantó de la encimera y se puso de puntillas para ver la consecuencia de los puñetazos.
-Pero...¿Quién te ha hecho eso?- evité la pregunta y miré a otro lado. Quité la cara de sus manos y me aparté.
Suspiró y se cruzó de brazos.
-Nadie- un capullo- ¿Por qué estás aquí?
-No evites mis preguntas. ¿Qué ha pasado?- tiró de mi muñeca para que la mirase. Me aguantó la mirada, y como no no me pude resistir.
-Un tío gilipollas que me ha tocado los huevos- no había hablado tan mal delante de ella. No había mentido, solo reducido la verdad.
-¿Te ha hecho daño?- yo hablando mal y ella preocupada, igual el gilipollas soy yo.
-No, estoy bien- le pasé un mechón de pelo tras la oreja.
-Vamos, ¿dónde tienes un botiquín?- la guié en silencio hasta el baño, abrí el armario para que pudiese coger lo que necesitase. Me senté en la lata bajada del váter y Tn se quedó de pié. Es la primera vez que me saca una cabeza.
Pasó un algodón húmedo por al rededor de las heridas y encima de ellas.
-Auch- lo que escocía la cosa esa.
-No te quejes- qué fácil decirlo.
-Duele- dejó el algodón en el lavabo y cogió un papel mojado para limpiar la sangre que había pasado por mí nariz.
-Pues no te metas en peleas- estaba molesta, normal.
Me atreví a mirarla. No debería haberlo hecho. ¿Cómo la iba a mentir? No debía saber lo que ha pasado, intentaría ayudar de alguna manera y se metería en problemas. Por mi culpa, y eso no debía pasar. Todo es por mi culpa- ¿Qué miras tanto?
No dije nada, solo la arrastré conmigo para besarla. Me apartó el flequillo y agarró mi nuca. No sé si sabía lo mucho que eso me ponía.
-No quiero que nadie te haga daño, ¿entendido?- se separó de mí acariciando con su pulgar la herida ya limpia.
-Entendido- me levanté de la taza y la agarré de la cintura.
Me iban a hacer daño, eso seguro. Y la responsable sería ella, ella es la única que pude volverme loco en todos los sentidos posibles.
Ella y solo ella podía hacerme el más daño posible, era la raíz de mis pesadillas más temidas y de mis sueños más bonitos. La razón por la que mi corazón no se paraba y la razón por la que algunas veces parecía que lo hacía.
No podía permitir que le pasase nada, por eso no se lo conté. No se lo contaré.

2 palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora