capítulo 12: un nuevo comienzo

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Narrador: Después de una ardua misión y de salvar al mundo de la oscuridad, Diego y Elena finalmente pudieron disfrutar de la paz que tanto habían anhelado. Los días pasaron y su amor se fortaleció aún más. Un día, Elena sintió una nueva vida creciendo dentro de ella.

—Diego, tengo una noticia maravillosa —dijo Elena, con una sonrisa radiante—. ¡Estoy embarazada!

—¡Eso es increíble! —respondió Diego, abrazándola con fuerza—. Vamos a ser padres.

Narrador: Los meses pasaron y la felicidad de Diego y Elena crecía con cada día. Finalmente, llegó el momento en que Elena dio a luz a una preciosa bebé. En el instante en que la vieron, ambos dijeron al unísono:

—Lucía.

Narrador: Decidieron nombrar a su hija Ana Lucía, en honor a la abuela de Elena y a Lucía, quien había dado su vida por la tierra.

—Ana Lucía —dijo Diego, sosteniendo a la bebé en sus brazos—. Es un nombre perfecto.

—Sí, es un tributo a quienes nos han guiado y protegido —respondió Elena, acariciando suavemente la mejilla de su hija.

Narrador: Sin embargo, no todo era tranquilidad. Una mala presencia comenzó a rondar cerca de Ana Lucía, amenazando con perturbar la paz que habían logrado. Pero Ana Lucía tenía un guardián especial: el espíritu de Lucía.

Una noche, mientras Diego y Elena descansaban, la presencia maligna se acercó a la cuna de Ana Lucía. Pero antes de que pudiera hacerle daño, el espíritu de Lucía apareció, protegiendo a la bebé con una luz brillante.

—No permitiré que le hagas daño —dijo el espíritu de Lucía, con voz firme.

Narrador: La presencia maligna, al ver la fuerza del espíritu de Lucía, se desvaneció en la oscuridad, incapaz de enfrentarse a su poder.

—Gracias, Lucía —dijo Elena, con lágrimas de gratitud—. Siempre estarás con nosotros.

Narrador: Con el espíritu de Lucía protegiendo a su hija y el amor que compartían, Diego y Elena sabían que podían enfrentar cualquier desafío. Su amor y su conexión eran la clave para mantener la paz y la felicidad en sus vidas.

Mientras observaban a Ana Lucía dormir, Diego tomó la mano de Elena y la besó suavemente.

—Te amo, Elena. Gracias por todo lo que hemos logrado juntos.

—Y yo te amo a ti, Diego. Nuestra familia es nuestro mayor tesoro —respondió Elena, con una sonrisa.

Narrador: Con el espíritu de Lucía guiándolos y el poder del amuleto a su disposición, Diego, Elena y Ana Lucía estaban listos para enfrentar cualquier desafío. Sabían que su amor y su conexión eran la clave para mantener la paz y la felicidad en sus vidas.

"El Renacer del Amor Eterno" Libro 2: saga: "Las luces del destino"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora