Sangre en la Penumbra (final)

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El Precio de la Oscuridad


La noche era profunda, y el silencio en el aire pesaba más que las sombras que envolvían a la ciudad. Doyoung, aún débil por la pérdida de sangre, caminaba tambaleándose detrás de Jaehyun mientras intentaban salir del edificio. Sus pasos eran lentos, pero cada uno lo acercaba más a una verdad aterradora: ya no era completamente humano.

El mundo a su alrededor había cambiado. Los sonidos eran más nítidos, los olores más intensos, y las sombras parecían tener vida propia. El vampirismo de Jaehyun no solo lo había salvado; lo había atado a un reino que Doyoung no entendía del todo. Algo dentro de él había despertado, algo oscuro y profundo.

—No puedo... —jadeó Doyoung, deteniéndose cuando sintió una ola de mareo—. No puedo seguir así.

Jaehyun lo observó, con sus ojos oscuros, pero en su rostro no había la frialdad que solía mostrar. En cambio, había preocupación. Doyoung era una víctima de su maldición, una extensión de la oscuridad que lo rodeaba. Y ahora, más que nunca, Jaehyun comprendía el peso de lo que había hecho.

—Te ayudaré —dijo Jaehyun suavemente, tomando a Doyoung del brazo para sostenerlo—. Solo necesitamos encontrar un lugar seguro.

Pero Doyoung sabía que no había refugio lo suficientemente lejos para escapar de lo que ambos eran ahora. Los cazadores volverían, y no se detendrían hasta que ambos estuvieran muertos o, peor aún, hasta que Doyoung se convirtiera completamente en lo que Jaehyun era: un vampiro.

El terror comenzó a apoderarse de él nuevamente, pero esta vez no era por los cazadores ni por el vampiro a su lado. Era el terror de perderse a sí mismo, de sucumbir a una naturaleza que no comprendía y que lo atraía más con cada segundo que pasaba.

—Siento como si algo dentro de mí estuviera cambiando... —murmuró Doyoung, mirándose las manos temblorosas—. No soy el mismo.

Jaehyun lo observó en silencio, sabiendo exactamente lo que Doyoung estaba experimentando. Él mismo había pasado por lo mismo siglos atrás, cuando había sido transformado contra su voluntad. Había sentido la misma lucha interna entre el hombre que solía ser y la bestia en la que se estaba convirtiendo.

—No dejaré que pierdas el control —prometió Jaehyun, pero incluso mientras hablaba, había duda en su voz.

La realidad era que Jaehyun no podía detener lo que ya había comenzado. Doyoung, al haber sido mordido y su sangre drenada, estaba en un estado intermedio, entre la vida y la muerte. No era completamente humano, pero tampoco era un vampiro. Era una criatura atrapada entre dos mundos, y ese limbo era peor que cualquiera de las dos realidades.

Avanzaron por las calles desiertas de la ciudad, las luces de neón proyectando sombras inquietantes en el pavimento mojado. A medida que se acercaban a una zona más oscura y menos transitada, Jaehyun comenzó a notar algo que lo puso en alerta. No estaban solos.

—Nos están siguiendo —murmuró Jaehyun, sus sentidos vampíricos captando el movimiento en la distancia.

Doyoung se giró, pero no pudo ver nada. Solo sentía el aire pesado y una sensación de que algo, o alguien, los observaba desde las sombras.

—¿Quiénes son? —preguntó Doyoung, el pánico creciendo en su pecho.

—Cazadores —respondió Jaehyun, su mirada fija en la oscuridad—. Y no nos darán tregua esta vez.

Antes de que pudieran reaccionar, varios cazadores surgieron de las sombras, armados con estacas y cuchillos de plata. Eran más rápidos esta vez, más organizados. Rodearon a Jaehyun y Doyoung en cuestión de segundos.

—No puedes escapar, vampiro —dijo uno de los cazadores, su voz resonando en el callejón—. Hemos venido a terminar lo que comenzamos.

Jaehyun lanzó una mirada fría al cazador, y sus ojos brillaron con una furia contenida. —Si me tocas, no vivirás para contarlo.

Los cazadores no mostraron miedo. Estaban entrenados para esto, y sabían que debían actuar rápido. Uno de ellos avanzó hacia Doyoung, apuntando con su estaca, pero Jaehyun se interpuso entre ellos con una velocidad asombrosa, bloqueando el ataque con su propio cuerpo.

El cazador retrocedió, sorprendido por la reacción de Jaehyun. —¿Por qué lo proteges? —preguntó con desconcierto—. Él es solo un humano. No vale la pena morir por él.

Jaehyun, sin apartar la mirada, respondió con una voz grave: —Él es más que eso para mí.

Las palabras de Jaehyun resonaron en Doyoung, quien se quedó helado por un instante. En medio de la confusión y el terror, algo en esas palabras encendió una chispa dentro de él. Había una conexión entre ellos, una que iba más allá de la supervivencia. Pero ahora no había tiempo para procesar lo que eso significaba.

El enfrentamiento estalló en un frenesí de violencia. Jaehyun luchaba con una habilidad letal, pero los cazadores eran numerosos. A pesar de su fuerza, Jaehyun comenzaba a cansarse. Doyoung, aún débil, solo podía mirar, atrapado en una encrucijada de impotencia y miedo.

Fue entonces cuando algo dentro de Doyoung cambió. En un instante, sintió que algo oscuro y salvaje se liberaba en su interior. Su visión se agudizó, sus sentidos se dispararon, y un hambre profunda lo consumió. Sin pensarlo, se lanzó hacia uno de los cazadores, derribándolo con una fuerza que no sabía que tenía.

El cazador gritó de sorpresa, pero antes de que pudiera reaccionar, Doyoung sintió el impulso de morderlo, de drenar su vida como Jaehyun lo había hecho con él. Sus colmillos, recién formados, perforaron la piel del hombre, y el sabor de la sangre llenó su boca. Era embriagador, salvaje, y aterradoramente placentero.

Cuando finalmente se apartó, el cazador yacía muerto en el suelo, su sangre derramada por completo. Doyoung retrocedió, horrorizado por lo que había hecho. Pero no hubo tiempo para arrepentimientos. Los cazadores restantes lo miraban con miedo, comprendiendo que ya no era el mismo humano indefenso de antes.

Jaehyun, cubierto de sangre y agotado por la batalla, se acercó a Doyoung lentamente. —Lo has hecho —dijo con una mezcla de alivio y tristeza—. Ahora eres como yo.

Doyoung lo miró, su mente luchando por procesar lo que había sucedido. El terror, la oscuridad, todo se había desatado en un solo momento de desesperación. Ya no había vuelta atrás.

La batalla había terminado, pero el verdadero horror apenas comenzaba. Ahora, Doyoung estaba atrapado en la misma maldición que había consumido a Jaehyun durante siglos. Y mientras las primeras luces del amanecer comenzaban a asomar en el horizonte, ambos sabían que estaban solos, en un mundo que no les pertenecía, perseguidos por el precio de la oscuridad.




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Y así termina esta historia. Muchas gracias por leer, ya mañana se vuelve actualizar. <3

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