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En una época donde las enfermedades se volvieron algo exclusivo en los seres humanos y motivo principal de las incontables muertes que ocurren, los humanos han comenzado diversos experimentos buscando la cura definitiva en los genes de los animales para resolver todos los problemas, incluyendo la muerte.
No sería un gran problema de no ser por su sujeto de pruebas que son los humanos. Día a día en el laboratorio mueren los experimentos por los violentos medicamentos que utilizan en sus pruebas.
Aleix, un hombre común con una vida ordinaria, había sido secuestrado por un grupo de científicos sin escrúpulos, obsesionados con desentrañar la capacidad humana.
Desperté sobre el suelo con mi cuerpo en una postura sinuosa, la causante del dolor casi insoportable en mi espalda. La tenue luz vespertina de un atardecer a punto de apagarse se filtraba por la ventana situada en la pared frente a mí, con el enrejado viejo y oxidado. En la habitación, como pude darme cuenta a la vez que me levantaba con cuidado del suelo, no había más que un estrecho colchón de aspecto incómodo, que no tenía ni sábanas, pero sí una desagradable mezcla entre bultos y manchas. Caminando por la pequeña habitación, lo máximo que me encontré, que quizás pudiese interesarme, fue una pequeña tarjeta azul en la que me daban la bienvenida al lugar, con una flor de tres pétalos de un azul más intenso que el fondo de la tarjeta y el número 037 en uno de los bordes. La tiré de nuevo sobre el colchón, donde la había encontrado, y me dirigí hacia la puerta; forcejeé un rato, pero no se abrió, por lo que decidí golpear unas cuantas veces su superficie, ordenando.
-¡¿Dónde estoy?!-Me preguntaba a mí mismo.
Las luces parpadeaban, proyectando sombras inquietantes en las paredes mohosas. El sonido de gotas de agua cayendo resonaba en el silencio, creando una atmósfera de tensión insoportable. Aleix, con los ojos abiertos de par en par, intentaba comprender su situación, pero el miedo lo paralizaba, un escalofrío recorrió su columna vertebral.
Los científicos, vestidos con batas blancas manchadas, observaban desde detrás de un grueso cristal. Sus rostros eran fríos y calculadores, carentes de cualquier rastro de humanidad. Uno de ellos, el líder, se acercó a un micrófono y habló con una voz metálica:
-Bienvenido al experimento 000. Usted será nuestro sujeto de prueba, estará en confinamiento social. Queremos ver qué sucede cuando la mente humana es llevada al límite.
El Dr. Francis sonríe de manera perversa, sus ojos brillando con malicia.
—Vamos a jugar a "Sobrevivir". Vamos a ver cuánto tiempo puedes durar en mi laboratorio, cuánto puedes soportar antes de que la locura te devore por completo, ¿Estás listo para empezar?.
Estaba estresado, ¿cómo había llegado ahí?
Ya no siento mi vida como un regalo y ya solo deseo desaparecer con el viento y volverme uno con el universo tomé mis pastillas y me tumbé en la cama, ahora lo único que me ayudaba a dormir eran las diminutas cápsulas del bote. Acomodé mi almohada y cerré los ojos.
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Aleix despertó sobresaltado, el sonido de una puerta abriéndose lo sacó de su sueño. Dos guardias entraron y lo levantaron bruscamente. Lo llevaron a una sala iluminada por luces fluorescentes, donde una camilla de metal esperaba en el centro. Los científicos estaban listos para comenzar otro experimento.
-Hoy probaremos una nueva fórmula -dijo el líder, sosteniendo una jeringa llena de un líquido verde brillante.
Aleix intentó resistirse, pero los guardias lo sujetaron con fuerza. Sintió el pinchazo de la aguja y el líquido frío recorriendo sus venas. El dolor fue inmediato y abrumador, su visión se nubló y perdió el conocimiento.
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Despertó en su celda, su cuerpo temblaba y su mente estaba nublada. No sabía cuánto tiempo había pasado. La tarjeta azul seguía en el colchón, pero ahora parecía más un recordatorio de su desesperación que una bienvenida.
En la noche, mientras yacía en su colchón, escuchó un susurro a través de la pared. Era otro prisionero, alguien que también había sido sometido a los experimentos.
-No podemos seguir así -dijo la voz-. Tenemos que encontrar una manera de escapar.
Aleix se acercó a la pared, tratando de identificar de dónde provenía la voz. Era difícil distinguir las palabras entre los ecos y el sonido de las gotas de agua cayendo, pero la desesperación en el tono del otro prisionero era inconfundible.
-¿Quién eres? -preguntó Aleix en un susurro, esperando no alertar a los guardias.
-Soy como tú, un prisionero -respondió la voz-. Me llamo Lucas. Llevo aquí más tiempo del que puedo recordar. Han hecho cosas horribles conmigo, pero he estado observando y creo que hay una manera de salir.
Aleix sintió una chispa de esperanza. No estaba solo en su sufrimiento, y quizás, solo quizás, había una posibilidad de escapar de aquel infierno.
-¿Cómo? -preguntó, tratando de mantener su voz baja.
-He notado que los guardias tienen un cambio de turno en la madrugada, justo antes del amanecer. Es el único momento en que la vigilancia se relaja un poco. Si podemos coordinarnos, podríamos intentar algo.
Aleix asintió, aunque sabía que Lucas no podía verlo. La idea de escapar parecía casi imposible, pero cualquier cosa era mejor que seguir siendo un conejillo de indias para aquellos científicos sin escrúpulos.
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Cada minuto fue una mezcla de dolor y planificación. Cada vez que Aleix era llevado a la sala de experimentos, trataba de observar cualquier detalle que pudiera ser útil: la rutina de los guardias, la disposición de las cámaras, cualquier cosa que pudiera darles una ventaja.
Lucas y Aleix intercambiaban información a través de la pared, susurrando en la oscuridad de la noche. Descubrieron que había una pequeña ventana de tiempo durante el cambio de turno en la que los guardias se relajaban, confiando en las cámaras de seguridad para vigilar a los prisioneros.
-Tenemos que ser rápidos -dijo Lucas una noche-. Si logramos neutralizar a los guardias en ese momento, podríamos tener una oportunidad de llegar a la salida.
Aleix asintió, su determinación creciendo con cada día que pasaba. Sabía que era una apuesta arriesgada, pero no tenía otra opción. La alternativa era seguir siendo un sujeto de pruebas hasta que su cuerpo no pudiera soportarlo más.
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Delirio (Editando)
HorrorEn una época donde las enfermedades se volvieron algo exclusivo en los seres humanos y motivo principal de las incontables muertes que ocurren, los humanos han comenzado diversos experimentos buscando la cura definitiva en los genes de los animales...