Capitulo 10

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Aleix, con la cara marcada por profundas ojeras y sus rasgos físicos desdibujados por el agotamiento, sabía que debía escapar. Diez días habían transcurrido en ese laboratorio, un lugar que antes era un centro de investigación y ahora se había convertido en una pesadilla viviente.

Cada rincón del laboratorio estaba impregnado de un aire opresivo. Las luces parpadeaban intermitentemente, y el zumbido constante de las máquinas resonaba en sus oídos como un recordatorio de su encierro. Aleix recordaba los primeros días, cuando aún tenía esperanza y fuerzas para resistir. Pero ahora, su cuerpo y mente estaban al borde del colapso.

El día siguiente era martes, y eso significaba una cosa: la Cámara de Oxígeno. Este procedimiento, que inicialmente parecía una simple rutina, se había transformado en una tortura. Aleix sabía que no podía soportar otro día más. La Cámara de Oxígeno no solo drenaba su energía física, sino que también erosionaba su voluntad de vivir.

Con cada minuto que pasaba, la desesperación se apoderaba más de él. Miró a su alrededor, buscando cualquier indicio de una posible salida. Las paredes, antes blancas y limpias, ahora estaban manchadas y desgastadas, reflejando el deterioro de su propia condición. Los otros sujetos de prueba, aquellos que aún podían moverse, lo miraban con ojos vacíos por la ventana, compartiendo su sufrimiento.

Aleix sabía que debía actuar. No podía esperar más. La noche era su única aliada. Mientras el laboratorio se sumía en un inquietante silencio, comenzó a trazar su plan.

Con el corazón latiendo con fuerza, Aleix se puso a pensar en su pasado. Sus padres murieron en un accidente automovilístico, y fue trasladado al hogar de sus tíos, donde sufrió abusos por parte de su tío. Al crecer, se casó, pero sus traumas le impidieron querer tener hijos, lo que provocó su divorcio. Ahora, más decidido que nunca, Aleix se levantaría temprano al día siguiente para salir de ahí y comenzar una nueva vida.

Delirio (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora