Capítulo 1: En busca de diversion

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En la nación de Liyue, el sol se levantaba suavemente sobre los majestuosos picos de Jueyun Karst, iluminando las calles doradas de la ciudad, donde sus habitantes comenzaban su día con la calma y disciplina que caracterizaba a los seguidores de Rex Lapis. Todo parecía estar en su lugar, en paz, excepto en un lugar muy particular: la Funeraria El Camino.

Allí, una risa inconfundible resonaba por los pasillos, rompiendo con el solemne silencio que normalmente dominaba el lugar. Hu Tao, la excéntrica directora de la funeraria, se encontraba en uno de sus mejores momentos, lanzando bromas y sustos a su pobre asistente, Mengpo.

Hu Tao: ¡Boo! ¿Te he asustado esta vez? -exclamó Hu Tao, mientras se escondía detrás de una columna y saltaba de repente frente a Mengpo, quien estaba organizando documentos.

Mengpo, aunque acostumbrada a las travesuras de su jefa, no pudo evitar soltar un pequeño grito antes de fruncir el ceño y girarse para enfrentarse a la joven directora, quien reía descontroladamente.

Mengpo: Directora, ¿de nuevo con los sustos? -dijo mientras se cruzaba de brazos, tratando de mantener la compostura- Un día vas a provocar que uno de los clientes de la funeraria salte de su ataúd del susto.

Hu Tao siguió riendo, sacudiendo una mano en el aire como si el comentario de Mengpo fuera completamente exagerado.

Hu Tao: ¡Eso sería una gran historia para contar! Imagina los titulares: 'El cliente más animado en la historia de la funeraria'. ¡Podríamos cobrar extra por eso!

Mengpo rodó los ojos, ya que era imposible mantenerse seria cuando Hu Tao estaba en uno de sus estados más enérgicos. Aunque la directora podía ser una fuente constante de travesuras, los empleados de la funeraria no podían evitar tenerle cariño. Su energía inagotable y su singular sentido del humor traían una luz particular a un lugar que, por naturaleza, trataba con la muerte.

Mengpo: Está bien, directora... -respondió con un suspiro, resignada- Pero dígame algo, ya que se la pasa gastando bromas a todo el mundo, ¿cuándo va a buscar un prometido para usted misma? -preguntó con una ceja levantada, buscando molestar un poco a su jefa con la misma picardía.

Hu Tao, quien estaba a punto de tirar un montón de papeles al aire en otra de sus payasadas, se detuvo en seco y la miró con una expresión divertida.

Hu Tao: ¿Un prometido? ¡Ja! ¿Quién crees que sería lo suficientemente bueno para alguien como yo? -dijo, llevándose una mano al pecho dramáticamente- ¡Nadie en toda Liyue tiene el coraje ni la energía para seguirle el ritmo a esta gran directora!

Mengpo sonrió ligeramente, viendo que su pequeña broma había sido devuelta con la misma ligereza. Sin embargo, no pudo evitar seguir insistiendo, disfrutando el raro momento en el que parecía tener a Hu Tao en el punto de mira.

Mengpo: Seguro que en toda Liyue hay alguien dispuesto. Tal vez un aventurero... ¿Quizás un arquero solitario con habilidades extraordinarias? O incluso un héroe.

Hu Tao se rió, pero esta vez su risa fue más suave, casi pensativa.

Hu Tao: ¡Eso no es para mí! -sacudió la cabeza con decisión- Yo necesito a alguien que esté dispuesto a seguirme el juego, a correr riesgos, a... no sé, fingir su propia muerte por diversión. -su risa regresó con fuerza al imaginar la escena- No, no hay nadie en Liyue que pueda igualar eso.

Aunque Hu Tao hablaba con su habitual tono despreocupado, Mengpo podía notar que, a pesar de las bromas, había algo de verdad en sus palabras. Hu Tao era conocida por ser una persona difícil de entender. Muchos la consideraban extraña, y sus métodos poco ortodoxos a menudo confundían a la gente. Pero quienes la conocían sabían que, bajo toda esa energía excéntrica, había una joven profundamente dedicada a su trabajo y a la gente de Liyue.

Sombras Juguetonas En El Umbral Donde viven las historias. Descúbrelo ahora