Tras varios días de viaje y momentos que oscilaron entre lo cómico y lo incómodo, TN y Hu Tao finalmente llegaron a la capital de Liyue. La carreta se detuvo frente a las grandes puertas de la ciudad, las torres y las montañas que adornaban el horizonte dando la bienvenida a los dos viajeros. Hu Tao, acostumbrada a la grandiosidad de su hogar, no pudo evitar sentirse extrañamente melancólica cuando descendió de la carreta. A pesar de todo, ese viaje había sido… diferente.
TN: Bueno, hemos llegado. Qué rápido pasa el tiempo cuando uno está entretenido. —dijo TN, estirándose mientras bajaba junto a Hu Tao.
La directora de la Funeraria El Camino estaba inusualmente callada, cosa que TN notó al instante. Ya no tenía ese brillo travieso en sus ojos como cuando habían partido. Por primera vez en mucho tiempo, Hu Tao parecía más... vulnerable. Y esa imagen, tan rara en ella, lo intrigaba.
Hu Tao respiró hondo, juntando sus manos tras su espalda mientras lo miraba. Después de unos segundos de silencio, se armó de valor y habló.
Hu Tao: Oye, TN... —dijo, su tono más suave de lo usual— Quería agradecerte por acompañarme en este viaje. Sé que podría haberlo hecho sola, pero... la verdad es que fue mucho más divertido contigo.
TN, con una sonrisa que bordeaba lo confiado y lo divertido, se cruzó de brazos mientras la escuchaba. El tono de Hu Tao lo tomó por sorpresa, pero no lo dejó ver. Sabía que había algo más detrás de esas palabras. Sin embargo, decidió no mencionarlo... aún.
TN: No tienes que agradecerme, Hu Tao. La verdad es que yo también me divertí bastante. Fue uno de los viajes más entretenidos que he tenido en mucho tiempo. Deberíamos repetirlo algún día, ¿no crees?
Hu Tao, que por lo general estaría haciendo algún comentario travieso o burlón, simplemente asintió. Esa falta de chispa en ella solo aumentaba la curiosidad de TN, pero se contuvo.
Hu Tao: Sí... tal vez deberíamos. —dijo con una leve sonrisa, que apenas rozaba su habitual actitud.
Ambos se despidieron con palabras rápidas, cada uno yendo en direcciones opuestas. Mientras Hu Tao se alejaba, su silueta se hacía más pequeña a medida que avanzaba por las calles hacia la funeraria. TN la observaba con atención, fijándose en cada paso que daba. El silencio entre ambos durante gran parte del viaje había sido revelador, pero no por las palabras, sino por lo que no se dijo.
Cuando Hu Tao estaba lo suficientemente lejos, TN, con una mirada llena de malicia y una ligera sonrisa en el rostro, murmuró para sí mismo:
TN: La curiosidad mató al gato...
Sabía exactamente por qué Hu Tao había estado actuando de manera tan extraña desde aquella mañana. No era un hombre que se dejara engañar fácilmente. La torpeza de Hu Tao, sus miradas furtivas, el rubor que no pudo disimular... Todo apuntaba a un solo evento, y la verdad era que lejos de incomodarlo, aquello lo divertía enormemente. Ver a alguien tan traviesa y confiada como Hu Tao en una posición tan vulnerable y nerviosa solo alimentaba su propio sentido de travesura.
Con una mirada evaluativa, TN dejó que sus ojos recorrieran la figura de Hu Tao desde la distancia, notando cada pequeño detalle con una intensidad que solo alguien como él podía manejar. Desde el brillo de su cabello hasta la forma en que su ropa se ajustaba a su cuerpo delgado y ágil, no dejaba nada sin observar.
TN: Demasiado inocente para su propio bien... pero eso lo hace más interesante..—pensó, relamiéndose los labios con una mezcla de deseo y diversión.
Para él, la dinámica entre ambos acababa de cambiar. Hu Tao ya no era simplemente su compañera de bromas. Ahora, había un nuevo matiz en su relación. La vulnerabilidad que ella había mostrado, aunque breve, abría la puerta a nuevas oportunidades. Y TN no era alguien que dejara escapar una oportunidad de jugar con alguien tan intrigante como Hu Tao.