Parte 5 Fuego

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       Blanco. Todo esta de un color blanco, tan puro. Mi suéter azul oscuro favorito esta lleno de pequeños copos de nieve. Will se abraza a sí mismo intentando conservar el calor de su cuerpo. París esta muy quieta junto a mí, algo poco común en ella. El lugar en donde estamos te obliga a estar solemne. Por todas partes, enterradas algunos centímetros, cientos de flores de colores asoman sus pétalos. Algunas blancas pasan desapercibidas por la cantidad de nieve pero las rosas rojas llaman la atención. Frente a mí, la placa de mármol brilla; alrededor se oyen sollozos, pero no me atrevo a voltear. Me agacho junto a la placa y la toco, mis uñas oscuras contrastan con la nieve. De pronto siento a Will agachado a mi lado, me observa. 

                -¿La recuerdas? -Pregunta, deseando con todo su ser que conteste que sí. Su voz suena suave, calmada. Me mira, esperanzado.

                -Si. ¿Era mi madre verdad? Recuerdo que murió, pero su imagen esta algo borrosa en mi mente. -Apenas me sale la voz. Las palabras duelen. Ser consciente de esa triste realidad duele mucho más. Las lágrimas comienzan a brotar y no quiero llorar, pero el dolor me invade y no hay nada que pueda hacer para detenerlo.

                -Si Eva, ella era tu madre. -Es todo lo que dice. 

       Sus brazos me rodean y el dolor se siente más agudo. Intento mantener la compostura y el equilibrio. Hay unos bancos a algunos pasos de distancia, nos dirigimos hacia ellos y se siente frío al sentarnos. Recuesto mi cabeza en su hombro y él acaricia mi mejilla. Es tierno. París camina hasta la placa y lame la foto que está en ella. Una mujer de unos treinta, con ojos claros y cabello oscuro luce su mejor sonrisa. Mi madre; Débora. Papá suele repetir su nombre entre sueños. El tiempo pasa y el frío aumenta. París salta a nuestras faldas y se acurruca, la temperatura baja la incomoda. Después de un rato el viento comienza a calar nuestros huesos y debemos irnos. Le doy un último vistazo a la tumba de mi madre, las rosas rojas que coloqué junto a su placa se escarchan con la nieve. Will toma mi mano y caminamos de regreso a casa. 

       Al llegar veo luz en las ventanas y humo saliendo de la chimenea: papá regresó temprano. Abro la puerta con la mano libre y París entra a toda velocidad, se acuesta junto al fuego y nos ve sacudir la nieve de nuestros cabellos.

                -¡Mucho frío, eh!. -Dice papá saliendo de la cocina. -Will, ¿te quedas a cenar? Ya esta oscuro y el clima se pondrá peor en un rato. Vamos, avisemos a tu madre que te llevo a casa después de la cena. -Papá es muy apuesto cuando sonríe, la edad se disipa de su rostro y parece diez años más joven. Le tiende una mano a Will y lo saluda.

       Él me mira, luego le da las gracias a mi padre y camina hacia el sofá, pone los pies junto a París y recuesta la cabeza hacia atrás. Todo esta en calma. Me dirijo al baño y tomo una larga ducha caliente. Para cuando salgo todo está igual, excepto el rostro de mi padre. Está blanco como una hoja de papel, sus manos tiemblan y le suda el rostro. Will lo ha sentado en una silla de la cocina. Cuando nota mi cara de susto me cuenta lo que pasó.

                -Se prendió fuego un repasador, nada grave en realidad, simplemente esta algo alterado, ya sabes como lo pone el fuego-. Me cuenta Will, mientras que con una mano sostiene un vaso de agua y con la otra abanica a papá.

       Fuego. Si, recuerdo que el fuego altera a papá pero nunca supe por qué. Me acerco a él y lo ayudo a ir hasta su cama. Se tambalea y cae panza abajo en la superficie acolchada. Acaricio su cabello y abre los ojos. Me da una media sonrisa y me siento en el suelo a su lado.

                -Hoy fuimos al cementerio con Will papá... ... Casi no recuerdo la muerte de mamá ¿sabes?, su recuerdo se esfuma cada vez que quiero traerla a memoria. -Papá parpadea varias veces, intenta reincorporarse pero esta demasiado alterado, así que se resigna a hacerlo. 

EvangelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora