Marcas en la oscuridad

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Halloween Special, Vol. 4

La ciudad estaba en silencio

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La ciudad estaba en silencio. Un silencio que no nacía de la calma, sino del miedo. Cada noche, las sombras parecían más densas, más amenazadoras, desde que aquel asesino en serie comenzó a acechar. Cinco Hargreeves, el fantasma que todos sabían que estaba ahí, pero al que nadie podía atrapar.

Para la detective Ilyana Novak, este caso no era solo una misión profesional. Era personal. Cada víctima que caía bajo las garras del asesino era un fracaso que la quemaba por dentro. Y Cinco... él la conocía. No de forma casual, sino con una profundidad que rayaba en la obsesión. De alguna manera, él siempre estaba un paso adelante, como si jugara un macabro ajedrez con ella.

Una noche, mientras revisaba las pruebas en su oficina, algo diferente ocurrió. Encontró un sobre sin remitente en su escritorio, un sobre que no debería estar allí. Dentro había una foto. La imagen de una nueva víctima, pero algo en la foto la paralizó. Era una mujer que aún no había sido encontrada, lo que significaba que el crimen acababa de suceder... o que estaba por suceder.

Junto a la imagen, un mensaje garabateado: "Ven sola."

No había dirección, solo la imagen de una fábrica abandonada a las afueras de la ciudad, un lugar que Ilyana reconoció al instante. Sin esperar refuerzos, condujo hasta allí. Era una trampa, lo sabía, pero no podía evitarlo. Algo en la forma en que Cinco la provocaba la impulsaba a actuar, a seguir su rastro oscuro.

Al llegar, el ambiente era sofocante. La fábrica estaba vacía, en ruinas. El sonido de sus pasos resonaba en las paredes metálicas. Y entonces, una figura emergió de entre las sombras.

Cinco Hargreeves estaba allí, esperándola.

—Sabía que vendrías —dijo con una tranquilidad escalofriante, sus manos relajadas en los bolsillos, como si esto fuera una simple conversación entre viejos amigos.

Ilyana apuntó su arma, aunque su corazón latía con fuerza. Este era el hombre que había cazado durante meses, el que se había burlado de cada intento de atraparlo. Y ahora, él estaba frente a ella.

—¿Qué quieres? —preguntó, su voz firme, aunque la presencia de Cinco la desestabilizaba.

Él sonrió. No una sonrisa amable, sino una torcida, casi satisfecha.

—Quiero verte —dijo, dando un paso hacia ella—. Verte completamente. Hay algo en ti, Ilyana, algo fascinante. Todo este tiempo, has sido como una musa para mí, ¿lo sabías? —Su tono era suave, pero cada palabra era como una daga fría.

Ella apretó los dientes, luchando contra la náusea que le provocaban sus palabras.

—No soy parte de tu juego, Hargreeves.

—Oh, pero lo eres —replicó él, inclinando la cabeza—. Cada movimiento que has hecho, cada decisión... todo ha sido parte de mi obra. Tú eres lo que me inspira, Ilyana. Tú eres la perfección que he estado buscando en todo este caos.

Cinco sacó lentamente una navaja, y la luz de la luna que entraba por los ventanales rotos hizo que el metal brillara. El arma no estaba dirigida hacia ella, no aún. Él la observaba, como si estuviera decidiendo qué hacer a continuación, disfrutando del control absoluto que tenía sobre el momento.

—¿Te has preguntado alguna vez por qué te elegí? —preguntó Cinco, avanzando un poco más—. No ha sido casualidad. Desde el principio, tú fuiste especial. Un desafío. Alguien digno de ser moldeado. Alguien a quien poder... crear.

Ilyana lo miró, horrorizada. No se trataba solo de asesinatos. Cinco no veía a sus víctimas como simples muertes. Las veía como parte de su obra. Y ahora, había decidido que ella sería la culminación.

—Cada una de esas personas —dijo él, señalando con la navaja, refiriéndose a sus víctimas—. Todos ellos fueron bocetos. Ensayos. Pero tú, Ilyana... tú eres mi obra maestra.

Ella apretó el arma con más fuerza, su dedo en el gatillo. Pero no podía disparar. No mientras él la miraba con esa calma fría, calculadora. Sabía que si disparaba, algo más oscuro podría despertar en él. Y lo último que quería era desencadenar esa oscuridad, que, tal vez, se encontraba en ella también.

—No te vas a salir con la tuya —murmuró, su voz entrecortada.

Cinco sonrió de nuevo, como si sus palabras le divirtieran.

—Ya lo hice.

Con un movimiento rápido, tomó la muñeca de Ilyana y la empujó contra la pared. El golpe fue seco, doloroso, y su arma cayó al suelo con un ruido estruendoso. Cinco la tenía atrapada, su cuerpo pegado al de ella, su respiración tranquila, controlada.

—Te haré parte de mí, Ilyana —susurró en su oído, su voz suave pero con una promesa mortal—. No hay escapatoria. Ya eres mía.

Ella luchó, pero su agarre era demasiado fuerte. Entonces lo vio, en sus ojos: el reflejo de su propia vulnerabilidad, la realidad de lo que estaba a punto de suceder. Él no planeaba matarla, no de inmediato. Cinco quería destruirla lentamente, absorber su esencia, moldearla en la creación más retorcida de su mente.

—Serás mi musa hasta el final —dijo él, apartándose solo lo suficiente para mirarla directamente a los ojos—. Y cuando termine contigo... nadie podrá volver a reconocerte.

Ella lo miró con rabia, pero también con miedo. Porque sabía que él no mentía.

Cinco se alejó un paso, dándole una mínima oportunidad de respirar.

—Nos volveremos a ver pronto —susurró, girándose hacia la oscuridad. Pero antes de desaparecer por completo, lanzó una última mirada sobre su hombro, una que prometía más caos y dolor—. Después de todo, las mejores obras requieren tiempo.

La oscuridad lo envolvió, seguido del sonido de su poder, dejándola sola en la fábrica vacía, con su mente rota y su corazón latiendo al ritmo de un miedo que sabía que nunca desaparecería.

Porque sabía que, al final, él la encontraría de nuevo.

Madre mía, ya tenía mucho que no actualizaba en la noche

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Madre mía, ya tenía mucho que no actualizaba en la noche.

Les voy a ser sincera, ya siento que me desvelo después de las 10:30 pm, a mis plenos 19 años, no puede ser.

En fin, espero que les haya gustado, háganmelo saber, ¡Les amo! 🫶🏽

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⏰ Última actualización: 8 hours ago ⏰

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𝙾𝚗𝚎 𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜↬ 𝑨𝒊𝒅𝒂𝒏 & 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora