Capítulo 29

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PARTE 1

EL lobo amado.

Capítulo 29 - ALIÉNOR

La noche se sentía interminable. Había pasado horas dando vueltas en la cama, incapaz de encontrar el sueño. Me levanté y decidí bajar a la cocina en busca de algo que me ayudara a calmarme. Tal vez un vaso de leche caliente podría ser la solución.

Caminé por el pasillo en silencio, tratando de no hacer ruido para no despertar a mi abuelo. La casa estaba sumida en una penumbra tranquila, iluminada solo por la luz de la luna que se filtraba por las ventanas. Al llegar a la cocina, encendí la luz y me dirigí al refrigerador. El frío del suelo bajo mis pies descalzos me hizo estremecerme un poco, pero era un alivio comparado con el calor agobiante de la cama.

Mientras vertía la leche en una taza y la calentaba en el microondas, mi mente vagaba hacia recuerdos más felices. Recordé la reciente cita romántica con Iker, que había sido un escape perfecto de todas las preocupaciones y tensiones que había estado enfrentando.

La noche de nuestra cita, habíamos ido a ese restaurante que tanto queríamos ir. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, desde donde podíamos ver las estrellas titilando en el cielo. Hablamos de todo y de nada, riendo y compartiendo sueños. El tiempo pareció detenerse, y por un momento, todo estaba bien en el mundo. Recuerdo cómo me miraba Iker, con una mezcla de ternura y admiración, y cómo sus palabras me envolvían en una sensación de seguridad y amor. Habíamos caminado de la mano camino a casa después, disfrutando de la brisa fresca de la noche y de la compañía mutua. Fue un momento mágico que quedaría grabado en mi memoria para siempre.

El microondas pitó, sacándome de mis pensamientos. Tomé la taza de leche caliente y me senté a la mesa de la cocina. El primer sorbo fue reconfortante, el calor viajando por mi cuerpo y ayudando a calmarme un poco. Me quedé allí, en la tranquilidad de la noche, permitiéndome revivir esos momentos felices con Iker. Por un instante, logré dejar de lado las preocupaciones y disfrutar del presente.

Finalmente, sintiendo que el sueño empezaba a vencerme, apagué la luz de la cocina y volví a mi habitación. Me acosté, abrazando la almohada y dejando que los recuerdos felices me envolvieran. Poco a poco, mis párpados se hicieron pesados y, con la sensación de amor y seguridad aún presente, me dejé llevar por el sueño.

***

"Me encuentro nuevamente en la casa donde crecí, de donde salí unos meses atrás, un lugar que solía ofrecerme consuelo y seguridad, que antes llamaba hogar, pero que ahora, en mis sueños, se transformaba en un laberinto de sombras y ecos inquietantes. Las habitaciones, que en tiempos pasados estaban llenas de risas y momentos felices, parecían ahora opresivas y cargadas de una atmósfera densa y sofocante.

Comencé a caminar por el largo pasillo oscuro que llevaba a mi antigua habitación, sintiendo cómo el frío del suelo atravesaba mis pies descalzos y el crujido de las tablas resonaba de manera siniestra en mis oídos. A cada paso que daba, las sombras parecían alargarse, como si estuvieran vivas, moviéndose con una fluidez inquietante. Las paredes, que alguna vez habían estado adornadas con fotografías de la familia y colores cálidos, ahora estaban desnudas y cubiertas de grietas.

De repente, al final del pasillo, apareció Christine. Su figura estaba iluminada solo por la tenue luz de una lámpara antigua que oscilaba ligeramente, proyectando sombras danzantes a su alrededor. Su rostro mantenía una sonrisa perturbadora, que hacía que mi corazón latiera con fuerza en mi pecho. Parecía acercarse sin moverse realmente, como si el mismo espacio a nuestro alrededor se deformara para reducir la distancia entre nosotras.

FLORAL VIBES © |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora