Capítulo 20. Besos sabor caramelo

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Yeria solía ser transparente en cuanto a sus sentimientos. La primera vez que le gustó un chico ella fue la primera en decírselo. No le gustaba esperar demasiado y lo daba todo. Así se había manejado durante toda su vida.

Tuvo sentimientos por Elian desde que lo conoció en el Bar Esmeralda. Primero quería molestarlo. Después quería evitarlo, aunque a la vez le resultaba excitante convivir con él. Luego se le asignó la tarea de seducirlo, pero Yeria no tenía claro cómo lo haría o si lo lograría. Elian era muy serio. Actuaba de acuerdo a como lo trataran. ¿Estaba aunque sea un poco interesado en ella o no? A veces creía que sí, pero luego lo dudaba.

Entonces ocurrió lo que tanto deseaba: la besó. Y Yeria no podía creer cuánto había querido que lo hiciera.

Sin dejar de besarlo, Yeria sujetó con una mano la mejilla de Elian y con la otra recorrió su nuca hasta llegar a su cabello castaño ondulado. Elian la tomó de la cintura y la recostó poco a poco en el sillón. Con un brazo sostuvo su peso para no aplastarla.

-Yeria, yo...

La joven le devolvió otro apasionado beso, que silenció de inmediato a su agitado compañero. Después de un par de minutos de besos lentos y delicados, Yeria se separó unos milímetros de Elian y sonriendo, lo hizo levantarse. De pie y abrazados, dieron unos cuantos pasos torpes hacia la cama. Se quitaron prendas, hasta que Elian se quedó únicamente con sus pantalones y Yeria con el fino camisón que usaba como fondo de su vestido. Se recostaron en la cama, ella encima de él, recorriendo con sus manos los delgados músculos de su pecho, mientras lo besaba. No podía dejar de hacerlo. Era maravilloso. Sus besos le sabían a caramelo, a azúcar.

Yeria podía sentir las manos de Elian acariciándole la espalda. Fueron bajando cada vez más, hasta llegar a sus pantorrillas. Yeria dejó de besarlo para tomar los bajos de su camisón y quitárselo por completo. Luego, con un estremecimiento se dejó caer a un lado de Elian, quien enseguida la cubrió con su cuerpo. Entonces hizo más que eso: la cubrió de besos, comenzando por su cuello, siguiendo con su clavícula, sus hombros, la parte central de sus pechos, su estómago y un poco más abajo. Yeria se sujetó de las cobijas con ambas manos, hasta que sus bocas volvieron a encontrarse y ahogaron sus gemidos. Entonces lo ayudó a desabrocharse el pantalón.

Más unidos que nunca, Yeria y Elian continuaron besándose y pronunciaron sus nombres. Las caricias, los movimientos, las risas, los gritos, los besos... todo parecía destinado a suceder.

Cuando terminaron, ya sin aliento ambos, se quedaron abrazados bajo las cobijas. Elian acarició un rato los cabellos de Yeria, con delicadeza, hasta que los dos se quedaron profundamente dormidos.

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⏰ Última actualización: 17 hours ago ⏰

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