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La fiesta de Bienvenida

Iris Cley

Mi corazón latía con fuerza al ver el enorme lugar decorado con luces brillantes y música vibrante que escapaba por las ventanas abiertas. La fiesta de bienvenida estaba en pleno apogeo. Eid salió del auto con esa sonrisa despreocupada suya y abrió la puerta para mí, como todo un caballero.

—Gracias, Eid —murmuré mientras él me ofrecía la mano para ayudarme a bajar.

Apenas puse un pie en el suelo, sentí las miradas de varios estudiantes posarse sobre nosotros. Sus expresiones reflejaban sorpresa y curiosidad. Los susurros comenzaron a correr entre ellos, como un viento cargado de rumores. Pude escuchar fragmentos:

—¿Es Iris? Nunca la había visto así...
—¿Desde cuándo se viste así?
—¿Eid y ella? ¿En serio?

Intenté no prestarles atención, pero la incomodidad era inevitable. Me coloqué bien el vestido, sintiendo que cada movimiento estaba siendo observado y juzgado. Mi transformación parecía un evento inesperado para muchos.

Eid se inclinó hacia mí, sus ojos brillando con diversión.

—¿Sabes? Creo que acaparamos más atención de la que esperaba. —Su tono despreocupado me hizo soltar una pequeña risa.

—Es solo porque soy yo —respondí con ironía, tratando de restarle importancia.

Él me dedicó una mirada apreciativa que me hizo sonrojar sin querer.

—Estás hermosa, Iris. Tendrán que acostumbrarse.

Antes de que pudiera responder, una figura conocida se recortó entre la multitud en la entrada. Azier. Apoyado contra el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos y una expresión indescifrable en el rostro. Sus ojos oscuros se encontraron con los míos, y durante unos segundos, fue como si todo lo demás desapareciera.

No estaba solo. A su lado, su novia reía despreocupadamente, aunque él no parecía prestarle demasiada atención. Sus ojos seguían fijos en mí, con esa mezcla de desafío y algo más... algo que me revolvía el estómago.

—¿Vamos? —dijo Eid suavemente, ofreciéndome el brazo para entrar juntos.

Asentí, apartando la mirada de Azier y obligándome a concentrarme en la persona que realmente me importaba esta noche. Él tiene novia, y yo vine con Eid. Eso era todo lo que necesitaba recordar.

Pero, mientras cruzábamos la puerta de entrada, sentía cómo la mirada de Azier ardía en mi espalda, como una promesa de que esta noche no terminaría tan sencilla como yo esperaba.

Alana me vio apenas cruzamos la puerta y no perdió un segundo. Llegó corriendo hacia mí con Elliot sus ojos brillando de emoción. Me envolvió en un abrazo cálido, apretado, como si no pudiera creer lo que veía.

—¡Iris! —exclamó con una sonrisa enorme—. Estás preciosa, de verdad. No puedo creer lo bien que te ves.

—Gracias, Alana —dije, sonriendo tímidamente mientras ella me sostenía a una distancia corta para admirar el vestido—. Fue una sorpresa de Eid.

—¿Eid, eh? —Elliot arqueó una ceja con una sonrisa pícara, dándole un codazo ligero a Eid—. No pierdes el tiempo.

Eid rió con esa despreocupación suya, encogiéndose de hombros.

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