una pausa, y entonces, él dice...

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...

Me senté dos mesas más atrás. 

Apenas podría ver a Paulo y Leandro desde donde estaba mi silla, y me agaché sobre la mesa, mientras miraba a Enzo mirar fijamente la silla vacía que solía ocupar yo antes de sentarme al final del comedor. Me sentía ridículo por esconderme así, pero no estaba preparado para sentarme delante suyo.

Cuando terminé de comer, respiré hondo y salí afuera, a donde estaba Enzo terminando de fumar.

Me había pasado la mayor parte de la noche intentando pensar en un plan que nos devolviera a donde estábamos antes. Si trataba nuestro encuentro tal y como él solía considerar el sexo en general, capaz podía salir todo bien. El plan tenía el riesgo de perderlo definitivamente, pero esperaba que él actuara igual que yo.

—Hola—dije.

Me miró con las cejas fruncidas.

—Hola. Pensé que estabas comiendo.

—Comí rápido. Tengo que estudiar—le respondí, encogiéndome de hombros y fingiendo despreocupación lo mejor que pude.

—¿Necesitas ayuda?

—Na. Creo que ya entendí más o menos todo.

—Puedo darte apoyo moral, por lo menos, mientras te cebo unos mates.

Sonrió y se metió la mano en el bolsillo. Los sólidos músculos del brazo se le tensaron con el movimiento, y el recuerdo de sus brazos flexionándose mientras me penetraba volvió con vívido detalle a mi cabeza.

—Eh... ¿Qué? —pregunté, desorientado por el repentino pensamiento que había cruzado mi mente.

—¿Se supone que tenemos que fingir que lo de la otra noche nunca pasó?

—No, ¿por qué?—dije, fingiendo confusión, a lo que él respondió con un suspiro, frustrado por mi comportamiento.

— No sé...,¿porque fue tu primera vez y fue conmigo, capaz?—Se inclinó hacia mí y pronunció esas últimas palabras en voz baja.

—No creo ser la primera persona a la que le sacas la virginidad, la verdad.

Justo como pensé, mi esfuerzo por fingir que no era tan importante como lo era lo enojó.

—Sí sos.

—Dale, Enzo. Te dije que no quería que esto hiciera que fuera todo raro entre nosotros.

Le dio una última calada a su cigarrillo y lo tiró al suelo.

—Bueno, si algo aprendí en estos días es que no siempre podés conseguir lo que querés.

—Hola, Ju —dijo Santiago, besándome en la mejilla.

Enzo lo fulminó con una mirada asesina.

—¿Te busco como a las ocho? —dijo Santiago.

Asentí.

—Dale.

—Nos vemos—dijo, siguiendo su camino a clase.

Observé cómo se alejaba, asustado de las consecuencias de esos últimos diez segundos.

—¿Me estás jodiendo?—preguntó Enzo, con las cejas fruncidas y un claro enojo.

Tenía la mandíbula apretada y podía ver cómo se movía bajo su piel.

—Yo te dije que me iba a buscar cuando volviera para acá. Me llamó ayer.

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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desastre | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora