dame la mano, vamos a bailar

88 13 0
                                    

—¿Julián?—dijo Leandro, tocando la puerta—.Paulo tiene que ir a comprar unas cosas. Pregunta si querés acompañarlo.

Enzo no me sacaba los ojos de encima.

—Sí—grité—,yo también tengo que comprar unas cosas.

—Dale—dijo Leandro, mientras sus pisadas se alejaban por el pasillo.

Saqué unas cuantas cosas del armario y pase por al lado de Enzo.

—¿Terminamos de hablar después? Tengo que hacer una banda de cosas hoy.

—Bueno—dijo él, con una sonrisa forzada.

Escapar al baño fue un alivio. Cerré rápidamente la puerta detrás de mí. Me quedaban dos semanas en el departamento, y no había manera de aplazar la conversación, al menos no durante tanto tiempo. La parte lógica de mi cerebro insistía en que Santiago era mi tipo: atractivo, inteligente y estaba interesado en mí. El por qué de mi interés por Enzo era algo que nunca entendería.

Nos estaba volviendo locos a los dos. Me había dividido en dos personas diferentes: el chico dócil y educado que era con Santiago, y la persona irascible y frustrada en la que me convertía cuando Enzo estaba cerca.

Me vestí rápidamente y dejé a Enzo y Leandro para irme con Paulo. Estuvo todo el camino hablando sobre Leandro y yo escuché, intercalando asentimientos en los momentos indicados. Era difícil concentrarse en lo que estábamos haciendo mientras los diamantes de mi pulsera creaban pequeños puntos de luz en el techo del auto y me recordaban la elección que, de repente, se me planteaba. Enzo quería una respuesta y yo no la tenía.

—Bue, culiado. ¿Qué te pasa? Estuviste todo el camino callado.

—Es que todo esto con Enzo... es un quilombo.

—¿Por qué?—dijo, subiéndose los lentes mientras arrugaba la nariz.

—Me preguntó qué es lo que estamos haciendo.

—¿Y qué estás haciendo? ¿Estás con Santiago o qué?

—Me gusta, pero lo conozco hace demasiado poco tiempo. No es nada serio.

—Vos sentís algo por Enzo, ¿no?

Negué con la cabeza.

—No sé qué siento por él. Me estoy volviendo loco.

—El problema es que ninguno de los dos tiene los huevos de decir las cosas cómo son. Les asusta tanto lo que pueda pasar que prefieren quedarse callados y fingir demencia. Sé muy bien que si le decís a Enzo lo que sentís por él, no volvería a mirar a nadie más que no seas vos.

—¿Y cómo estás tan seguro de eso?

—Porque tengo información del otro lado, culiado.

Me detuve un segundo a pensar en eso. Enzo seguro debía de haber estado hablando sobre mí con Leandro, pero Leandro nunca aprobaría una relación entre los dos diciéndoselo a Paulo, porque sabía que él me lo diría; eso me llevaba a la única conclusión posible: Paulo los había escuchado hhablar por casualidad. Quería preguntarle qué habían dicho, pero lo pensé mejor.

—Todo esto solamente va a llevar que me rompa el corazón—dije sacudiendo la cabeza—. No creo que Enzo sea capaz de ser fiel.

—Tampoco era capaz de ser amigo de una persona a la que se siente atraído, y mirá.

Toqué la pulsera y suspiré.

—No sé. Podemos ser solamente amigos.

Paulo dijo que no con la cabeza.

desastre | julián x enzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora