¿Tabi?

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"Antigüedades Baskerville." Leí internamente con algo de intriga." ¿creo haber escuchado  ese nombre antes?"

Ding.

Mientras Alice divagaba en pensamientos irrelevantes, cruzó la entrada de la tienda de antigüedades, encontrándose con el dueño en el mostrador.

El tipo, sinceramente, parecía un luchador profesional. Medía unos dos metros y medio, con una barba plateada de leñador y un cabello gris metálico, igualmente antiguo. Su cuerpo estaba esculpido como si fuera un jodido mr olympia, y su vestimenta... bueno, era digna de un rockero de los 80: chaqueta de cuero, camiseta con una calavera y un pantalón de metal. Para completar el cuadro, llevaba unas gafas de sol que, aunque parecían fuera de lugar en una tienda de antigüedades a oscuras, extrañamente encajaban con el sujeto como si fueran hechas para él.


En pocas palabras el tipo imponía respeto, tanto respeto que Alice recordó la doctrina de Alfredone a penas lo vio, una doctrina que decía que si quieres seguir caminando no le toques la moral al sujeto que puede dejarte un par de semanas en traumatología.

" Si quieres ver o comprar algo, pasa y mira. Solo no rompas nada," dijo el dueño brevemente, con una voz terriblemente grave pero sorprendentemente melodiosa.



"...."


Ante las palabras del dueño solo pude asentir de manera algo rígida, mientras me dirigía a la parte media de la tienda, sin muchas ganas de hacer algo más debido a que el sujeto literalmente podría agarrarme y torcerme como un jodido pretzel si jodia algo.



[Ding. Se ha iniciado sesión en Antigüedades Baskerville.

Felicidades, se han obtenido las siguientes recompensas:

El Vinilo de metalocalypse]


[Vinilo de metalocalypse

Un vinilo de cierta banda. No es nada del otro mundo, pero aún se debe apreciar la buena música.]


Al recibir la notificación del sistema, la mente de Alice se quedó en blanco y su cuerpo se puso rígido.


"¿Metalocalypse?" pensé, mientras una sonrisa incontrolable apareció en mi rostro.



Joder.

Joder.



. Sí

De un momento para otro, la emoción de Alice tocó las nubes. Todo por esa recompensa, porque, entre todas las cosas, el sistema realmente le había dado algo bueno que había querido desde su anterior vida.

Y eso era el vinilo de una de sus bandas favoritas, bueno banda entre comillas ya que es más una animación,

"Tengo que ver a este bebé", pensé, justo antes de recuperar los sentidos y volver a la razón.


De golpe Alice recordó que aún estaba en la tienda de antigüedades. Además, ni siquiera tenía en qué reproducir el vinilo, o excusa del por qué lo tenía pues si quería usarlo, tendría que justificar de alguna manera el cómo lo consiguió.


"Qué niña tan interesante", pensó el encargado de la tienda, observando cómo la pequeña niña que había sido mandada por Sarvante pasaba por una montaña rusa de emociones: primero emocionada al ver la mercancía, luego calmándose y finalmente, afligiéndote cuando su mirada se detuvo en los precios.



"Vamos, Alice, cálmate", me repetí internamente mientras intentaba sacudirme esos pensamientos caóticos.


Una vez que logré tranquilizarme y ordenar mi mente, decidí poner en marcha un plan. Primero, tenía que encontrar un tocadiscos para poder reproducir el vinilo; con suerte, en una tienda de antigüedades como esta, habría alguno disponible. Luego, debía encontrar una manera de encubrir cómo había conseguido el disco y darle una explicación razonable para que no levantara sospechas, y finalmente volver con Sarvante para comer su helado.


"Bien, ya tengo un plan a seguir", pensé con determinación, mientras me acercaba al encargado de la tienda con paso firme.


"¿Viste algo que te gustó?", preguntó el encargado al notar que la niña se acercaba con una expresión seria.


"¿Tiene algún tocadiscos?", escribí rápidamente en mi pizarra.


"Ah...", hizo el encargado, mientras sus gafas de sol parecían brillar por un instante, como si hubiera despertado un particular interés.

Sin decir más, salió del mostrador bajo la mirada algo nerviosa de Alice y se dirigió hacia la parte trasera de la tienda en donde había una puerta de metal.



"Ven aquí" dijo el encargado mientras hacía una señal para que Alice lo siguiera.


"¿debería seguirlo?", pensé, mientras me debatía por unos segundos si debía o no darle una oportunidad al sujeto.



Al final tras una rápida deliberación Alice decidió darle el beneficio de la duda y lo siguió, eso sí, si el sujeto tenía malas intenciones, probablemente acabaría con una de dos cosas: con un buen disparo con algún arma, la cual podría terminar con casi cualquier cosa bajo dios, o una explosión directa de la magia defectuosa de Alice. Aunque probablemente le destroza la mano si la cargaba demasiado, seguramente dañaría más al tipo que a la propia Alice, después de todo Alice podía darse el lujo de perder la mano y un par de dedos mientras que el sujeto no podía decir lo mismo de su entrepierna o cara.





Con pasos cautelosos, Alice siguió al dueño hasta la puerta trasera de la tienda.



Sin embargo antes de entrar, asomó la cabeza solo para encontrarse con una escena que casi hizo que sus ojos saltarán de la sorpresa.

¿Soy una monja?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora