En su inconsciente se proyectó una imagen donde se veía a si misma sumergida poco a poco en un líquido, que en principio era inusitadamente fresco, la humedad después de un tiempo se amplió a todo el cuerpo de manera que bajó su temperatura corporal y comenzó a temblar. El sueño era demasiado vívido, el agua no era algo común en las experiencias de la Colmena, ya que era un líquido escaso y vital que solo había visto en frascos o bolsas pequeñas, nunca suficiente para llenar una bañera. No había soñado con desfogar la vejiga, como en su infancia sucedía con frecuente vergüenza; de manera que despertó de pronto consciente de un peligro oculto y se encontró en una situación bastante extraña y apremiante. Se encontraba tendido sobre una roca húmeda, mas lo preocupante era que todo estaba totalmente oscuro, no había rastros de luz. Intentó enderezar su cuerpo. No se irguió totalmente sino que optó por escuchar arrodillada para captar con los demás sentidos la amplitud de la caverna donde se encontraba, como le había enseñado su abuelo. Primero calmó sus sentidos e hizo un esfuerzo por respirar pausadamente. El suelo era rocoso, pero la roca no era uniforme, se sentía la textura granítica en placas de cristales que se superponían por niveles. El sonido que escuchaba era uno que tal vez casi nunca había escuchado, era el derramar de un líquido por las paredes y el suelo de la caverna y confluía en un pequeño canal que pasaba por su lado. El sonido y el eco que repercutía en la concavidad indicaba un espacio medianamente amplio de unos de diez metros cuadrados de área. Acercó lo dedos al líquido y sintió que era fresco, frío. El ambiente de la cueva no era muy denso, no le dolía el pecho, de manera que no se encontraba en una caverna cerrada pues aunque leve era evidente el tránsito de ventilación. Los oídos le zumbaban un poco, de seguro había cambiado de profundidad, uno de los peligros más graves para la salud de un humano que vive en el subsuelo, pues un cambio muy brusco podría significar una muerte horrible por presión los pulmones colapsaban y la hemorragia hacia sangrar los oídos y los ojos; sin embargo aparte de un dolor en la nuca que pulsaba bajo su cabello, su cuerpo se estaba adaptando a la situación, no debió ser un cambio de profundidad muy dramático entonces, supuso. Acercó el rostro a la pared de la roca que tenía a un lado. Como le había aconsejado su abuelo, fue probando al tacto la altura de la cueva, donde se encontraba parado. El techo apenas alcanzaba algo menos de su altura totalmente erguido, la pared parecía tener un moho untuoso, en la parte baja y en las zonas donde se formaban los diminutos hilos de líquido que cruzaban la roca. Si se hubiera erguido de golpe, muy fácilmente se hubiera podido herir en la cabeza o resbalar entre la roca húmeda. En todo el tiempo que se había tomado para ello, que fueron algunos largos minutos no había escuchado sonido de movimiento de otro ser vivo en la caverna, sin embargo pensó ser prudente y no hacer mayor ruido, no que{ria más sorpresas aparte de despertar en un lugar inhóspito y desconocido. Rara vez las cavernas a la profundidad en que se encontraba el granito que creía tener a su alrededor tenía sorpresas muy peligrosas en la fauna. La roca misma era suficiente aventura, pero no se quería confiar, después de todo, esta era la primera prueba a la que se enfrentaba, como llegó a concluir después de descubrir una especie de botón dentro de su bolsillo, al parecer un localizador. Al tacto sintió una protuberancia, como un pequeño botón. Si lo presionaba no sabía que sucedería ¿Lo encontrarían? Casi estuvo a punto de pulsarlo, pero recordó que si se rendía, si perdía la prueba, su amigo Ian tendría una muerte segura. Decidió explorar un poco más la cueva antes de tomar decisiones apresuradas.
Lenta y cuidadosamente se movió explorando la extensión de la caverna donde se hallaba en medio de la oscuridad. El canal que se ubicaba en medio de la caverna había marcado una especie de camino con bifurcaciones en el lecho de la piedra granítica desgastándola a lo largo de millones de años solares y se inclinaba levemente hacia un costado. Algunos fragmentos pequeños de roca se encontró en su camino, los tomó en su mano sopesando y analizando su textura trozos un poco más pequeños que su mano, casi todos angulosos y granulosos, con diminutos cristales en un sólido amorfo y cortado en formas obtusas. Se arriesgo entonces a una de las curiosas formas de identificar la roca que le había enseñado su abuelo en su infancia: lamer la roca. Algo que a muchos le parecería una locura, se había convertido en su infancia en un juego de adivinanzas que esta vez podría salvarle la vida. La que había recogido era diferente a la de la roca más dura que había palpado en las paredes, esta que tenía en la mano sabía levemente a hierro, sonrió con algo de alivio. La guardó en su bolsillo y buscó otras con una sensación semejante, encontrarlas le habían dado una idea, servirían para iluminar un poco sus pensamientos. continuó palpando la roca centímetro a centímetro. Para calmar su sed bebió un poco de las paredes que encontró limpias el agua que le pareció al gusto un poco salobre; pero si lo analizaba era mucha mejor calidad que el líquido que bebían diariamente en su cochaba de la Colmena. Después de lo que fue una eternidad medida por el cansancio físico y hambre que le empezaban a punzar las entrañas, había llegado casi al extremo de la concavidad, donde según su oído se escapaba el arroyo que atravesaba la caverna. Escuchaba atentamente antes de avanzar al tanteo otro pequeño paso, un pie arrastrado a la vez. De pronto el sonido del agua cambió y el eco le advirtió antes de dar otro paso...al vacío.
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LA COLMENA
Science FictionEn un mundo postapocalíptico, una colonia de seres humanos ha sobrevivido a la debacle ambiental en las entrañas de un volcán activo durante cientos de años. Aly y su amigo Ian son dos jóvenes descendientes qué sobreviven a la miseria de vida en la...